miércoles, 18 de mayo de 2011

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viernes, 6 de mayo de 2011

Breve crítica a la terapia farmacológica en los trastornos mentales

¿Es suficiente la terapia farmacológica para el tratamiento de los trastornos mentales?

Bueno, quizá muchas personas creen que ante problemas de verdad, hay que dejarse de "tonterías" de terapias psicológicas, y cortar por lo sano. Al fin y al cabo, si hay un desequilibrio bioquímico, qué mejor manera de combatirlo que actuar directamente sobre él?

Pero la realidad es más compleja...

Aparte de los conocidos efectos secundarios, y de la tolerancia (requerir cada vez dosis mayores para que se produzca el mismo efecto) y dependencia que pueden generar, la medicación tiene una gran pega: no enseña nada.

Un trastorno mental es algo más que un desequilibrio neuroquímico. Decir esto es quedarse en una definición descriptiva muy reduccionista. La interacción con el entorno, los hábitos, patrones de comportamiento, etc, juegna un papel clave en la mayoría de las psicopatologías y, por supuesto, también tienen su efecto a nivel neuroquímico. Y para pasar de unos patrones de interacción disfuncionales a otros más adaptativos, se necesita aprender (o re-aprender) estos últimos.

Pongamos un ejemplo, con un caso de depresión:

Imaginemos a una persona que padece esta patología. Pensemos en que esa persona antes era "normal", pero en un momento determinado sufre algún evento aversivo importante, del tipo de la muerte de un familiar muy cercano. Esa persona, a partir de ese momento, le invade una tristeza muy potente, que traspasa temporalmente el duelo habitual que vive la mayoría de la gente ante un evento de estas características. Deja de relacionarse con los demás como hasta entonces, abandona a sus amigos, pareja, trabajo, etc. Los familiares hacen lo que pueden, la animan, pero no consiguen demasiado. En definitiva, entra en una dinámica de hábitos negativos que no hacen sino hundirla cada vez más.

En este caso, la prescripción de antidepresivos, ayudará sin duda al paciente. Le ayudará en el sentido de supondrá un primer impulso para poder empezar a reaprender hábitos positivos. Pero en ningún caso todo queda ahí.
La persona debería aprender a adaptarse a una nueva vida sin el familiar en cuestión. Y esto no se lo enseña la medicación (aunque suponga ese primer impulso). Para adaptarse hay que emprender un papel activo -y no meramente pasivo, de enfermo que espera ser curado por los medicamentos- de reaprendizaje de conductas no deprimidas, adaptándose al nuevo medio.

Esto supone una limitación muy clara. Y uno de los motivos por los que la terapia farmacológica debe tener casi siempre el apoyo de una terapia psicológica de eficacia comprobada (en el caso concreto de la depresión, ambos tipos de terapia andan en niveles parecidos de eficacia) que ayude a la adquisición de nuevos comportamientos y cogniciones.

Es un tema amplio del que se puede hablar largo y tendido. Tan solo he querido señalar, brevemente, un aspecto que muchas veces se pasa por alto.

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miércoles, 4 de mayo de 2011

Leon Gieco - Bandidos Rurales

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