jueves, 22 de noviembre de 2007

Ya no te deseo

Te amé un día
que no recuerdo;
el día que te quise
iba borracho;
el día que te besé
no era yo.
No sé como deshacerme
de ella,
ni aún mintiéndome
lo consigo.

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The End



"He visto un caracol, se deslizaba por el filo de una navaja, ese es mi sueño, más bien mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por todo el filo de una navaja de afeitar, y sobrevivir."

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Vuela amigo, vuela alto

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Óneiros III

En Mongolia, camino entre los pastos y las piedras de la estepa. Mis hermanos me esperan para jugar. Yo soy la mayor, tengo que cuidarlos. Juntaré estiércol y haremos casas como las de la ciudad, una encima de la otra. Yo viviré en la de arriba porque las de abajo deben de ser muy oscuras. Como no tendrán luz serán tristes y los que vivan allí dormirán todo el día. No verán las flores del campo ni las hojas de los árboles. Ni oirán cantar a los pájaros. Es muy cansado recoger estiércol, está pegado al suelo. Debo traer mucho estiércol a la yurta porque mamá encenderá un buen fuego para la comida y quiero que sobre un poco para que las casas sean muy altas. Como las de la ciudad. Pero no deben tapar las nubes. Por la tarde miro el cielo con mi hermana. Buscamos formas en las nubes y nos reímos cuando vemos un carro, caballos, leones. Yo nunca he visto un león pero sé cómo son. El otro día vi un gato con la cara roja sandía. Y la luna con un gorro de caracol donde se escondía. Ahora bajo al río y me lavo las manos, con cuidado de no mojarme el dee. Mamá lo cosió anoche y es azul y brillante. Es azul cielo.

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Opium III



"La máquina de soñar plantada en el cerebro
humano no se plantó para nada"
Thomas De Quincey

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Mujer

Mujer, dulce y maldita heroína,
que infectas mi sangre.
Pétreo rostro, impenetrable,
tu voz me arrebata la vida.
¡Eva! Evocadora serpiente,
me mordiste el blando vientre,
dios... ese insaciable veneno.
Sólo veo quiméricas formas,
que me cantan, letales sirenas.
Deseo habitar tus senos,
adueñarme de aquellas lomas.
El viento grita, ¡Helena...!
¡Tus abismos, oh Mujer!
Condenado a muerte a recorrer.
Tomo un pequeño trago...
¡No me des más! Por favor...
Láudano que vierten tus labios,
sutil aroma demoníaco,
que me adivinas funestos presagios.
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Perdidos ojos, no puedo mirarte,
ahora, mi escudo roto, es inevitable.
Estas ahí, sepulcral Medusa,
quieres torturarme hasta la locura.
extasiado, herido, drogado,
mientras el péndulo oscila,
presuroso, incansable, allá arriba...
La Empusa me ha engañado,
mil formas... cien tretas... un objetivo,
con mano débil y frágil atraerme,
la otra, a su espalda, guarda el cuchillo,
traicionera mano, ¿quieres asesinarme?
Viejas Parcas, cortáis mi destino,
todo en suspenso, tenso hilo,
venga pellejas, se que lo ansiáis,
cogéis las espadas, las tijera desecháis...
ya borráis mis huellas del camino...
Divina diosa, terrible Afrodita,
tu sensual movimiento me incita
a beber el elixir del Oráculo,
fugaces visiones... una enorme llama...
...bailamos enloquecidos... me clavas
tu mirada... entre ardientes lenguas...
¡Sísifo! Ahora comprendo tu carga,
siempre soñando Ninfas,
que corren al verme, se me escapan,
pero no puedo desistir,
esta pesada roca me hace vivir
oyendo tu eterna burlona risa.
Reina de las Sombras, bebe
el fluido de mis venas,
quiero que mi alma recé
buscarte, vampiresa, con cada luna nueva.
Al final de los tiempos,
te alzarás ante mí,
para plantear el enigma,
¡Necio! Morirás en el intento.
Acabaré, un cierto día,
como Edipo, arrancando mis ojos,
ante ti, devoradora Esfinge.
¡Oh Mujer! Lo eres todo,
quiero perderme en tu melodía
de soledad, amor, dolor y muerte...

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Diarios de guerra XI

28 de Abril:

Operación Trueno de Noche finalizada.
Bajas enemigas: 13
Enemigos capturados: 6
Enemigos huidos: 0
Bajas: 0
Heridos:1-Soldado Goran Himsky-impacto de proyectil limpio en el costado izquierdo y pierna derecha rota-.

