miércoles, 14 de noviembre de 2007

Un outsider

Bajo el sobrenombre de Sokolov se esconde la verdadera identidad, hasta ahora irrevelada, de un músico polaco afincado en Chicago. Llegó a Norteamérica a la edad de 10 años a fin de ser criado por su abuela. Tras la muerte de sus padres en una explosión de gas que derribó gran parte del edificio donde vivían, en Tarnów, cerca de Cracovia, fue ésa la forma más fácil que su tía polaca encontró para deshacerse de él. Se había salvado por estar en ese momento, y como era habitual, en el sótano del edificio grabando en un magnetófono toda clase de ruidos excitantes para su infantil cosmogonía. Dar golpes con una cuchara sobre la mesa al mismo tiempo que respiraba con fuerza, poner a funcionar el taladro y simultáneamente recitar sin entender ni una palabra fragmentos del ejemplar de El Capital que el padre tenía arrumbado en la caja de herramientas, y cosas así, era lo que le gustaba registrar en una vieja grabadora KVN. Lo habían sacado tras 3 días sin comer ni beber, cuando ya era dado por muerto. En Chicago creció encajando fácilmente, como todo músico, en una civilización como la americana, basada en el predominio del tiempo sobre el espacio. Su misma abuela se había visto sorprendida por semejante ejemplo de adaptación al medio. Tras estudiar varios años electrónica y ejercer de responsable de los sintetizadores en varios grupos de post-rock locales, sus intereses fueron derivando hacia aquello que le había ocupado en su niñez, la música abstracta y el ruidismo, y así, no era difícil verlo por diferentes barrios de Chicago armado con grabadoras y micrófonos de campo descubriendo texturas de todo tipo en inesperados instrumentos urbanos: desde el clásico clac-clac al paso de los coches sobre una tapa de alcantarilla mal ajustada, hasta la ventosidad que, de principio a fin del dibujo, emite el bote de spray de un grafitero. Después remezclaba y sampleaba esos sonidos con otras grabaciones, propias o ajenas, y así fue como comenzó a grabar sus primeros CDs, que después distribuía él mismo por tiendas y mercadillos hasta que una significativa fama de músico de vanguardia lo alcanzó. Milagrosamente, en el momento en que aquella desgracia polaca había acontecido, llevaba una cinta recién grabada en el bolsillo, la cual ha conservado. Con frecuencia la utiliza para extraer e insertar en sus actuales obras sonidos que jamás habrían existido en Norteamérica.

(Agustín Fernández Mallo: Nocilla Dream, pp. 39-40)

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Historias Trastornadas Vol. II: "Indiani Metropolitani"

Por Wu Ming 6

Después de los provos, vamos con una nueva entrega del Pequeño Larusse de historias trastornadas. En el volumen II Wu Ming 6 habla de los indios metropolitanos.

1. El deseo de ser piel roja


Ya lo decía el amigo de Max Brod: "si uno pudiera ser piel roja, siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas, porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas, porque no hacen falta riendas, y apenas viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo. "
Indios. En Italia.¿Cómo? ¿What are you saying?

Los Indios metropolitanos nacieron de aquel sojuzgante impulso de la amplificación del pensamiento en acción de finales de los 70. Ya saben, "los 70" en Italia: ese tiempo mal entendido y fácilmente liquidado con la fontanerística (y no en su acepción de proletariado autónomo de manguitos y bajantes) de "años de plomo". Los indios surgieron como un hongo, cargado
de trastornante Psilocybe, de improviso, en un hábitat fértil.
Germinaron de una humanidad densamente agitada.
La primera señal de indianidad se dio en los círculos
juveniles de Milán que anunciaron antes del final
del 76 en su manifiesto que "habían desenterrado
el hacha de guerra" recogiendo el humor que se respiraba
en el caos babilónico de la Fiesta del Parque Lambro.
En los artículos en A/traverso del mismo año se comenzó
a imitar el lenguaje de las "pieles rojas" de películas
del Oeste. Cada vez más gente empezó a abandonar las
"eternas praderas de caza" de la vieja izquierda marxista
y sus formas de lucha anticuadas. Como estrategias
para sobrevivir en un entorno cada vez más resistente
a la revolución, inventaron un humor extraordinariamente
poderoso y múltiples formas de confusión lingüística.


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2. Una fiammata di energia incontrollabile. La hibridación.

Hasta ese momento todo el mundo lo tenía claro, las
diferencias estaban delineadas, tanto en las células,
como en los bares frecuentados por viejos militantes
y partisanos: un comunista revolucionario era una cosa
y un trastornao era otra. O no. Porque ¿quiénes eran
esos que ven la serie de televisión esa de un tipo con
las orejas puntiagudas, esos que citan a Lenin y a
Robert Crumb? ¿Berlinguer vestido de trekki?¿Quiénes son?

El lenguaje de la militancia política comenzó
a confundirse con el comportamiento freak,
creando un extrañísimo cóctel antropológico.
Y ahora se me agarren porque el análisis sesudo
está al caer, es algo espeso, pero bastante claro.
Tomen aire: La crisis de la ideología del compromiso
histórico, la crisis del pacto consociativo entre
cultura católica y cultura tardocomunista, la crisis
de la concepción estatalista y de la democracia
autoritaria estuvo determinada por la gran ofensiva india
de aquel año, que tuvo rasgos diversos pero en el fondo
convergentes sobre este punto: reivindicar el derecho
a la autonomía de las subjetividades individuales y
colectivas, el derecho a la autovalorización. Pues eso.

Así que las certezas, los modelos de sujeto, de la
deontología ideológica del stablishment comunista
se derritieron como cera ante lo que el mismísimo Dante
admiró cuando, entre demonios, pidió fuego para el
pitillito a la salida de un círculo infernal: una fiammata
di energia incontrollabile o lo que es lo mismo una
llamarada incontrolable: de creatividad.

3. La palabra como gesto, como virus

La experiencia de más poder simbólico
del Movimiento del 77, aparte de la
incorporación del hacha de plástico al
compendio de armas de lucha
política, fue el uso de la palabra
como gesto, driblando el sentido
común, ese hábito de rutina vital, y no
sólo para despistar a los mass
media sino también por aquellos sosos
militantes incapaces de concebirse
con la ironía. El movimiento del 77
redescubrió la actualidad de la teoría
crítica de la Escuela de Frankfurt y
de la crítica radical dadaísta y
situacionista.


El "detournement" de impronta
situacionista era de hecho un modelo
de referencia. Los indios, unas tijeras, periódicos, un tubo de pegamento, un poco de odio y un poco de humor, habían
descifrado las señales de humo que Debord
y Vanegeim habían hecho con sus libros años antes.

Las vanguardias históricas fueron un ejemplo: Dadá
en primer lugar y el Futurismo. El eslogan, el
medio más usual de la lucha política, fue utilizado
para la producción de una dramaturgia paradójica,
guerrillera, íntimamente teatral. Pero no pensando
el teatro como forma estética o como interpretación
de repertorio: se pensaba la relación cuerpo-palabra
expresada en grupo como el Living Theatre o la
performance radical de la Fura dels Baus, grandes
oficiantes del teatro pánico.

Aquella performatividad neosituacionista expresaba
del mismo modo una insuficiencia generacional:
una demanda de nueva visión, nuevas palabras,
nuevo comportamiento. Una demanda que no
encontraba respuesta.

Todo esto rechinaba con la superestructura ideológica
de la política. Fue un cortocircuito. En esos mismos
meses en Londres tomó cuerpo el movimiento punk.
Los ingleses eran mucho menos permeables que los
italianos a la política y la ideología..El pesimismo
intoxicaba la vida. "La destrucción es liberación",
decía una pintada en la facultad de Letras.
El movimiento de 1977 apostaba más por una
multiplicidad confusa del uso de la lengua en
las diferentes tácticas de la contrainformación:
"Más energía nuclear y menos pisos de protección oficial";
es decir gritar lo que nadie diría para ridiculizar
de este modo la charlatanería acerca de las "reducciones
temporales","recortes socialmente sostenibles".
Afirmaban sus posiciones exagerando los mensajes
de la parte contraria de tal manera que
resultaban totalmente absurdos (o afirmación subversiva).

