-Hola buenas tardes.
Buenas tardes.
-Lo primero, ¿podría decirme cuál es su nombre?
Eso apenas tiene importancia, no es relevante, prefiero conservar el anonimato.
-Sin embargo… ¿usted ha accedido a ser entrevistado como “jefe” del MOVIMIENTO?
Se equivoca, yo he venido aquí en calidad de portavoz, nada más, no soy jefe de nadie.
-¿Se declaran un grupo anarquista?
Las jerarquías, las relaciones de poder y dominación nos parecen inservibles. No las necesitamos.
-Dice no ser el jefe, pero… ¿fue el creador?
En cierto modo si, pero no me concedo ningún mérito por ello.
-¿Qué quiere decir?
Que las ideas no nacen, están ahí, al alcance de todos y cada uno de nosotros. Sólo hace falta alzar los brazos y apresarlas con fuerza, como devoradores de manzanas rojo prohibido.
-¿Tomó su idea de otro? ¿La plagió?
No, quiero decir que la originalidad es un campo mucho más reducido de lo que en un principio pensamos. Mi “idea”, como usted la llama, fue pensada, la piensan y la pensarán otros, en Siberia, Zimbawe o Tombuctú. Lo único que yo hice es tener huevos para levantar la voz dirección al cielo.
-Habla de tener hombría o valor… dígame… ¿cree qué la gente es cobarde por naturaleza?
Sólo es cobarde aquel que no conoce la verdad, todos necesitamos ser iniciados, que nos abran los párpados al sol, de brillo doloroso pero esencial.
-¿La verdad? ¿No piensa o ha pensado aunque fuera una vez qué su “verdad” podría ser un falso ídolo? ¿Qué es posible que esté equivocado?
Lo pienso todos los días, las convicciones deben ser revisadas y reafirmadas en lo más hondo del alma cada día. Si no fuera así, perderían su fuerza.
-Pero… ¿cómo es capaz de mantener férreamente unas ideas que sabe podrían no ser verdaderas?
El ser humano precisa de convicciones, sin ellas no es nadie, ni nada puede hacer. Un hombre carente de motivaciones no merece consideración, dejó de ser sapiens, no es más que vegetal o piedra inmóvil.
-¿Usted mantendrá hasta la muerte sus convicciones?
Sí, es el camino que he elegido, ya no hay marcha atrás para mí.
-Y en consecuencia… ¿hasta la muerte de otros?
Cuando has asumido y aceptado tu propia muerte, la vida de los otros comienza a carecer de sentido. Valoró sus vidas en la misma medida que la mía, nada.
-Es decir, está a favor de “el fin justifica los medios”, ¿o no?
Bueno… digamos que defiendo que “el FIN (en mayúsculas) justifica los medios”.
-No llego a entenderle del todo…
En ocasiones no me expreso con claridad. Quería decir que creo que después de más de XXV siglos de convivencia civil, el hombre es capaz de discernir entre lo bueno y lo malo. No necesita de expertos que le asesoren al respecto.
-Pero… ¿bueno y malo no dejan de ser dos valores relativos y subjetivos?
Claro que lo son, tiene usted toda la razón. Pero… piense por un instante que el objetivo primordial es la supervivencia del individuo. Ahora bien, el individuo solo no es nada, esta condenado a perecer de locura o inadaptación al entorno. Se necesita de los otros, de lo común para mantenerse en pie. Para sobrevivir debemos tener una sociedad en donde los valores sean asumidos y respetados.
-En tal caso… ¿no le parece qué seríamos todos meros autómatas?
Que asumamos por nuestro propio convencimiento la verdad de ciertos valores para el buen funcionamiento de la sociedad no quiere decir sensu strictus que asumamos dichos valores como VERDADES universales.
-¿Quiere decir que hay fines buenos y malos?
Es usted muy perspicaz.
-Pero… ¿quién decide la bondad o perniciosidad?
¿Ha estado aquí el último minuto y medio? Ya se lo dije, considero que no hace falta una cámara de jurados y ni siquiera un único jurado en relación a este tema.
