Nadie quería decirle a qué hora pasaría el tren. Lo veían tan cargado de maletas, que les daba pena explicarle que allí no había habido nunca ni vías ni estación.
Lo que acabas de leer es un cuento hiperbreve de Pere Calders traducido por Joaquín Jordá. Forma parte del volumen Ruleta rusa y otros cuentos.
martes, 5 de febrero de 2008
El expreso
El lugar más mágico en el que jamás haya estado
Calatañazor, donde Almanzor perdió el tambor.
Un abrazo Gonzalo, amigo.
Y aqui se concadenan aun mas recuerdos, recuerdo un poema de Gerard Diego
Azor, Calatañazor,
juguete.
Tu puerta, ojiva menor,
es tan estrecha,
que no entra un moro, jinete,
y a pie no cabe una flecha.
Descabalga, Almanzor.
Huye presto.
Por la barranca brava,
ay, y cómo rodaba,
juguete,
el atambor.
Y recordando este poema recuerdo a mi querida abuela ( qepd ) que siempre me decia que Don Gerardo Diego le habia dado clase junto a Rafael Lapesa en el Instituo Beatriz Galindo.
Saludos Nostalgicos.
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