viernes, 26 de septiembre de 2008

Fernando Poo, al sur.


ACTA DE LA TOMA DE POSESION DE FERNANDO POO POR LA EXPEDICION DE ARGELEJOS Y PRIMO DE RIVERA
(24 DE OCTUBRE DE 1778)

Isla de Fernando Poo, 24 de octubre de 1778.

Año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil setecientos setenta y ocho, a los veinticuatro días del mes de octubre, en esta isla de Fernando Poo, estando presente como comisario de la Reina Fidelísima Nuestra Señora el ilustrísimo fray don Luis Caetano de Castro, fidalgo de casa de la misma Señora, caballero de la Religión de Malta y capitán de Mar y Guerra, comandante de la fragata "Nuestra Señora de Gracia", y por parte del Rey Católico el ilustrísimo conde de Argelejos,
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también con comisión de su Soberano, hallándose ambos presentes con las demás personas que los acompañaban, fue dicho en presencia del escribano de dicha fragata que el referido fray don Luis Caetano de Castro, en virtud de las órdenes y comisión que recibió de la Reina Fidelísima Nuestra Señora, y en la mejor forma habida en derecho, cedía y dimitía toda la jurisdicción, regalías, dominio, acciones y derechos que su Soberano tenía en esta isla de Fernando Poo a S. M. el Rey Católico de España, para que el mismo Señor y sus sucesores la gocen y posean como suya propia y pertenezca al Reino de España, para lo cual, y en virtud de los poderes suficientes de que está revestido dicho señor Caetano de Castro, la da por desmembrada del Reino de Portugal, y el citado comisario español, señor conde de Argelejos, dijo que aceptaba la referida cesión y dimisión por parte y en nombre de sus soberanos, y en virtud de aquélla y de los poderes de que se halla investido lanzó tierra al aire y quebró ramas de los que hizo los demás actos posesorios, diciendo en altas voces, de modo que todos los presentes lo entendieron, que en virtud de la comisión que tenía del Rey Católico, su soberano, tomaba posesión de esta isla de Fernando Poo como perteneciente al Reino de España, para que de hoy en adelante reconocieran sus habitantes a dicho Soberano como su Rey, con pleno y supremo poder.

Y yo, Juan Thomas de Silva Mattos, escribano de la fragata "Nuestra Señora de Gracia", escribo esta acta por mandato del ilustrísimo fray don Luis Caetano de Castro, siendo de todo ello testigos que consigo firmarán abajo, así como los dos comisarios citados en esta bahía de Fernando Poo, a los veinte y cuatro días del mes de octubre de mil setecientos setenta y ocho.

-El comisario, fray don Luis de Castro.

-Comisario, el conde de Argelejos.

-El escribano de la fragata "Nuestra Señora de Gracia", Juan Thomas de Silva Mattos.

-Don Joaquín Primo de Rivera.

-El teniente coronel de Ingenieros, Francisco de Paula Esteban.

-El capitán de Mar y Tierra, Joan Caetano Neganego.

-Comandante de Artillería, Alberto Francisco Torqman.

-Teniente de fragata, Baltasar Mexía de la Cerda.

-Teniente de fragata, José Ezquerra Guirior.

-Alférez de navío, Luis Aradeas.

(Hay un sello de lacre con las armas portuguesas)

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Las once mil vergas (X)

–Méteselo –dijo–, después me lo harás a mí.

El príncipe aproximó su miembro al coño entreabierto de Alexine que se estremeció ante esta proximidad:

–¡Me matas! –gritó.

Pero el miembro penetró hasta los testículos y volvió a salir para volver a entrar como un pistón. Culculine se metió en la cama y puso su conejo negro encima de la boca de Alexine, mientras que Mony le lamía la puerta falsa. Alexine movía el culo como una endemoniada; puso un dedo en el agujero del culo de Mony, cuya erección aumentó bajo esta caricia. Él puso sus manos debajo de las nalgas de Alexine que se crispaban con una fuerza increíble, apretando en el inflamado coño al enorme miembro que apenas podía menearse allí dentro.

Pronto la agitación de los tres personajes fue extrema, su respiración se hizo jadeante. Alexine descargó tres veces, luego fue el turno de Culculine que desmontó inmediatamente para ir a mordisquear los testículos de Mony. Alexine se puso a gritar como una condenada y se retorció como una serpiente cuando Mony le soltó dentro del vientre su semen rumano. Culculine le arrancó inmediatamente del orificio y su boca fue a tomar el lugar del miembro para beber, a lengüetadas, el esperma que se derramaba en grandes borbotones. Alexine, entretanto, había tomado en la boca el miembro de Mony, que limpió cuidadosamente provocándole una nueva erección.

Un instante después, el príncipe se precipitó sobre Culculine, pero su miembro permaneció en el umbral, cosquilleando el clítoris. Tenía en su boca uno de los pechos de la muchacha. Alexine acariciaba los dos.
–Métemelo –gritaba Culculine– no puedo más.

Pero el miembro permanecía fuera. Descargó dos veces y parecía desesperada, cuando el miembro penetró brutalmente hasta la matriz. Entonces, loca de excitación y voluptuosidad, mordió a Mony en la oreja, tan fuerte que le quedó un pedazo en la boca. Lo tragó gritando con todas sus fuerzas y sacudiendo magis-tralmente el culo. Esta herida, de la que la sangre manaba a chorros, pareció excitar a Mony, pues empezó a menearse más rápidamente y no abandonó el coño de Culculine hasta haber descargado tres veces, mientras que ella misma lo hacía diez.

Cuando él desenfundó, los dos se dieron cuenta con asombro que Alexine había desaparecido.

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Caosmeando

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