“Hagamos que los poderosos y los nobles se cuelguen y estrangulen con los intestinos de los clérigos,de los poderosos y de los nobles, que son quienes pisotean a los pobres, los atormentan y hacen de ellos seres desgraciados".
Thomas Münzer en julio de 1524 declara la hora en que los tiranos van a ser eliminados físicamente para instaurar el reino milenario de Cristo, un reinado de la justicia.
«¡Queridos hermanos, combatid el combate del Señor! El poderoso quiere hacer su juego: la última hora de los malvados sonó. ¡Adelante, que el hierro está candente!.
Que la espada, empapada de sangre, no tenga tiempo de enfriarse. Derrumbemos los castillos y sus moradores. ¡Dios está con vosotros; vamos, vamos!».
Münzer había unido íntimamente las nuevas tendencias políticas con las ideas de la reforma religiosa, retomaba la doctrina de los primeros cristianos: fraternidad universal, comunión de
bienes. Quería sustituir con el reino de Cristo al carcomido imperio. El culto sensible sería abolido
en el nuevo reino, toda ley exterior, todo poder seglar; los hombres son todos iguales, comunes
sus bienes, no tendrá cabida el dinero en el nuevo reino. Los propietarios y señores que se
opusiesen al reparto de los bienes serían decapitados: «¡tiranos -decía Münzer- que quieren extirpar la fe cristiana, deben ser eliminados!» Deleitados con sus discursos entusiastas, los campesinos se apretujaban, a millares, alrededor del nuevo profeta, que les anunciaba la creación del reino de Dios en la tierra, con la abolición de los privilegios y de los derechos señoriales. Decía: «Todos somos hermanos, ¿de dónde, pues, la riqueza y la pobreza?
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Entregadnos ricos del siglo, avaros usurpadores, entregadnos estos bienes que retenéis injustamente.»
Cuando entraban en una aldea decía a los campesinos: «queridos hermanos, ¿hasta cuándo estaréis dormidos?», incitando a asesinar a los príncipes y señores. Incendiaban iglesias y el
campesinado le seguía. «Los campesinos de Eichsfeld se han divertido no poco con sus señores. ¡Imitadlos!. Mientras quede un noble con vida viviréis con temor».
Estalla la rebelión armada, y Münzer, cura católico franciscano, se convierte en profeta y guerrero, líder campesino que demostraba a los campesinos que el cambio de sociedad era posible a través de la violencia atacando las bases de la sociedad para sustituirlas por otras basadas en el comunismo religioso. El movimiento de Münzer deponía a los párrocos, destruía los conventos, asaltaba las fortalezas y castillos de los nobles.
Lutero escribe un duro panfleto: «Contra las bandas ladronas y asesinas de los campesinos».
Acusa a los campesinos de realizar una «obra diabólica» y a Thomas Münzer de «archidiablo»,
«que no hace otra cosa sino robos, asesinatos y derramamiento de sangre». Los revoltosos han cometido «tres horribles pecados contra Dios»: juraron fidelidad a la autoridad y ser súbditos obedientes y se levantaron contra sus señores; provocan la rebelión, roban y saquean; y, finalmente, encubren todos estos horrendos y crueles pecados con el Evangelio.
Lutero en 1525 escribiendo a los nobles, en un lenguaje furioso, contra estos grupos decía:
«Que sean aplastados, asfixiados y apuñalados tanto en público como en privado por cualquiera que pueda hacerlo, así como se mata a golpes a un perro rabioso. La magistratura que vacila, peca; ya que no satisface a los campesinos pertenecer al diablo. Sino que arrastran a muchos piadosos a su perversión y condena. Por lo tanto, apreciables señores, matad cuantos campesinos
podáis: disparen, apuñalen, aplasten, y estrangulen a todos los que puedan. Feliz si mueres en el empeño, mueres en obediencia a la Palabra divina; no se puede obtener muerte más bendita.»
Lutero afirma que si un príncipe o señor «no castiga con la muerte o con el derramamiento de sangre es culpable de todas las muertes y de todos los males que cometan esos canallas». «Un príncipe puede ganar el cielo derramando sangre mejor que otros rezando». La rebelión es intolerable, y «un buen cristiano tendría que sufrir cien muertes antes que comprometerse en el asunto de los campesinos».
Los príncipes se unieron al emperador, católicos y reformistas, para sofocar la revolución. El 15 de Mayo de 1525, los hombres de Münzer, mal armados, no pudieron con el ejército
de los príncipes. Los señores aplastaron 5000 campesinos y todos los prisioneros fueron decapitados. A Münzer no lo mataron enseguida. Al principio, seguía diciendo que su intención era liberar a toda Alemania del yugo de los príncipes. Pero, tras el procedimiento habitual en estos casos de la Iglesia Católica, Münzer reconoció sus errores tras ser torturado, que los campesinos se dejasen de revueltas, de ser propagador de blasfemias y herejías contra los dogmas de la iglesia católica que, ahora, reconocía como infalibles.
En la plaza de Mülhausen y tras el escarnio público fue decapitado para gloria de Dios.
jueves, 26 de marzo de 2009
La guerra de los campesinos. Münzer y Lutero.
Mil
Dame mil besos, y después cien,
Y después otros mil y otros segundos cien,
Y, sin parar, hasta llegar a mil más, y después cien.
Finalmente, cuando nos hayamos dado tantos miles,
Los dejaremos en el olvido, para no recordarlos,
Y para que nadie sienta envidia
Al saber que entre nosotros hubo tantos besos. (Catulo)
Unos quinientos días después de ponerse en marcha el Caosmos XiV llega a la entrada mil, pronto habrá una entrada mil uno y una entrada mil dos y la entrada mil cuatro será de cine quizá, no sabemos cuándo llegará la entrada 2000 ni qué significa exactamente "pronto" pues el caosmos es un organismo vivo que tiene su propio ritmo, que está aquí siempre aunque a menudo parezca estar en letargo, que se nutre de los regalos de su tripulación una, trina y plural, y de su pasaje, que toma forma de verbena o de nave fantasma
Hasta la entrada π, la 1001, la 2000, o la última entrada que la nave Caosmos pueda proporcionar antes de que se le agote el carburante, sólo podré decir una cosa: