viernes, 30 de noviembre de 2007

Caldillo de congrio

Aquí va una auténtica receta, se pueden seguir de maravilla las instrucciones,de Odas elementales, de Pablo Neruda:

Oda al caldillo de congrio

En el mar
tormentoso
de Chile
vive el rosado congrio,
gigante anguila
de nevada carne.
Y en las ollas
chilenas,
en la costa,
nació el caldillo
grávido y suculento,
provechoso.

Lleven a la cocina
el congrio desollado,
su piel manchada cede
como un guante
y al descubierto queda
entonces
el racimo del mar,
el congrio tierno
reluce
ya desnudo,
preparado
para nuestro apetito.

Ahora
recoges
ajos,
acaricia primero
ese marfil
precioso,
huele
su fragancia iracunda,
entonces
deja el ajo picado
caer con la cebolla
y el tomate
hasta que la cebolla
tenga color de oro.

Mientras tanto
se cuecen
con el vapor
los regios
camarones marinos
y cuando ya llegaron
a su punto,
cuando cuajó el sabor
en una salsa
formada por el jugo
del océano
y por el agua clara
que desprendió la luz de la cebolla,
entonces
que entre el congrio
y se sumerja en gloria,
que en la olla
se aceite,
se contraiga y se impregne.

Ya sólo es necesario
dejar en el manjar
caer la crema
como una rosa espesa,
y al fuego
lentamente
entregar el tesoro
hasta que en el caldillo
se calienten
las esencias de Chile,
y a la mesa
lleguen recién casados
los sabores
del mar y de la tierra
para que en ese plato
tú conozcas el cielo.

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De Juan Gelman

Recomiendo entrar en La Bitácora de Gelman

OPINIONES

Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.

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TE NOMBRARÉ VECES Y VECES...

Te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con Paco.
Otro lo mato con Rodolfo.
Con Haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo muertito.
Voy a venir con Diana y te mataré.
Voy a venir con José y te mataré.
Te voy a matar derrota.
Nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.
Vivo o muerto
un rostro amado
hasta que mueras
dolida como estás
ya lo sé.
Te voy a matar
yo
te voy a matar.

LA ECONOMÍA ES UNA CIENCIA

En el decenio que siguió a la crisis
se notó la declinación del coeficiente de ternura
en todos los países considerados
o sea
tu país
mi país
los países que crecían entre tu alma y mi alma
de repente duraban un instante y antes de irse
o desaparecer dejaban caer sábanas
llenas de nuestros sexos
que salían volando alrededor como perdices.
¿Quiere decir que cada vez que hicimos el amor
dejábamos nuestros sexos allí,
y ellos seguían vivitos y coleando como perdices suavísimas?
Qué raro, mirá que lavábamos las sábanas
con subordinación y valor
para que los jugos de la noche pasada
no inauguraran el pasado
y ningún pasado pusiera una oficina entre nosotros
para ordenarnos el hoy
porque el alma amorosa es desordenada y perfecta
tiene mucha limpieza y lindura
se necesita todo un Dios para encerrarla
como le pasó a Don Francisco
que así pudo cruzar el agua fría de la muerte.
Es bien raro eso de nuestros sexos volando
pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo
y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia
y dulzura y valor
me parecía oír un pajarerío en el bosque de vos
como amor encendiendo otro amor,
o más, es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban
y se ponían a dar vueltas entre ellos
como maripositas encandiladas por el fuego
y se querían morir de nuevo
buscando incesantemente la libertad
y había un país entre la vida y la muerte
donde todo era consolación y hermosura
y no poseíamos nuestro corazón
y nuestros sexos se perdían como almas en la noche
y nunca más los volvíamos a ver para entender
estudio los índices de la tasa de inversión bruta
los índices de la productividad marginal de las inversiones
los índices de crecimiento del producto amoroso
otros índices que es aburrido hablar aquí
y no entiendo nada.
La economía es bien curiosa
al pequeño ahorrista del alma lo engañan en wall street
los sueldos de la ternura son bajos
subsiste la injusticia en el mercado mundial del amor,
el aprendiz está rodeado de nubes que parecen elefantes,
eso no le da dicha ni desdicha
en medio de las razones
las redenciones
las resurrecciones.
Se lleva el alma a la nariz para sentir tus perjúmenes
estoy viendo volar los pajaritos que te salían del sexo
mejor dicho
de más allá todavía
de todo lo que valías
o brillabas
o eras
y dabas como jugos de la noche.



ORACIÓN DE UN DESOCUPADO

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,!
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
Como pocos, a lo largo de una vida Gelman ha vivido y ha muerto varias vidas

Los padres de Juan nacieron en Ucrania. Era el segundo matrimonio de su padre. Ambos eran judíos ashkenazy. Ante la difícil situación política y económica la familia emigra a Argentina en 1928 (coincide el año con el destierro de Trotsky), y se instalan en Buenos Aires, en el barrio de inmigrantes de Villa Crespo. En los papeles que consiguió en la urss para salir el padre de Juan se puso de apellido Hellmann, pero en la aduana argentina ponían los nombres como mejor los oían. Juan nace en Villa Crespo en 1930, y le ha sido siempre de una fidelidad íntegra, igual que al Atlanta, el equipo del barrio, del que es miembro distinguido. La biblioteca del club tiene su nombre.

En 1930 Uriburu da un golpe de Estado y se adueña del poder. En Argentina los treinta son llamados la década infame. Asesinatos, cárcel y persecuciones se institucionalizan. La picana eléctrica se hace moneda de uso corriente y brilla con insólita luz propia como gran torturador Leopoldo Lugones hijo.

En su niñez Gelman descubre el piano, visita deslumbrado el Teatro Colón y empieza a sentir en el alma el tango. Oye a su padre como a un eco hablar de la Guerra civil española. Su hermano Boris le lee a Pushkin en ruso y nace en él algo como una música, como "una resonancia interior", que aún no sabría definir.

Perteneciendo, como dice, a la "generación de la radio", admira, como todo argentino que se quiere, a Carlos Gardel, quien no nació en Argentina, y a Ángel Vargas, con su particular manera de interpretar los tangos entre la palabra dicha y la palabra cantada.

Encarcelado en la isla de Martín García, Juan Domingo Perón, ayudado por Eva Duarte, Evita, sale de la prisión en 1945 y gana inmediatamente después las elecciones. Evita empieza a surgir como "la abanderada de los humildes". Empezarían diez años de peronismo contradictorio: de grandes conquistas obreras y de gangsterismo y corrupción. En 1952 hay dos tragedias para los peronistas: pese al clamor popular, ante la presión feroz de los militares, Evita no compite como vicepresidenta en la fórmula con el marido, y poco después muere de cáncer. Nacía una leyenda.

A fines de los cuarenta Gelman se vuelve un fervoroso lector de poesía, y por afinidad selectiva o filiación de espíritu, se siente íntimamente próximo a la lírica de César Vallejo, en especial de un libro (Trilce), y a la lírica de Raúl González Tuñón, donde halla una gran amplitud de miras y admira cómo ahonda en sus versos el alma de Buenos Aires. Desde entonces Gelman sabe que "se vive no de la poesía sino para la poesía". La poesía es la que nos visita, nosotros no la escribimos. Se escribe o te escribe. Las influencias no sólo son poéticas, nacen de la realidad. Todo es fuera. Las palabras vienen de fuera. Para escribir hay que interrogar la realidad interrogándose.

En los años cincuenta lo marca políticamente el libro de Gregorio Selser sobre Sandino. El 16 de junio de 1955 los militares derrocan a Perón. Quedan 350 muertos dispersos en las calles. Al golpe de Estado los militares lo llaman curiosamente, con un lenguaje de izquierda, La Revolución Libertadora. En el fuselaje de los aviones que bombardean el centro de la ciudad se lee: CRISTO VENCE. Asciende primero al poder el general Eduardo Lonardi y casi inmeditamente después el general Pedro Eugenio Aramburu. Se proscribe el peronismo. A la persecución hay una resistencia organizada. Gelman se afilia al Partido Comunista Argentino.

Ocurre la Revolución cubana. En un principio deslumbrado Juan aun escribe un poema a Fidel. Se busca una nueva vía para la revolución en Argentina: una revolución en castellano. Hay varios frentes guerrilleros; los únicos realmente fuertes son Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo. En los ’60 se suceden en el poder en Argentina, Frondizi, Onganía, Levingston y Lanusse. En Trelew son fusilados diesiéis opositores.

