lunes, 16 de marzo de 2009

El ratón y la montaña

Éste es uno de los cuentos que Gramsci escribió en la cárcel (el fiscal dijo:"hay que impedir que este cerebro funcione" y fue condenado a 20 años, 4 meses y cinco días de prisión, de los que cumplió sólo 11 porque murió con apenas 46 años) a sus hijos, a los que transmite desde su presidio pasión por la vida y la alegría de vivir.
Érase una vez un niño que dormía. En la mesilla, junto a su cama, tenía un vaso
de leche. Pero un travieso ratón se bebió la leche y el niño, cuando despertó, comenzó a llorar. Tenía hambre. Fue la madre en busca de una cabra. Pero la cabra le negó la leche hasta que no consiguiera hierba con la que saciar su apetito. Entonces la madre ordenó al ratón que la buscara en el campo. Pero, no la encontró. El campo estaba seco. El ratón decidió entonces buscar una fuente. Cuando la halló, de esta no manaba agua a causa de la guerra. El ratón pensó que quizás un albañil podría reparar la fuente. Lo encontró en una pequeña aldea, pero este le pidió piedras. Sin ellas no podría recuperar la fuente. El ratón decidió entonces subir a una montaña. Cuando alcanzó la cima, se topó con un páramo terrible. La montaña había sido talada. La ambición de los especuladores había hecho de ella un lugar desapacible y frío. El ratón desesperado le prometió a la montaña que si le daba piedras, convencería al niño para que cuando creciera sembrara árboles.
La montaña confió en la palabra del ratón y el niño bebió leche en abundancia. Cuando
el niño creció, cumplió con su promesa y plantó árboles. La vida entonces regresó a la montaña.
(Antonio Gramsci, El árbol del erizo)

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Caosmeando

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