lunes, 22 de octubre de 2007

Me gusta el fútbol

Lo confieso: soy un futbolero vergonzante. Me da vergüenza reconocer que me gusta el fútbol, que me emociono con el fútbol, que grito, lloro y río con el fútbol pero lo he negado más de tres veces. Hay muchos prejuicios contra el fútbol y los futboleros y me he dejado invadir por ellos, de manera que, cuando alguien me pregunta si me gusta el fútbol siempre hay alguien que se apresura a contestar algo como: "Es un tío inteligente, culto, sensible, de izquierdas,... ¿cómo le va a gustar el fútbol?" Y yo, cobarde traidor desagradecido, olvidando todo lo que el fútbol me da, me quedo callado, dejando que piensen que paso del fútbol.
Pero he decidido salir del armario de una vez y, como soy cobarde, me defenderé del desprecio esgrimiendo este texto de El fútbol a sol y a sombra:

¿El opio de los pueblos?
Eduardo Galeano


¿En qué se parece el fútbol a Dios?. En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.

En 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de "las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan". Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó una conferencia sobre el tema de la inmortalidad el mismo día, y a la misma hora, en que la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del 78.

El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura, y así la chusma tiene lo que quiere.

En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase.

Cuando el fútbol dejó de ser cosa de ingleses y de ricos, en el Río de la Plata nacieron los primeros clubes populares, organizados en los talleres de los ferrocarriles y en los astilleros de los puertos. En aquel entonces, algunos dirigentes anarquistas y socialistas denunciaron esta maquinación de la burguesía destinada a evitar las huelgas y enmascarar las contradicciones sociales. La difusión del fútbol en el mundo era el resultado de una maniobra imperialista para mantener en la edad infantil a los pueblos oprimidos.

Sin embargo, el club Argentinos Juniors nació llamándose Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un primero de mayo, y fue un primero de mayo el día elegido para dar nacimiento al club Chacarita, bautizado en una biblioteca anarquista de Buenos Aires. En aquellos primeros años del siglo, no faltaron intelectuales de izquierda que celebraron al fútbol en lugar de repudiarlo como anestesia de la conciencia. Entre ellos, el marxista italiano Antonio Gramsci, que elogió "este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre".

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Una perla y un pecio III




"De la abundancia del corazón habla la boca."

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La cara de la locura


La obra de Louis Wain (1860-1939) es el más claro ejemplo artístico de enfermedad progresiva. La sociedad nunca ha entendido que la locura que se apodera de un individuo es ajena a él. La esquizofrenia hurga en la mente de la persona haciendo aflorar miedos primarios. Un enfermo mental es esclavo de sus propias miserias. El trastorno se esconde en forma de personalidad y rompe la estrecha línea de la razón capturando a su presa vilmente y mostrándose ante el resto de la misma forma que se mostraba aquél que ya no está. El enfermo se encuentra una realidad que ve, que oye y que cree. Él piensa que tan solo un loco daría la espalda a esa realidad. Nosotros, los cuerdos, jamás dudaríamos de nuestros sentidos; Ellos, los locos, tampoco. ¿Pastillas para qué? Mientras tanto, los gatos felices que antaño pintaba Louis Wain se disfrazaban de miedos geométricos. La esquizofrenia se apoderaba del pincel de Louis, cortaba las formas, ensangrentaba los colores e inquietaba al observador. Si la locura tuviera cara sería el último felino que dibujó Wain.

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Señor Esquipula (por Doc Holliday)

Querido lector, si algún día eres acreedor de la inmensa suerte de tener la oportunidad de viajar a México, piensa en el milenarismo cinematográfico. Sobre todo en esas películas que hablaban de la civilización que surgiría tras un Holocausto (nuclear), tipo El Planeta de los Simios, Zardoz o Mad Max.



El futuro infausto que describían esas películas incluía civilizaciones que incluían en sus mitos y creencias las nuestras propias pasadas por el tamiz del tiempo y la catástrofe, para deformarlas y transformarlas en algo casi irreconocible, y a veces incluso monstruoso.



Pues bien, querido lector, si como digo tienes la oportunidad de viajar al sur de México, concretamente al estado de Chiapas, no deberías perderte la visita a la Iglesia de San Juan Chamula, un pueblecito indígena de lo más vistoso, pequeño, blanco, y en el que el idioma castellano (más allá de unas palabras básicas) es rara avis.

El nacimiento y construcción de dicha Iglesia, (que haría las delicias de un antropólogo), es consecuencia de la influencia del Cristianismo en pueblos indígenas no conquistados, es decir, en este caso la cristianización no fue forzada e impuesta, sino que entró pasivamente, y por tanto, los habitantes de la zona adoptaron los elementos que les gustaron, y despreciaron los que no.



Por tanto tenemos una especie de Iglesia fusionada con un Bazar Oriental, con luces de árbol de navidad musicales y espejos de plástico, suelo recubierto de pinocha, Santos en vitrinas con ofrendas inverosímiles (como zapatos), el culto a la Coca-Cola (se usa para rezar, puesto que el eructo que genera libera los malos espíritus)
y música del programa de un piano infantil Casio.



En esta loca algarabía de luces y sonidos, unos Santos yacen de cara a la pared, castigados por permitir que, tiempo atrás, la venerada Iglesia se quemara: furon castigados con la humillación, y sustituidos por otros.

Viendo este ejemplo de lucidez... ¿Quién dijo que un Holocausto no puede mejorar nuestra civilización?

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¡¡¡Fuego....¡¡¡Fuego




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Conmutativa

Si me apaga la creciente penumbra
o naufrago en piélagos de deseo
hasta el ararat frugal de tu pecho
lleva la marea de tu belleza
la de mi aliento fugitiva sombra
y pues te adeudo ya más de una vida
te entrego agradecido mi vigilia
y atiendo tu fuego en las noches frescas

Corzo herido por azote de aroma
entre tus muslos busco tibio asilo
y aterido me bebo tus dominios
pierdo mi llaga en tu cuerpo desierto

Con tu sed de sangre y agua marina
deambulo desconcertado en alas
de tu anhelo de leve y blanca playa
rendido a la cólera de tu cuerpo

Juego a trazar guarismos bajo tu ala,
reto a tu desolada cabellera,
por hacerte saber la gloria nuestra
contra tu vientre yo arrojo mi dicha,
contra tu miedo y el mío a estar desnudos,
a no saber ser frágiles tu miedo,
mi pánico a perder este tu cuello,
al final de mi juego y de tu risa.

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Caosmeando

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