lunes, 19 de noviembre de 2007
Sobre el existencialismo sartriano
Publicado por Uno, trino y plural a las 23:28 4 comentarios
Etiquetas: filosofía, Reflexiones
El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen
Con esta frase de Rabindranath Tagore me estreno en este bosque, esta primera entrada será únicamente para presentarme, y también es probable que sea de las pocas que no escriba desde el anonimato.
Y elijo esta frase ya que siempre me he considerado uno de esos que no tienen una habilidad innata que les haga destacar en algo en la vida, en este caso hablo de saber escribir o relatar, pero que no por ello renuncian a hacerlo y siguen intentándolo. Creo que este puede ser el lugar ideal para poder cantar alto y fuerte, aunque no lo haga bien, pero cantaré al fin y al cabo, ya que me gusta hacerlo.
Nada más, ya dije que era solo una presentación. En cuanto disponga de algo de tiempo empezaré a escribir desde mi escondite.
Sin más, se despide (por ahora) A. Caballero.
Publicado por Uno, trino y plural a las 23:00 6 comentarios
Etiquetas: Metaforo, Presentación
Lugares perdidos, viajes internos
Esto es un viaje atraves de asia
cruzando los himalayas
entre la india y nepal
cruzando por katmandu
los lagos de pokhara
en busca de nuestra flor de loto.
¿Quién necesita memoria?
La historia de mi vida empieza a los 18 años, cuando en un accidente de tráfico sufrí lesiones cerebrales que me impedían recordar. Volví a aprender a hablar, volví a realizar los estudios primarios, los secundarios y por fin, con 36 años, llegué a la universidad. Mi edad nunca fue un problema para convivir con mis compañeros, ya que todos me necesitaban para traficar con tabaco, alcohol y revistas pornográficas, oficio, el de traficante, que heredé de mi padre (aunque no le conocí, ya que murió al yo tener tan solo 15 años) y que, por suerte, pude desempeñar desde mi más tierna infancia.
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A mi madre apenas la recuerdo, ya que tan solo contaba 25 años cuando murió. Solo y desamparado mis tios se ocuparon de mí. Una familia ultra-católica con la que mis discrepancias continuas provocaron los futuros problemas que existirían entre Dios, el Papa y yo. A los 30 años, me independicé y me mudé a un estudio que pagaba con mi pequeña paga del noble trabajo como camello local. Compaginaba mi trabajo con los estudios y una relación con una chica de mi clase, aunque pronto la relación tuvo que dejar de ser compaginada, ya que cuando sus padres se enteraron de que salía con un chico 18 años mayor que ella, perdí a la novia y además nunca pude volver a andar con normalidad. Los padres pueden llegar a ser muy protectores.
Mi vida ha estado llena de mal entendidos. Cuando la gente me veía entrar en clases para aprender a leer pensaban que era retrasado y no lo soy, de hecho todos los tests que hice antes y después del accidente me confirman como un tipo inteligente. Mi abuela decía que las cosas sucedían por algo, que Dios lo había querido así. Claro que yo no recuerdo estas palabras, por lo que están de más en la historia de mi vida. Ella murió el mismo día que mi padre.
Ya he perdido el hilo ¿por dónde iba? tal vez debería empezar ya con mi época universitaria. Mayor que algunos profesores, me licencié con 41 años y dos años más tardes obtuve el doctorado. Los demás alumnos daban por sentado que estaba casado, que tenía otra vida y nunca me invitaron a ninguna fiesta, por lo que estudié. Con el tiempo me di cuenta de que esta extraña actividad, tan poco común entre los universitarios, satisfacía a los profesores y, lo que realmente me importaba a mí, a las profesoras.
En el último año empecé a salir con una profesora, una jovencita de 38 años, que, aunque era muy mayor para mí en comparación con mis novias del instituto, era una compañía agradable. Más o menos. Se llamaba Ana y pronto me di cuenta de que sus neurosis y paranoias eran insoportables, hasta el grado de provocarme una mezcla entre asco y urticaria, por lo que no pude aguantarla más de diez años y me decidí por separarme. Mi sueldo fue suficiente para olvidarla mediante frecuentes visitas a burdeles, aunque al poco tiempo, con mi salud resentida y mis precoces 50 años, tuve que empezar a recibir a las prostitutas en casa.
Estas experiencias sexuales esporádicas, para algunos vacía, pronto también lo fueron para mí. No tenía amigos de mi edad (ni de ninguna edad) y mi salud me prejubiló de mi trabajo al que tanto entretenimiento debía, ya que gracias a él había conseguido abstraerme de la realidad lo suficiente como para aguantar a mi ex-mujer. Entonces llegamos al día de hoy, cuando me he decidido a recuperar mis primeros 18 años de vida, voy a recuperar mi memoria.
Seis consultorios después
El primer especialista me dijo que era una lesión física irreversible, según los datos que manejaba, por lo que decidí rendirme tras la primera consulta, pero pronto mi excesivo número de horas libres (y por ser tauro, con lo que ello conlleva) consiguieron que me hiciera unas pruebas que faltaban en mi expediente médico y resultó que mi pérdida de memoria podría ser temporal y no permanente.
Decidí conocer una segunda opinión, un tipo que me recetó antidepresivos y relajantes, que me hacían estar más activo por el día y dormir más profundamente por las noches, pero que aparte de crearme adicción y, posteriormente, mono, no supuso ningún cambio en mi vida.
