jueves, 20 de marzo de 2008

CODEX SERAPHINIANUS: La Enciclopedia Ilustrada de un mundo ficticio



1976. El arquitecto e ilustrador italiano Luigi Serafini, de 27 años, vuelve a su Roma natal después de un intenso viaje de varios meses por la agitada costa californiana. La sociedad norteamericana aún está intentando amoldarse a los cambios que la convulsa década anterior ha instalado en su seno. Sus experiencias en el entorno de las comunas hippies, su modo de vida y su concepto de la realidad dejan una profunda huella en el. A esta se unen ideas, conceptos, influencias e imágenes que ya rondaban hace tiempo por su cabeza. Durante mas de 2 años, cual amanuense de abadía medieval, y con poco mas que una caja de lapices de colores, Serafini dará forma a su particular tratado de casi 400 páginas.

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Como una Alicia cruzando el espejo, el romano irá desplegando, como si de una suerte de colorista escritura automática se tratara, una obra tan fascinante como inconexa, tan bella como subyugante y tan hipnótica como, en el fondo, falta de sentido. O quizás no. Pues es la necesidad de encontrar el reflejo, la lógica interna, los paralelismos que a veces nos desvela el arte, la que nos atrae como polilla a la brillante llama de este códice, la que obliga una y otra vez, por curiosidad o por placer, a volver a las crípticas imágenes, a perderse en el "arrebato" de la contemplación de la bello y lo doloroso, lo sublime y lo mundano, lo épico y lo cómico de un mundo de plantas, animales, seres, vestimentas, ciudades, objetos, costumbres y maneras quizás no tan alejado del nuestro propio.


En palabras del autor:

"Cuando empecé a pensar en la lengua que había de acompañar las ilustraciones, me di cuenta de que estaba saliendo ella sola del lápiz. De todas formas, creo que tiene elementos estéticos del alfabeto árabe, de la escritura cuneiforme y de algunas lenguas muertas"

"Hay gente que no me cree, gente que dice que he sido raptado por unos marcianos y otros que se arrancarían el pelo por encontrar una secuencia matemática en esa lengua. Pero no hay nada de todo eso. Yo soy firmemente laico y, sin embargo, creo en el arte. Si nos detenemos a mirar una pintura de Velázquez, vemos decenas de enigmas, misterios incluso indescifrables. Lo mismo ocurre con esa escritura que, de repente, me inventé. Se trata de una visión, de un lenguaje soñado. El misterio, para mí, consiste sencillamente en el acto artístico"

"Si ahora miro atrás y me veo dibujando en mi estudio de Sant'Andrea delle Fratte, tengo la sensación de que este libro fue como un grifo. Se abrió sin una razón aparente, empezó a caer agua a chorros y se cerró dos años y pico después. Algún día puede que se vuelva a abrir. Creo que mi deseo de aquella época se ha cumplido sólo ahora. Ahora que circula esta edición, mucho más barata, y ahora que existe Internet. En las comunas hippies americanas aprendí que era importante compartirlo todo, que las cosas existen sólo entrando en red, en conexión entre sí y con la gente".

"Para ver esas conexiones, para descifrar el lenguaje, no sirve de nada saber leer. Sólo hay que ser niño, o volver a ser pequeño. Si hubiera tenido un Codex a los cinco años habría sido feliz. Hay que intentarlo, ¿no?"


No en vano, personajes tan dispares como Federico Fellini, Umberto Eco o Tim Barton han declarado en alguna ocasión su pasión por la obra, que aún hoy en día sigue siendo una de las joyas del catálogo de aquellas editoriales que lo publican en diversos paises. A precios, eso sí, bastante alejados del bolsillo menos pudiente. Pero no hay que alarmarse, pues como el propio autor deja entrever en sus declaraciones, Internet es el lugar idóneo para encontar todo aquello que se busca...

Para terminar unas imágenes que, nunca mejor dicho, dicen mas que 1000 palabras:























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Caosmeando

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