En los decenios de los sesenta y los setenta emerge en Argentina un nuevo periodismo. Un periodismo de búsqueda donde se abren las ideas y se suscita la controversia. Gelman colabora en la famosa revista Crisis.

El 25 de mayo de 1973 regresa el peronismo al poder con Héctor Cámpora y poco después vuelve Juan Domingo Perón para asumir la presidencia. Perón (im)pone como vicepresidenta a su nueva esposa Isabelita. A la muerte de Perón en 1974, asciende Isabelita, y con José López Rega, ministro de Bienestar y consejero áulico de la nueva presidenta, la derecha peronista se apropia del poder. Empieza una nueva pero más larga y terrible noche: durará casi diez años. López Rega crea un grupo paramilitar, la Triple A, que asesina opositores, incluyendo los del mismo partido peronista. En una equivocación, que pagarían muy cara, los Montoneros se van a la clandestinidad. Gelman, que pertenece a los Montoneros, viaja en 1975 a Europa, enviado por la organización, para denunciar los crímenes y las violaciones a los derechos humanos en su país. El 24 de marzo de 1976 los militares toman el poder: en siete años harían el peor exterminio sudamericano del siglo xx. La poesía de Gelman cambiaría radicalmente.

El 24 de agosto de 1976 aprehenden a su hijo Marcelo y a su nuera Claudia. A Marcelo, luego de torturarlo, lo ultiman de un tiro en la nuca, y su nuera es llevada a Montevideo, encarcelada, y luego de dar a luz, la matan. La hija es entregada a quien fue designado jefe de policía del departamento de San José por el entonces presidente Sanguinetti y a su esposa. El matrimonio era estéril.

En Argentina se crean 350 centros de detención que se reparten el ejército, la armada y la fuerza aérea. Empieza a darse una lista infinita de muertos y desaparecidos. Surgen las madres de la Plaza de Mayo (la plaza central de Buenos Aires), que dan vueltas y vueltas en círculo, pidiendo la aparición con vida de sus hijos. Más de una vez son infiltradas, entre ellas, por Alfredo Astiz, el llamado Ángel de la Muerte, uno de los hombres más inmundos y despreciables de la dictadura. Algunas son también desaparecidas. Los militares tratan de desviar la atención de sus crímenes con el Mundial de Futbol de 1978. La dirigencia de los Montoneros, en una acción demencial, intenta la contraofensiva. Arguyen que la dictadura está como un boxeador groggy, que sólo espera el golpe final. No importa cuántos mueran o sean apresados; lo importante es salir en los periódicos. Un grupo de los Montoneros, entre ellos Gelman, se oponen. Gelman renuncia a la organización. Es sentenciado a muerte por la dirigencia de los Montoneros. Ahora tiene dos condenas a muerte: la de la dictadura y la del grupo guerrilero. En la contraofensiva suicida de los Montoneros mueren decenas de militantes.

Son para Gelman años de infinito dolor y desamparo por el penoso exilio, la situación del país, la muerte del hijo y de compañeros como Francisco Urondo, Rodolfo Walsh y Miguel Ángel Bustos, el no saber cuándo terminará todo... Pese a vivir en Italia y Francia siente esas culturas como algo ajeno. Pasa años sin escribir. Desde principios del decenio de los ochenta no pertenece a ningúun partido político.

Hay un grupo de vigilancia y seguimiento de los exiliados en París llamado Centro Piloto, integrado por efectivos de la esma, perteneciente a la armada argentina. Los militares se infiltran incluso entre los exiliados. Un infiltrado es Alfredo Astiz.

En el exilio el ateo Gelman lee sobre cábala y descubre de nuevo y los lee de otra manera a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa. Encuentra en ellos un fundamento de su tragedia personal: la presencia ausente de lo Amado: Dios, la patria, el hijo, los compañeros muertos... Eso da como resultado su libro Citas y comentarios, que es el primer canto de la derrota. Escribe su desgarrador libro al hijo. En 1980 publica Bajo la lluvia ajena, donde ya se halla el exilio explícito.

Se va a Nicaragua. Trabaja para una agencia de noticias. En enero de 1982 se entera por su consuegra y su hermana de la muerte de su madre, de quien le llega una carta veinte días después de que ella muere. Una línea de la carta resuena en él: "Hijo, estoy cansada."