-De acuerdo, cambiando de tema… dígame… ¿cree en la comunidad espontánea de individuos?
Bueno, siempre hace falta una chispa, un fuego que detone en explosión… luego todo es puramente espontáneo.
-¿Nombraría a su movimiento como una unión espontánea?
Sí, sin duda alguna.
-Y entonces… ¿de qué modo justifica las acciones violentas? ¿No son un acto de coerción, de no-espontaneidad?
Yo no las justifico, pero esas acciones son necesarias, muchos necesitan de la fuerza y la brutalidad de la sangre y la carne para despertarse.
-Son muchos los que no dudan en tachar su movimiento de “terrorista”. ¿Qué opinión le merece esta actitud?
Pues… mire… opino que llevan razón, somos una organización que ataca con todo la fuerza de las armas y de las ideas.
-¿Causando muchas muertes en algunos casos?
Sí, son muertes necesarias, no nos queda otra.
-¿Me permite hacerle una pregunta personal?
Adelante, sin miedo… yo no lo tengo.
-Veamos… ¿a cuántas personas a quitado de en medio, ya sea con sus propias manos o mediante órdenes a terceros?
A muchas, a demasiadas tal vez… cientos…
-¿Siente remordimientos por ello?
Cada noche, en la soledad de mi recogimiento… eran vidas humanas. Pero he aprendido a vivir con esta carga, es la que me ha tocado.
-Dígame, ¿se considera un asesino?
Sí, por supuesto, lo soy. Y como tal pagaré las culpas.
-No se le nota preocupado… ¿explíquese por favor?
Nada, simplemente acabaré recibiendo el castigo por mis pecados, aún cuando no crea en ningún dios.
-Y… ¿cuándo será eso?
El día que todo acabe.
-¿Qué será?
Hágame caso, ése día no harán falta preguntas, se sabrá, sin más.
-Bueno… en fin… siento haberle importunado con estas preguntas, es mi trabajo y mi deber.
No lo sienta, no hay razón para ello, le comprendo. Escuche, si ahora mismo viniera cuatro agentes de las fuerzas de seguridad del Estado y me apresaran, esposaran, encarcelaran, condenaran y ejecutaran…en realidad, no tendría nada que reprocharles.
-¿Podríamos hablar un poco de su vida?
Mi única vida ya será siempre la revolución, nada más allá ni acá, me debo a ella.
-Pero… ¿y su familia, amigos? Acaso… ¿jamás amó a nadie?
Menuda tontería, alguien sin familia, sin amigos, carente del recuerdo del sabor dulcemargo del amor no es un hombre, no merece ser llamado así. Un día tuve todo eso, pero ya pasó, es parte de otra vida.
-¿Cambiaría todos los años de de batalla y subversión por “una palabra” de alguna de esas personas a las que amó?
Mmmmm… sí, a veces pienso que lo dejaría todo y a todos, no ya por una palabra, si no por una única y fugaz mirada de ella.
-¿Quién es ella?
Se llamaba Julia.
-¿Llamaba? ¿Falleció?
Abandono mi senda, desapareció de mi mundo. No murió, pero para mí fue mejor considerar como si así hubiera ocurrido.
-Bueno… parece que va siendo hora de acabar esta pequeña entrevista. ¿Le gustaría añadir algo más?
Sí. Todo puede cambiar, tal vez no hoy ni siquiera mañana, pero algún día despertaréis y algo habrá dejado de ser lo que era para pasar a ser otra cosa. No tengan miedo a mirar al horizonte, no indica el final de nada, es sólo el comienzo de algo nuevo… inexplorado… virgen…
-Ha sido un verdadero placer contar con su compañía. Espero poder disfrutar otra vez de su compañía en breve.
El placer ha sido todo mío, y aquí estaré cuando se me reclame, si la muerte me lo permite. Hasta pronto.
