sábado, 12 de enero de 2008

Air Madrid, un año después (y VII)

La audiencia de acreedores de Air Madrid tuvo una convocatoria que finalizó el 20 de febrero de 2007. Hasta ese día tenían de plazo los damnificados para presentar los documentos de reclamación al juzgado nº 2 de Madrid, ya sea en persona o por correo. O quizás fue el juzgado nº 1, no lo recuerdo bien. Porque yo envié documentación alguna. El asunto Air Madrid me había agotado completamente. Llevaba dos meses sin pensar en otra cosa, incapaz de realizar cualquier tarea que no estuviese vinculada, y al desánimo de la estafa se unió la decepción de las acciones del grupo en el que había participado activamente.
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Así, a inicios de marzo, pasadas las manifestaciones ante Aerolíneas Argentinas, decidí abandonar el grupo y olvidarme de Air Madrid. Ya no quedaba nada por hacer, todos los que pudieran pagar 200 euros tenían su billete de avión y las mínimas informaciones que pudieran aparecer no las podría dar yo, que tan sólo tenía acceso a las noticias de los diarios. En esto tiempo muchos miembros se habían ido dando de baja y cuando yo me fui se podría decir que el grupo había quedado desmembrado por completo. No fueron pocos los damnificados que se olvidaron del tema desde el principio, como una chica que conocí en el viaje de ida a Buenos Aires y que regresó en enero pagando íntegro un billete nuevo. N. me dijo que seguiría un poco más, hasta su viaje, mandando de vez en cuando algún mensaje, pero no se iba a hacer a nada más.Poco a poco perdí el contacto con los demás damnificados, hasta los cuatro o cinco con los que actualmente me relaciono y que les mandaré el enlace de este texto; en gran parte es mi homenaje a ellos. De los otros, como suele pasar en agrupaciones de este tipo, supe alguna noticia puntual pero nada más. Hubo un histriónico rumor de que Carrillo, el dueño de Air Madrid, iba a hacerse cargo de la deuda porque quería reflotar la compañía. Poca cosa.

Pasaron marzo, abril y mayo y disfruté todo lo que no había podido disfrutar antes del viaje, viviendo Buenos Aires como la gran ciudad que es. Y llegó la primera semana de junio, la fecha de mi viaje de vuelta. Ahorro los detalles de despedida, siempre son tristes. Lo curioso fue que en la cola del check-in del aeropuerto me encontré con un miembro del grupo de La Plata que nos había apoyado en las manifestaciones. Lo logramos, me dijo. Quiero pensar que tenía razón.

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Para que seamos Ángel González



Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...

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Caosmeando

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