jueves, 22 de noviembre de 2007

Óneiros III

En Mongolia, camino entre los pastos y las piedras de la estepa. Mis hermanos me esperan para jugar. Yo soy la mayor, tengo que cuidarlos. Juntaré estiércol y haremos casas como las de la ciudad, una encima de la otra. Yo viviré en la de arriba porque las de abajo deben de ser muy oscuras. Como no tendrán luz serán tristes y los que vivan allí dormirán todo el día. No verán las flores del campo ni las hojas de los árboles. Ni oirán cantar a los pájaros. Es muy cansado recoger estiércol, está pegado al suelo. Debo traer mucho estiércol a la yurta porque mamá encenderá un buen fuego para la comida y quiero que sobre un poco para que las casas sean muy altas. Como las de la ciudad. Pero no deben tapar las nubes. Por la tarde miro el cielo con mi hermana. Buscamos formas en las nubes y nos reímos cuando vemos un carro, caballos, leones. Yo nunca he visto un león pero sé cómo son. El otro día vi un gato con la cara roja sandía. Y la luna con un gorro de caracol donde se escondía. Ahora bajo al río y me lavo las manos, con cuidado de no mojarme el dee. Mamá lo cosió anoche y es azul y brillante. Es azul cielo.

3 comentarios:

Uno, trino y plural dijo...

Joder... me quito el sombrero, cuanta belleza y visiones contenidas en tan poco breve espacio de tiempo y espacio.

Anónimo dijo...

Precioso. Delicado. El fragmento que más me ha gustado hasta ahora.

Uno, trino y plural dijo...

Dulce...

Caosmeando

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