" Si a vergonzoso estado reducido
me hubiera el duro y áspero destino,
y si ésta mi caída hubiera sido
debajo de hombre y capitán indino,
no tuve así el brazo desfallecido
que no abriera a la muerte yo camino
por este propio pecho con mi espada,
cumpliendo el curso y mísera jornada;
" mas juzgándote digno y de quien puedo
recebir sin vergüenza yo la vida
lo que de mí pretendes te concedo
luego que a mí me fuere concedida;
ni pienses que a la muerte tengo miedo,
que aquesa es de los prósperos temida,
y en mí por esperiencia he probado,
cuán mal le está el vivir al desdichado.
" Yo soy Caupolicán, que el hado mío
por tierra derrocó mi fundamento,
y quien del araucano señorío
tiene el mando absoluto y regimiento.
La paz está en mi mano y albedrío
y el hacer y afirmar cualquier asiento
pues tengo por mi cargo y providencia
toda la tierra en freno y obediencia,
" Soy quien mató a Valdivia en Tucapelo,
y quien dejó a Purén desmantelado;
soy el que puso a Penco por el suelo
y el que tantas batallas ha ganado;
pero el revuelto ya contrario cielo,
de vitorias y triunfos rodeado,
me ponen a tus pies a que te pida
por un muy breve término la vida.
" Cuando mi causa no sea justa, mira
que el que perdona más es más clemente
y si a venganza la pasión te tira,
pedirte yo la vida es suficiente.
Aplaca el pecho airado, que la ira
es en el poderoso impertinente;
y si en darme la muerte estás ya puesto,
especie de piedad es darla presto.
" No pienses que aunque muera aquí a tus manos,
ha de faltar cabeza en el Estado,
que luego habrá otros mil Caupolicanos
mas como yo ninguno desdichado;
y pues conoces ya a los araucanos,
que dellos soy el mínimo soldado,
tentar nueva fortuna error sería,
yendo tan cuesta abajo ya la mía.
" Mira que a muchos vences en vencerte,
frena el ímpetu y cólera dañosa:
que la ira examina al varón fuerte,
y el perdonar, venganza es generosa.
La paz común destruyes con mi muerte,
suspende ahora la espada rigurosa,
debajo de la cual están a una
mi desnuda garganta y tu fortuna.
" Aspira a más y a mayor gloria atiende,
no quieras en poca agua así anegarte,
que lo que la fortuna aquí pretende,
sólo es que quieras della aprovecharte.
Conoce el tiempo y tu ventura entiende,
que estoy en tu poder, ya de tu parte,
y muerto no tendrás de cuanto has hecho,
sino un cuerpo de un hombre sin provecho.
" Que si esta mi cabeza desdichada
pudiera, ¡ oh capitán ! satisfacerte,
tendiera el cuello a que con esa espada
remataras aquí mi triste suerte;
pero deja la vida condenada
el que procura apresurar su muerte,
y más en este tiempo, que la mía
la paz universal perturbaría.
" Y pues por la esperiencia claro has visto,
que libre y preso, en público y secreto,
de mis soldados soy temido y quisto,
y está a mi voluntad todo sujeto,
haré yo establecer la ley de Christo,
y que, sueltas las armas, te prometo
vendrá toda la tierra en mi presencia
a dar al Rey Felipe la obediencia.
" Tenme en prisión segura retirado
hasta que cumpla aquí lo que pusiere;
que yo sé que el ejército y Senado
en todo aprobarán lo que hiciere.
Y el plazo puesto y término pasado,
podré también morir, si no cumpliere:
escoge lo que más te agrada desto,
que para ambas fortunas estoy presto."
(La Araucana, Alonso de Ercilla)
lunes, 17 de agosto de 2009
Las últimas palabras de Caupolicán
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