4. Un pow pow en la asamblea


Los indios metropolitanos: un pequeño grupo nacido en el interior de la Comisión marginada de la ocupación de la Facultad de Letras de Roma en febrero del 77. Jugaron a su favor con esta confusión híbrida, esta mutación del sujeto.
La operación mutante dotó de finísimas y eficaces herramientas lúdicas en las asambleas estudiantiles. Aparecieron acciones tan divertidas como aquello de inventar eslóganes y entonarlos cual rapsoda megafónico con desfachatez atimbrada en mitad de las discusiones; o escribir con spray en su "tazebao". Así como hilarantes cortejos como aquel de poner en escena una en fila india entonando el verso "Oask?!" (el nombre del fanzine) asociándolo con un particular movimiento de los brazos remedando el estilo natatorio más indiano de todos, el Crol. El hecho extraordinario fue que el slogan, la proclama una vez lanzada fue acogida por el Movimiento, hecho suyo.
Se maquillaban y danzaban desordenados al grito tribalista de "ea,ea,ea... ah!" Los massmedia, los periódicos y la TV, no esperaban otra cosa. Si tenia color era noticia. En el plazo de dos meses se disolvió como grupo activo en el movimiento: no se reconocía en la agregación de la masa, gustaba inventar lenguaje-comportamiento e buscar otro espacio pera elaborar una propia poética de intervención. Así sucedió que en mayo con la ocupación de la casa in Via dell'Orso 88, la "casa del desiderio", se transformó en un espacio en el cual vivir y producir. El lugar fue de hecho más una forja creativa que una comuna frikista. Ya en "OASK?!" firmaban como "Indiani Metropolitani en "dis/aggregazione": "Reivindicamos nuestras dimensión molecular y psiconómada. Un poco aristocrática pero por suerte autoirónica.

5. "Conspirar significa respirar colectivamente"

Los Indiani Metropolitani ampliaron este abanico con la entrada libre a cines caros, el saqueo de tiendas con la intención de apropiarse del lujo y del consumo, y de la comida gratis en restaurantes céntricos (consume your masters). Otros aspectos de su cultura de lucha, por la que ganaron fama más allá de las fronteras de Italia, fueron los espectáculos espontáneos y las fiestas en la Piazza, sus ya mencionadas ireivindicaciones absurdas, el descrédito de las autoridades mediante el medio estilístico de la glorificación degradante (deterioro demagen), su poesía sin sentido y, en buena medida, sus maravillosas pintadas en paredes y graffitis (sniping). A este respecto, retornan aquellas ideas acerca de la comunicación subversiva que especulan con cortocircuitar los sistemas semióticos de las ciudades. Sus graffitis no respetaron ninguna regla. Las inscripciones espontáneas convirtieron la pared en un espacio público que no permite un discurso privilegiado. Todos los que sabían manejar un spray o un pincel, los que cubrían otras pintadas, las completaban o se inventaban unas nuevas, contribuyeron a la multiplicación de las voces.

Después de esto el movimiento eligió el silencio.
En el convenio de septiembre los que querían "continuar" se reunieron en número de cinco mil en el palazzo dello sport y no sacaron ni una sola idea nueva, limitándose a replantear el bagaje inútil del tardocomunismo. Pero la gran mayoría de los reunidos se diseminaron por las calles de Bolonia simplemente para ponerse a la escucha de la mutación que estaba llegando, desde luego no para dirigirla.
Zut/A/traverso declaró: la revolución ha terminado, hemos vencido. El movimiento se disolvió.

Hasta aquí el texto de Wu Ming 6 Si pincháis en el vínculo veréis un ejemplo.
http://www.sindominio.net/ash/aviso.htm


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Memoria de mis putas tristes

"La casa renacía de sus cenizas y yo navegaba en el amor de Delgadina con una intensidad y una dicha que nunca conocí en mi vida anterior. Gracias a ella me enfrenté por vez primera con mi ser natural mientras transcurrían mis noventa años. Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en su orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco."

Gabriel García Márquez. Gracias por regalarme este párrafo en esta pequeña novela, intrascendente y ligera.

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Tres al cubo


Viudita habías de ser,
Viudita cascabelera,
yo no puedo tener un verso dulce
que anestesie el llanto de los niños.

También detrás, más atrás
de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.

La noche sufre de inocencia oculta.

Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
La mañana
ha roto su collar desde la torre.