Hubo un tercer "comecocos", que aseguró que podía curarme y empezó a hacerme recordar todos esos años que había perdido, en un proceso que fue muy satisfactorio para mí. Fue maravilloso. Aunque pronto tuve que dejar de verle, ya que, acusado de fraude, y condenado por ello, tuvo que huir del país.
Al hablar con una cuarta persona, ésta rechazó todo lo nuevo que había recordado con el anterior, ya que según él no eran recuerdos reales, sino que eran recuerdos creados mediante distintos métodos, como la hipnosis. Su teoría no me satisfizo, por lo que le mandé a la mierda.
El quinto "profesional" me confirmó la teoría del cuarto, por lo que me arrepentí de haberle mandado a la mierda, aunque probablemente se lo mereciera por otra razón (¿quién no tiene una razón por la que merece ser mandado a la mierda?). Con éste estuve más de un año, pero al ser extranjero, no avanzábamos mucho (yo no hablaba sueco y el no hablaba otro idioma que no fuera éste) y nuestra relación tuvo que terminar.
El último me ha cortado definitivamente las alas, rozando los 60 años, he dejado de tener ilusión por vivir y según él, por eso me he inventado este nuevo reto. No sufrí lesiones cerebrales, sino que sufro un problema psicológico, pero que tampoco corresponde con la fecha de mi accidente, sino que coincide con la fecha de un divorcio que no recuerdo cuando decidí reinventar mi vida.
Dos horas más tarde
Nada tiene sentido, pero no puedo permitir que un psicólogo descubra mis penas y desreinvente mi vida, por lo que al igual que olvidé mis primeros 18 años y reinventé más de 30, omitiré de mis recuerdos reales las consultas a las que he acudido.
La felicidad la construimos con recuerdos. Si simplemente pudiésemos olvidar...
FIN
Andreas Vollenweider
Andreas Vollenweider nació en Zurich, el día cuatro de octubre de 1953. Hijo de un gran organista europeo, Hans Vollenweider, creció en un ambiente en el que pudo desarrollar fácilmente sus facultades musicales, siendo prácticamente autodidacta.
Entonces comenzó la búsqueda de "su" instrumento, que culminó en 1975 con el descubrimiento del arpa, modificada posteriormente por él, creando así el arpa electroacústica.
Conocí a este músico hace poco a través de su disco "Dancing With The Lion", compuesto entre 1988 y 1989 y desde entonces estoy tratando de saber un poco más de él y su obra, no podía dejar la ocasión de dedicarle una entrada y de poner un par de temas, cortesía de youtube.
En primer lugar, "Dancing With The Lion", cuya historia, coreografía y vestuario también fueron ideados por Vollenweider.
Y ahora, "Unto The Burning Circle", tema que abre el disco.
Si os ha gustado y queréis saber más podéis visitar su página oficial o ver lo poquito que dice de él la wiki.
> http://www.vollenweider.com
> http://es.wikipedia.org/wiki/Andreas_Vollenweider
En Copenhague
En Copenhague me intimida el agua
fiera que cae sobre mí sin traerme
como consuelo ni siquiera un río
limpio de lágrimas
que el desvarío de cafés amargos
que nos anega cuando andamos solos
y a la intemperie por algún incógnito
puerto a la tarde
lave en mis ojos al dejar en ellos
viva simiente en aguamiel bañada
de tu presencia en el espacio límpido
y ebrio de luz.
Rosas de vino derramé en mi frente.
Múltiples fugas emprendí ocultándome
en el abrigo de olvidarte nuevo.
Nada logré.
Hubo tormenta, mas ningún relámpago
quiso partirme, y una voz seráfica,
del extravío coruscante libre,
templo me dio.
Sábado santo: La nocturna Angélica
Cubre con música gloriosa mi alma
mientras en cálido rincón del templo
arde mi cuerpo.
Huésped de iglesias con navío en bóveda,
fiebre de la última escollera lleva
estos perdidos pasos míos lejos,
lejos del frío.
Huye mi cuerpo lejos, lejos, lejos.
Lejos de este ansia de no ser, no ser
nadie en el ciego resplandor del día.
Lejos del fuego.
Diarios de guerra VIII
25 de abril:
No ocurrió nada relevante durante toda la noche y el segundo pelotón llegó rondando las 9 am. A cargo del cabo primero Sonseca. Las órdenes eran claras, mantener la posición, explorar el terreno circundante en un radio de 20 km y no suponer bajas. Empiezo a odiar especialmente el último punto de estas cartas, “suponer bajas”. Es que están ciegos, esto es una guerra, las bajas son inevitables. Estuve observando a todos los nuevos y charlando un poco con ellos, para conocerlos. Eran todos chicos jóvenes. Enérgicos, valientes y chistosos. Me pregunto si no sería necesario enviar a primera línea gente mas experimentada. Gente que ya conozca la guerra y haya sobrevivido a ella. Durante todo el día aguantamos el calor y la húmeda. Todo estaba en calma, el aire había desaparecido por completo y no podíamos más que apartar los malditos mosquitos de tamaño elefante que habitan esta mierda. Llamé al anochecer a mi tienda a Sonseca y al cabo mayor Bernard. Mañana, yo, Sonseca y dos hombres más vamos a explorar la orilla del río en dirección norte. Nos dirigimos hacía la zona donde la selva empieza a perder su vigor. Seguramente pasemos el día fuera. Así se lo comuniqué a los dos suboficiales. Y ordené a Bernard organizar un perímetro de contención con guardias dobles-continuadas.