Goran se pondrá bien, hoy mismo ha sido trasladado. El chico lo hizo bien, pero tuvo fallos de novato, por suerte no le saldrán caros y volverá dentro de poco hecho ya un soldado. Esperamos en posición hasta las 20:53 horas, Goran avistó el convoy y nos hizo una señal. Justo en el momento en que los tanques semiblindados pasaban a nuestra altura Smith detonó las bombas, era la señal para que Goran empezara a disparar a discreción, sobre los camiones. Entre la incertidumbre me dio tiempo a arrojar hacia el camino dos granadas de mano. Parecía que todo iba bien, “viento en popa” como suele decirse. Smith y yo comenzamos a descargar nuestros fusiles. No se veía nada, era todo una indeterminada masa de humo, polvo, fuego y ruido castigador. Con un movimiento de mano mandé parar y avisé a Sonseca, que estuviera atento. Dejamos reposar el ambiente, intentando digerir el ataque, esperando hasta el disipar de la niebla. Parecía que habíamos asestado un golpe contundente. Smith y yo nos incorporamos y nos reunimos en el centro del camino, justo cubierto por el primer camión. No se oía nada y decidimos avanzar cada uno por un lateral del vehículo. De repente nos sorprendió el fuego de varios fusiles de asalto semiautomáticos, echamos cuerpo a tierra y comenzamos a devolver cada bala, gritando y maldiciendo, Goran volvió a descargar ráfagas e incluso oí dos o tres zumbidos del rifle de Sonseca.
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Todo volvió a la calma y avanzamos tumbados arrastrados por el barro negro, cubriéndonos la cara. Parecían todos muertos, inspeccionamos los cuerpos, Los jeeps ardían aún y los camiones de suministros estaban literalmente destrozados por el flanco de Goran. Los tanques ligeros habían quedado atrapados en medio de la vorágine, uno permanecía inmóvil y con serios daños; y el otro, parecía querer salir de allí. Nos miramos, rodeamos el tanque y mientras yo metía el cañón del fusil por la abertura de vigilancia del tanque, Smith se encaramó al monstruo y levantando la tapa lanzó una granada de humo. Obligamos a salir a los ocupantes, los colocamos en fila y les obligamos a arrodillarse. Llamé a Sonseca les di órdenes, a él y a Smith de que los ataran de manos. Entonces caí en la cuenta de Goran, miré a su árbol y no estaba allí, ¿dónde se había metido? Eché a correr en dirección al árbol y al acercarme distinguí la figura de Goran postrada en el suelo, me agaché y le levanté la cabeza. Sonreía y al verme dijo: “A su lado Señor, ¿cómo ha ido todo?”. “De fábula” contesté sin vacilar. No me pareció nada grave lo que tenía, vendé su pierna y la entablillé de manera rudimentaria. Lo trasladamos junto a los prisioneros hacia el interior de la espesura. Contacté por radio con el puesto avanzado solicitando una evacuación médica. A las 6:00 llegó el helicóptero, cargamos a Goran despidiéndolo y citándolo para unos días después en tono jocoso. Los prisioneros se marcharon con él. Y 7 soldados bajaron, quedando a mis órdenes. Debíamos construir un campamento base de operaciones, para dar paso al operativo de carros blindados e infantería pesada. Pasamos todo el día en la construcción y acomodamiento, cantando, riendo y gastando bromas. En especial, Sonseca, Smith y yo- el Capitán-, estábamos eufóricos, habíamos entrado en combate, victoriosos, aplastantes, fugaces. Así deberían ser todas las operaciones. Mañana espera un día burocrático de reuniones y órdenes.

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Los Lotófagos en la Odisea de Homero

"Nueve días de allí derivé con mortíferos vientos
sobre el mar rico en peces. Al décimo vimos la tierra

de los hombres lotófagos, gente que sólo de flores
se alimenta; salimos del barco e hicimos la aguada
y a comer nos pusimos al pie de las naves ligeras.
Cuando ya de comer y beber estuvimos saciados,
elegí dos amigos que fueran a ver, tierra adentro,
qué varones había en el país comedores de trigo.
Un heraldo también envié en su compañía y, a poco
de emprender el camino, vinieron a dar con los hombres
que se nutren del loto y que, en vez de tramarles la muerte,
les hicieron su fruto comer. El que de ellos probaba
su meloso dulzor, al instante perdía todo gusto
de volver y llegar con noticias al suelo paterno;
sólo ansiaba quedarse entre aquellos lotófagos, dando
al olvido el regreso, y saciarse con flores de loto.
Los conduje a las naves por fuerza y en llanto; arrastrélos
por la cala y , al fin, los dejé bien atados debajo
de los bancos. Al punto ordenaba a mis otros amigos
que embarcaran aprisa en las rápidas naves, no fuese
que comieran algunos la flor y olvidasen la patria.
Diligentes entraron a bordo, pusiéronse al remo
y, sentados en fila, batieron las aguas grisáceas".

Canto IX

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Cuando seas padre comerás huevos

Hoy día, el mundo ya no es como era antes y yo me pregunto en qué clase de insulsa sociedad voy a criar a mis hijos. En qué mundo enfermo van a formarse como personas, si yo que me he criado en uno más propio he salido así pese a los esfuerzos de mi padre...