Cuando se abre en la mañana,
roja como sangre está:
el rocío no la toca
porque se teme quemar.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Por ir al norte, fue al sur;
creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Si no te conozco, no he vivido; si muero
sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
Esencia de CaosmosXiV

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Diarios de guerra II

18 de Abril:
Hoy han llegado dos chicos nuevos. Parecen entusiasmados. Me alegra y me consterna ver sus caras de novatos, ese aroma de virginidad que desprenden sus cuerpos. Pronto ya nunca serán lo que antes fueron. Serán personas completamente distintas, esta maldita selva te cambia. Pero a pesar de todo ello me gusta ver caras nuevas, nuevas ilusiones, nuevas esperanzas, nuevas historias que compartir y escuchar en las eternas noches del infierno. Llevo ya mucho tiempo aquí. Dejé de ser un primerizo de la noche a la mañana. Como todo hijo de vecino empecé de soldado raso, asignado al tercer batallón de tierra del Teniente Coronel Guillermo. A las dos semanas de haber llegado, cuando ni tan siquiera llegábamos a unos 600 soldados, nos ordenaron ocupar un bunker que se encontraba en lo alto de la colina alfa. Dijeron que sería un asalto rápido y que el enemigo apenas presentaba efectivos en aquella zona. Qué otra cosa iban a decir. La operación debía ponerse en marcha al amanecer, con las primeras luces del alba, más o menos a las cinco de la mañana. A lo que ocurrió aquella mañana no he conseguido encontrarle otro nombre que no fuera masacre. Recuerdo que ascendíamos la colina en dos grupos, uno por cada flanco. Al llegar a unos 100 metros del bunker nos detuvimos. Algo olía raro, estaba todo demasiado calmado. De repente nos vimos cubiertos por una ráfaga de una metralleta móvil del calibre 45 que apareció en un carro de combate. Tras la incertidumbre recibimos una oleada de proyectiles de corto alcance y algunas granadas. Fue espantoso, parecía un campo desolado por la peste. Gritos y socorros se alzaban en súplica hacia el cielo. Compañeros llorando, arrodillados pidiendo clemencia al señor, temerosos y agazapados. Otros con menos suerte se arrastraban malheridos o amputados. O simplemente yacían muertos, inertes y fríos, cubiertos por su propia sangre. Los pocos supervivientes retrocedimos tropezando y cayéndonos de bruces contra el barro, casi como fantasmas errantes, sin un sitio a donde dirigirnos. Me nombraron cabo primero después de lograr salvar al soldado de primera Huchet, y escoltar al Teniente en su retirada.

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Shoah, de Claude Lanzmann (1985)









http://www.filmaffinity.com/es/film601295.html

Documento de más de 9 horas de imágenes y diálogos sobre el holocausto judío.

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Un marido sin vocación


Un otoño -muchos años atrás- cuando más olían las rosas y mayor sombra daban las acacias, un microbio muy conocido atacó, rudo y voraz, a Ramón Camomila: la furia matrimonial.

-¡Hay un matrimonio próximo, pollos! -advirtió como saludo a su amigo Manolo Romagoso cuando subían juntos al Casino y toparon con los camaradas más íntimos.

-¿Un matrimonio?

-Un matrimonio, sí -corroboró Ramón.

-¿Tuyo?

-Mío.

-¿Con una muchacha?

-¡Claro! ¿Iba a anunciar mi boda con un cazador furtivo?

- ¿Y cuándo ocurrirá la cosa?

-Lo ignoro.

-¿Cómo?

-No conozco aún a la novia. Ahora voy a buscarla...

Y Ramón Camomila salió como una bala a buscar novia por la ciudad.A las dos horas conoció a Silvia, una chica algo rubia, algo baja, algo gorda, algo sosa, algo rica y algo idiota; hija única y suscriptora contumaz a La moda y laCasa (publicación para muchachas sin novio).

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Y al año, todos los amigos fuimos a la boda. ¡La boda! ¡Bah!... Una boda como todas las bodas: galas blancas, azahar por todos lados, alfombras, música sacra, bimbas, sonrisas, codazos, almohadón para hincar las rodillas los novios y para hincar las rodillas los padrinos; lunch, sandwichs duros como un fiscal...