El 2 de abril de 1982 al general Leopoldo Galtieri se le pasan los whiskys y el ejército argentino invade Las Malvinas. Los ingleses van a la guerra y setenta y tres días después el ejército argentino se rinde. Se convoca a elecciones. El 6 de diciembre de 1983 sube el radical Raúl Alfonsín a la presidencia. Gelman continúa procesado. Pese a su raíz ashkenazy, escribe en sefaradí su libro Dibaxu, que no es otra cosa que el español que se hablaba en los tiempos del Myo Cid.

Sólo puede volver a Buenos Aires en 1988. Los recuerdos lo aplastan: "En catorce años la ciudad había cambiado y yo había cambiado." Los lugares por donde andaba o se reunía con amigos o donde oía tangos ya son otra cosa o no existen. El Café Trianón, por ejemplo, era un supermercado.

Conoce a Mara Lamadrid, su última mujer, con quien se viene ese 1988 a vivir a México. En los noventa gobierna Argentina el autollamado peronista Carlos Menem. Lo sucede desastrosamente el radical Fernando de la Rúa, que debe renunciar luego de una matanza de manifestantes a quienes el gobierno les ha robado hasta los ahorros. A fines de esa década, con su esposa Mara, investigan durante tres años siguiendo pistas y, contra cientos de obstáculos, encuentra en Uruguay el lugar donde se halla su nieta Macarena y dónde está enterrada su nuera Claudia. La primera ya cambió el apellido y ahora es Gelman García; el presidente Batlle se niega a buscar los restos de María Claudia y el presidente Tabaré Vázquez ordena excavar en dos cuarteles sin que se hayan encontrado todavía. "Es imposible que alguien desaparezca. El derecho de una tumba es el derecho más elemental", dice Gelman. No hay derecho a que sigan en la tiniebla los desaparecidos.

En los primeros años de 2000 vienen los grandes reconocimientos. Entre muchos premios le dan el Juan Rulfo, el Ramón López Velarde, el Pablo Neruda, el Reina Sofía. En Argentina la utopía se había desecho o había partido con los muertos y desaparecidos y con el menemismo gangrenado, pero Gelman cree, ha vuelto a creer, que el final de la utopía es el principio para dar paso a una utopía mejor.

Hoy le han concedido el premio Cervantes.





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El arte y el fútbol

Alineación propuesta por Juan Villoro http://www.sololiteratura.com/vill/juanvilloro.htm
en la mexicana Revista Digital Universitaria:
Camus de portero,
Dostoievsky y Tolstoi como centrales, Hemingway y Faulkner en el puesto de carrileros,
Borges para recuperar balones e ideas ajenas, Cervantes en funciones de organizador,
Nabokov como enlace ofensivo versátil,
Kafka e Italo Calvino de extremos
y Chéjov como delantero artífice de brevedades.
Como todo el mundo es un seleccionador, ¿propondrías algún cambio?
Y aquí El arte y el fútbol, un artículo de Juan Villoro en Ciberoamérica:

Malraux definió nuestra época como “el extraño siglo de los deportes” y Huizinga al ser humano como homo ludens. Tomadas al pie de la letra, estas ideas sugieren que la civilización contemporánea es la historia del juego organizado y debe ser estudiada en las canchas y los vestidores.
Es obvio que tan benévolas opiniones sobre la trascendencia del juego no son compartidas por la mayoría. Si algo caracteriza nuestra humana condición es la capacidad de estar en desacuerdo. Numerosos analistas han dedicado páginas de severidad marcial a criticar las pasiones excesivas, la manipulación de la conducta y el embrutecimiento generalizado que se dan cita en los estadios. Para colmo, el más popular de los deportes se juega con los pies, lo cual se opone a la historia de la evolución. El hombre desciende de un homínido que comía frutas y era incapaz de servirse del pulgar oponible; en consecuencia, una actividad que cancela el uso de las manos semeja un retorno a la barbarie. ¿Cómo es posible que la especie que inventó el sistema decimal, de tanto contarse los dedos, se apasione con un juego donde sólo el portero tiene dispensa para usar las extremidades prohibidas?

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En sus más simples fundamentos, el fútbol propone un regreso a las cavernas, donde las manos servían de muy poco. Por eso el poeta Antonio Deltoro ha escrito que sus batallas representan “la venganza del pie sobre la mano”. La fascinación elemental del “juego del hombre”, como lo bautizó el cronista Ángel Fernández, proviene de su tosca dificultad y su vínculo con un tiempo primigenio. ¿Qué significa este retroceso en el tiempo? Que el domingo podemos recuperar lo que aún tenemos de tribu encandilada por el fuego, del griego que confunde a los dioses con los mortales, del niño convencido de que los héroes duran 90 minutos.

