martes, 30 de septiembre de 2008

Millenium Bridge


Steve Strogatz tiene una inclinación especial por interesarse por las cosas que suceden al unísono. Por eso, cuando el profesor de mecánica teórica y aplicada de la Universidad de Cornell escuchó que miles de peatones habían provocado que el Puente del Milenio de Londres se meciera de un lado para otro en el día de su apertura, se sintió intrigado.
El Puente del Milenio, un puente de suspensión lateral de 320 metros de largo que une el distrito financiero de Londres con la zona de Bankside, al sur del río, abrió el 10 de junio del 2000, y miles de peatones se concentraron sobre él.
Al principio, el puente estaba inmóvil, luego empezó a oscilar sólo ligeramente.
Después, casi de un momento para otro, el tambaleo se intensificó y de repente las personas se encontraron caminando como vacilantes patinadores de hielo: plantando sus pies muy separados uno de otro, ladeándose a cada paso, izquierdo, derecho, izquierdo, derecho, en un sincronismo casi perfecto.
La sincronía fue del todo involuntaria, pero esas pisadas fueron las responsables del balanceo y el puente fue casi inmediatamente cerrado.
En lugar de concentrarse en la estructura, Strogatz examinó el extraño fenómeno de las personas trabajando en conjunto sin saberlo, simplemente caminando.
Los militares saben desde hace mucho tiempo que las tropas a paso de marcha pueden crear suficiente fuerza en sentido vertical para destruir un puente, y es práctica normal para los soldados romper el paso al cruzar un puente.
Pero el problema del Puente del Milenio realmente no es el mismo. En este caso, el movimiento era lateral, no vertical, y, más importante aún, las personas eran simples peatones, nadie estaba intentando caminar a paso de marcha; los viandantes tan sólo acomodaron sus pasos al movimiento del puente bajo sus pies.


Desde el comienzo, el puente tenía dos factores en su contra: era por diseño una estructura flexible, y su frecuencia natural de resonancia está cerca de la del paso humano. Por eso, según Strogatz, sólo se necesitaba un gentío relativamente pequeño para disparar el bamboleo.
"Si las personas inicialmente están desorganizadas y caminan al azar, y por casualidad algunos de ellos entran en sincronismo, el puente se tornará inestable", advierte. Con un cierto número crítico de peatones, el bamboleo se hace más marcado, forzando a todos a marchar en sincronismo y complicando aún más el problema.
El número crítico de peatones, probado posteriormente en el Puente del Milenio y deducido independientemente por Strogatz y sus colegas, es tan bajo como 160. Unas 80.000 personas cruzaron el puente el día de su apertura, con alrededor de 2.000 sobre él en cualquier momento.
El Puente del Milenio volvió a abrir en el 2002, después de que los ingenieros lo ajustaran con 91 amortiguadores para absorber las oscilaciones laterales y verticales.




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