Al onzavo sandwich hubo una fuga súbita por la sacristía y un auto pasó raudo, y unos gritos brotaron:

-¡Adiós! ¡Adiós! ¡Vivan los novios! ¡Vivaaan!

Y los amigos cogimos otro sandwich -dozavo- y otra copita.

Y allí acabó la cosa.


Mas, para Ramón Camomila, la cosa no había acabado allí...
Al contrario: allí daba principio.


Y al subir con su novia al auto fugitivo, vio claro, vio clarísimo: ni amaba a Silvia, ni notaba inclinación ninguna al matrimonio, ni sintió su alma con la vocación más mínima por construir un hogar dichoso.

-¡Soy un idiota! -murmuró Ramón-. No valgo para marido, y lo noto cuando ya soy ciudadano casado...

Y corroboró rabioso:

-¡Soy un idiota!

Silvia, arrinconada junto a Ramón, bajaba los ojos con rubor, y al bajar los ojos subía dos mil grados la rabia masculina.

-¡Dios mío! -gruñía Ramón mirándola-. ¡Casado! ¡Casado con una niña insulsa como unas natillas!... No hay ya salvación para mí..., ¡no la hay!

Incapaz para dominar su irritación, dirigió unas palabras durísimas a Silvia.

-¡Prohibido fingir rubor y mirar a la alfombra! -gritó.

(Silvia miró al parabrisas con infantil docilidad).

Y Ramón añadió para su sayo, alumbrado por una brusca solución:

-Voy a lograr su odio. Voy a obligarla a suplicar un divorcio rápido. Poco valgo si no logro inspirarla asco con cuatro o cinco burradas a cual más disparatada...

Y tal solución tranquilizó mucho a su alma.

Por lo pronto, al subir a la fotografía (visita clásica tras una boda), Ramón hizo la burrada inicial.

Un fotógrafo modoso y finísimo abordó a Ramón y a Silvia.

-Grupo nupcial, ¿no? -indagó.

-Sí -dijo Ramón.

Y añadió:

-Con una variación.

-¿Cuál?

-La sustitución más original vista hasta ahora... Novio por fotógrafo. Hoy hago yo la foto... ¡Viva la originalidad!

Y Ramón aproximó la máquina y advirtió al asombrado fotógrafo:

-¡Vamos! Coja por la mano a la novia y sonría con ilusión: La cara más alta... ¡Cuidado! ¡Así!... ¡Ya!

Ramón tiró la placa, y a continuación obligó al pago al fotógrafo; guardó los duros y salió con Silvia orondo y dichoso.

-¡Al auto! -mandó.

(Silvia ahora iba llorando)

-¡La cosa marcha! -susurró Ramón.


Al otro día trasladaban sus organismos a Irún. (Lo clásico, asimismo, tras una boda.)

Ramón no quiso subir al vagón con Silvia.

-Yo viajo con los maquinistas -anunció-. Voy a la locomotora... ¡Hasta la vista!

Y subió a la locomotora, y ocupó su actividad ayudando a partir carbón. Al arribar a Irún había adquirido un magnífico color antracita.


Ya allí, compró sus harapos a un sordomudo andrajoso, vistió los harapos y marchó a la fonda a buscar a Silvia.

Y tocado con las ropas andrajosas anduvo por Irún, acompañando a Silvia y cogido a su brazo mórbido y distinguido.

Nutrido público los miraba al pasar, asombrado.Silvia sufría cada día más.

-¡La cosa marcha! ¡La cosa marcha! -murmuraba todavía Ramón.

Pronto rogará Silvia un divorcio total. Sigamos las burradas. Sigamos con la droga antimatrimonial, multiplicando la dosis.

Ramón vistió a continuación sus fracs más maravillosos, y al pisar un salón, un dancing u otro lugar público acompañado por Silvia, imitaba a los criados, y con un paño al brazo acudía solícito a todas las llamadas.


Una mañana pintó sus párpados con barniz rojo.
Por fin lo trasladaron al manicomio.

Y Ramón asistió a su propia dicha: su contrato matrimonial yacía roto y vivía imposibilitado para otra boda con otra Silvia...


_nriqu_ Jardi_l Ponc_la

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Caosmeando

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