Las definiciones de Malraux y Huizinga son certeras, pero requieren de una precisión histórica: durante años el hombre chutó balones con placer sin aceptar que esa actividad definía su vida. Los miles de ojos ávidos que atestiguaban un partido no pertenecían a la cultura.

Numerosos artistas repudiaron el fútbol como una droga social o prefirieron mantener en secreto su afición por los goles para evitar que sus pinceles, sus plumas o sus leotardos se mezclaran con las gestas resueltas a patadas. El balón dominado con pericia y las barridas enjundiosas parecían ajenas a las tareas de los estetas. Incluso las mitologías que acompañan a los equipos y a los ídolos --el fútbol como imaginativa forma de representación-- se descartaban como saldos groseros, fundamentalistas, de un oficio que a fin de cuentas sólo servía para transpirar.

Resulta difícil concebir a Sartre, hombre de letras, comprometido con la razón veinticuatro- horas al día, preocupado por la suerte del Paris Saint Germain. Aunque los guardametas de la época usaban el suéter de cuello de tortuga de los existencialistas, el indagador del ser y la nada no fumaba su pipa en los estadios.En una de sus clásicas paradojas, Oscar Wilde comentó: “El fútbol es un deporte de lo más apropiado para niñas rudas; pero no apto para jóvenes delicados”. El intelecto debía alejarse del tosco universo de las bestias: “La única forma posible del ejercicio es hablar”.

Hasta mediados de siglo pasado, una fuerte presión social impidió que el fútbol rebasara los límites del barrio, el descampado, el canallesco arrabal. Sin embargo, a contrapelo de las modas, tuvo cultores privilegiados.

Albert Camus creció en una familia de pobreza extrema y decidió jugar de portero porque en esa posición se gastan menos los zapatos. Años después diría que todo lo que sabía de la ética era obra del futbol, el territorio en el que se ignora por dónde saldrá el balón.

En la pintura, Max Beckmann llevó el expresionismo al área chica, Robert Delaunay inmortalizó un lance del “equipo de Cardiff”, Nicolas De Staël creó un paisaje perfectamente abstracto al que por soberano capricho tituló “Los futbolistas”, Pablo Picasso dibujó a tres fantasmones regordetes que flotan en pos de un sol hecho pelota y el mexicano Ángel Zárraga logró una sutil y perturbadora transexualidad con sus mujeres futbolistas.

El cine ha ofrecido churros como El gran escape, donde Pelé comparte créditos con Max Von Sidow, melodramas para llorar entre palomita y palomita (Pelota de trapo), rocambolescos driblings de Resortes y episodios de alta temperatura intelectual como El miedo del portero ante el penalty, de Wim Wenders, basada en la novela de Peter Handke.

Los escritores se dedican, con variada intensidad, a rendir testimonio de lo que miran en el césped: Vinicius de Moraes retrató a Garrincha, Umberto Saba a un equipo sin gloria, Samuel Becket al hombre acorralado, ansioso de que el destino le brinde un “juego de vuelta”, Günter Grass a un arquero en un estadio nocturno, Pier Paolo Pasolini a los que corren en prosa y a los que corren en poesía y Luis Miguel Aguilar a un virtuoso con tan buen toque que se electrocuta.

El futbol ha sido la más peculiar factoría de artistas: Joan Manuel Serrat aprendió a cantar en los campos del Barcelona, Chillida se dedicó a la escultura cuando una lesión lo alejó para siempre del Athletic de Bilbao y Jorge Valdano adquirió su buena prosa en las concentraciones del Real Madrid y la selección argentina.

Los tiempos han cambiado tanto que se intelectualiza el fútbol en exceso, se considera que cualquier entrenador con ingenio es un filósofo y se publican odas lamentables en nombre del amor a la camiseta. Lo decisivo, a fin de cuentas, es que el futbol se percibe como cosa mental. Nadie puede jugarlo ni verlo sin imaginación. Se los digo yo, que una vez gané la Copa del Mundo, y no tuve necesidad de despertarme.

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Caosmeando

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