Cuando seas padre comerás huevos, siempre me lo decía mi madre cada vez que le preguntaba el porqué de que papá se tirara largas tardes en el sillón, entre mil papeles y con una extraña música de fondo, yo no lo comprendía.

Me he tirado largas tardes, todos los jueves al lado de mi padre, siempre fui un crío inquieto, y me aburría profundamente en las tardes de lluvia cuando mi madre estaba trabajando, me dedicaba a guerrear con mi pacífico pero iracundo hermano pequeño ya que mi padre no nos hacía mucho caso, la ley del más fuerte.

De todas formas, a medida que pasaron los años mi padre seguía ahí, en su butaca rodeado de sus discos y su olor a tinta y a oficina, con sus papeles, sus libros y sus inconfundibles gafas de los años 50. Mi padre es físico, y yo no lo sabía pero todos están locos, me lo dijo un día un compañero de colegio.

Resulta que mi padre me quería, me cuidaba y se preocupaba de mí, pero yo he crecido torcido, no he sido el hombre que él esperaba que fuese, hay algo que me impide ser un buen tipo y no puedo controlarlo, y me odio por ello. Un dia mi padre dijo que si no fuera por mi madre el no habría querido tener hijos, no me lo dijo para herirme, me lo dijo porque no podía conmigo...

Me marché, y aquí estoy, intentando pensar cómo poder devolverme esas tardes de jueves, que aunque yo no lo supiera han hecho de mí un espejo de mi padre, me encuentro aquí, estudiando física, mientras escucho a Van Morrison y mis gafas de los 50 me dicen que necesitan una patilla nueva, qué cosas.

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Pata Negra

Leopoldo María Panero (Madrid, 1948), hijo de Leopoldo Panero y Felicidad Blanc. Precoz y maldito. A la edad de cinco años sorprendía a Dámaso Alonso con sus composiciones poéticas. En los ’60 debió ser internado varias veces en hospitales psiquiátricos, por excesos de drogas e intentos de suicidio. Más tarde diría: “Me autodestruyo para saber que soy yo y no todos los demás”.
Fuma como un condenado a muerte y se declara dipsómano como Edgar Allan Poe. Para muchos es el mejor poeta vivo de España. Sin embargo, no es ampliamente leído por las nuevas generaciones. Él mismo reconoce: “Nunca ha ido un poeta joven a visitarme al manicomio de Las Palmas. Desconozco lo que escriben”
- ¿Quién es Leopoldo María Panero?
- No sé. Me conozco a mí mismo y me parezco a Francis Scott Fitzgerald; eso es todo. Cuando nadie puede hablar de su vida, saber quién es, la existencia sencillamente se hace infructuosa.

- ¿Cuándo fue la primera vez que estuviste internado en una clínica psiquiátrica?
- En Barcelona, por un intento de suicidio que tuve. Allí leí el libro de un psiquiatra católico, un tal Baruch. Fue el primero que abogó en contra de la aplicación del electroshock. Hablaba en pro de un apoyo moral al enfermo, en lugar de tanto rollo con el psicoanálisis. Y como decía Eurípides: “La idea es perderse, si no te vuelven loco”.

- Tú dijiste que las clínicas psiquiátricas son sistemas carcelarios, porque al paciente lo estarían interrogando constantemente…
- Está “en el eterno derecho de la no posible apelación”, como diría Foucault. Los psiquiatras son como los detectives. Su interrogatorio utiliza las mismas técnicas que el policial; el psiquiatra piensa, infaliblemente, que su víctima miente.

- ¿Qué piensas de la esquizofrenia?
- El rechinar de la mandíbula del llamado esquizofrénico –como lo señalé en el prólogo a mi libro de poemas Teoría del miedo, el año 2001– y su risa inexplicable son actos ‘canibálicos’ como el poema quisiera ser: un acto ‘canibálico’; un intervalo en la desesperación, como un porro que suspende la vida.

- En 1992 publicaste el poemario Piedra negra o del temblar. Allí hay un poema titulado Yo, Francois Villon, que es una adaptación del texto escrito por el bardo francés del siglo XVI. ¿Lo recuerdas?
- Recuerdo parte del texto: “Yo, Francois Villon, a los cincuenta y un años / gordo y corpulento, de labios color ceniza / y mejillas que el vino amoratara, / a una cuerda ahorcado / lo sé todo acerca del pecado”. En España es el poema más sacrílego de todos los tiempos. Hay que ser el anticristo y el demonio para que no se lo carguen a uno en ese país de nazis.
- En una entrevista que concediste a Babelia, suplemento del diario El País, en el año 2001, dijiste: “Estoy harto de ser Leopoldo María Panero”. ¿Por qué?
- Es verdad. Estoy de mí hasta el puto culo. Está escrito que voy a suicidarme algún día, pero no por ahora. Richard Castell escribió en su “Oda al psiquiátrico”: “Hay que interrogarse como en un secuestro de alienados”.

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Caosmeando

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