-Hasta pronto. Y bueno… aquí se despide una semana más un servidor Alberto Guadalupe Manqueras, al pie de la noticia. Anunciando como próximo invitado a un escritor de ciencia-ficción o al dueño de un carrito de Hot Dogs en pleno NY.
jueves, 18 de octubre de 2007
Confesiones de un revolucionario
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7 comentarios:
Mira por dónde estoy leyendo los ensayos de Albert Camus. Os copio estas notas que tomé de El hombre rebelde:
Mientras que la historia, incluso colectiva, de un movimiento de rebelión, es siempre la de un compromiso sin salida en los hechos, de una protesta oscura que no compromete ni sistemas ni razones, una revolución es un intento por modelar el acto sobre una idea, para arreglar el mundo en un marco teórico. Por ello la rebelión mata hombres, mientras que la revolución destruye a la vez hombres y principios. Pero, por las mismas razones, se puede decir que todavía no ha habido revolución en la historia. (p.650)
Sabido es también que, desde el principio de la Revolución, Saint-Just se pronunciaba, al mismo tiempo que Robespierre, contra la pena de muerte. Únicamente pedía que los asesinos fuesen vestidos de negro toda su vida. Quería una justicia que no intentase “encontrar al acusado culpable, sino encontrarle débil”, y esto es admirable (p.666)
El bien hiere como el rayo, la inocencia se hace relámpago, y relámpago justiciero. Incluso los que gozan, sobre todo ellos, son contrarrevolucionarios. Saint-Just, que ha dicho que la idea de la felicidad era nueva en Europa (a decir verdad, era nueva sobre todo para Saint-Just, que paraba la historia en Bruto), se da cuenta que algunos tienen una “idea horrorosa de la felicidad y la confunden con el placer”. Contra ellos también hay que atacar. (p.669)
En su aspecto crítico, el movimiento revolucionario de nuestro tiempo es, en primer lugar, una denuncia violenta de la hipocresía formal que preside la sociedad burguesa. La pretensión – fundada en parte – del comunismo moderno, así como la más frívola del fascismo, es la de denunciar la mistificación que corrompe la democracia de tipo burgués, sus principios y sus virtudes. La trascendencia divina, hasta 1789, servía para justificar lo arbitrario real. Después de la Revolución francesa la trascendencia de los principios formales, razón o justicia, sirve para justificar un dominio que no es ni justo ni razonable. Esta trascendencia es, pues, una máscara que es necesario arrancar. (p.677)
Bonita aportación el comentario... ¿hablando de Camus? ... ¿quién serás? :p
Me ha gustado lo de "Sabido es también que, desde el principio de la Revolución, Saint-Just se pronunciaba, al mismo tiempo que Robespierre, contra la pena de muerte. Únicamente pedía que los asesinos fuesen vestidos de negro toda su vida. Quería una justicia que no intentase “encontrar al acusado culpable, sino encontrarle débil”, y esto es admirable (p.666)"...
No soy quién piensas porque tampoco sé quién eres XD
Pero está bien saber que a otros también les interesa Camus.
supongo que varios de los colaboradores leerán a Camus
Sí, lo bueno es que somos muchos que lo leemos. Vale la pena pasarse por aquí y descubrir algo nuevo.
Por cierto, muy interesante la entrevista. Se la he enseñado a un amigo y se ha enganchado al blog al leerla.
un honor haber enganchado a alguien sin duda
No estoy de acuerdo con todo lo que dice, pero ya que lo he leído hoy y tiene que ver con el tema copio esta reflexión de Leopoldo María Panero:
" La única revolución posible es la de la locura, si es verdad que, como dijera Rimbaud, hay que cambiar la vida, il faut changer la vie: hay que hacer salir a los muertos de los sepulcros: o, parafraseando a Spinoza, nadie sabe lo que puede la locura. Soy, sigo siendo, un vidente riguroso, de la escuela de Rimbaud, y no un vidente escandaloso y prosaico, como lo son muchos de los hijos de Whitman”."
http://www.elcultural.es/HTML/20071101/LETRAS/LETRAS21561.asp
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