martes, 30 de septiembre de 2008

Millenium Bridge


Steve Strogatz tiene una inclinación especial por interesarse por las cosas que suceden al unísono. Por eso, cuando el profesor de mecánica teórica y aplicada de la Universidad de Cornell escuchó que miles de peatones habían provocado que el Puente del Milenio de Londres se meciera de un lado para otro en el día de su apertura, se sintió intrigado.
El Puente del Milenio, un puente de suspensión lateral de 320 metros de largo que une el distrito financiero de Londres con la zona de Bankside, al sur del río, abrió el 10 de junio del 2000, y miles de peatones se concentraron sobre él.
Al principio, el puente estaba inmóvil, luego empezó a oscilar sólo ligeramente.
Después, casi de un momento para otro, el tambaleo se intensificó y de repente las personas se encontraron caminando como vacilantes patinadores de hielo: plantando sus pies muy separados uno de otro, ladeándose a cada paso, izquierdo, derecho, izquierdo, derecho, en un sincronismo casi perfecto.
La sincronía fue del todo involuntaria, pero esas pisadas fueron las responsables del balanceo y el puente fue casi inmediatamente cerrado.
En lugar de concentrarse en la estructura, Strogatz examinó el extraño fenómeno de las personas trabajando en conjunto sin saberlo, simplemente caminando.
Los militares saben desde hace mucho tiempo que las tropas a paso de marcha pueden crear suficiente fuerza en sentido vertical para destruir un puente, y es práctica normal para los soldados romper el paso al cruzar un puente.
Pero el problema del Puente del Milenio realmente no es el mismo. En este caso, el movimiento era lateral, no vertical, y, más importante aún, las personas eran simples peatones, nadie estaba intentando caminar a paso de marcha; los viandantes tan sólo acomodaron sus pasos al movimiento del puente bajo sus pies.


Desde el comienzo, el puente tenía dos factores en su contra: era por diseño una estructura flexible, y su frecuencia natural de resonancia está cerca de la del paso humano. Por eso, según Strogatz, sólo se necesitaba un gentío relativamente pequeño para disparar el bamboleo.
"Si las personas inicialmente están desorganizadas y caminan al azar, y por casualidad algunos de ellos entran en sincronismo, el puente se tornará inestable", advierte. Con un cierto número crítico de peatones, el bamboleo se hace más marcado, forzando a todos a marchar en sincronismo y complicando aún más el problema.
El número crítico de peatones, probado posteriormente en el Puente del Milenio y deducido independientemente por Strogatz y sus colegas, es tan bajo como 160. Unas 80.000 personas cruzaron el puente el día de su apertura, con alrededor de 2.000 sobre él en cualquier momento.
El Puente del Milenio volvió a abrir en el 2002, después de que los ingenieros lo ajustaran con 91 amortiguadores para absorber las oscilaciones laterales y verticales.




La perfección, que no siempre es perfecta...

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Si...

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lunes, 29 de septiembre de 2008

Las once mil vergas (XII)

Entretanto, en la calle la muchedumbre se apiñaba en torno del coche 3.269 cuyo cochero no tenía látigo.

Un sargento municipal le preguntó qué había hecho de él:

–Lo he vendido a una dama de la calle Du-phot.

–Id a recuperarlo u os pongo una multa.

–Ahora voy –dijo el auriga, un normando de fuerza poco común, y, después de haberse informado con la portera, llamó al primer piso.

Alexine fue desnuda a abrirle; el cochero quedó deslumhrado y, como ella se escapaba hacia el dormitorio, la persiguió, la agarró y le introdujo con habilidad y a la manera de los perros, un miembro de respetable talla. Descargó pronto gritando: “ ¡Truenos de Brest, burdel de Dios, cochina puta! “.

Alexine, dándole culadas, descargó al mismo tiempo que él, mientras que Mony y Culculine se partían de risa. El cochero, creyendo que se burlaban de él, montó en terrible cólera.

–¡Ah!, ¡putas, chulo, carroña, basura, os burláis de mí! Mi látigo, ¿dónde está mi látigo?

Y viéndolo, se apoderó de él para golpear con todas sus fuerzas a Mony, Alexine y Culculine, cuyos cuerpos desnudos brincaban bajo los cintarazos que les dejaban marcas sangrantes. Luego tuvo una nueva erección y, saltando sobre Mony, empezó a encularlo.

La puerta de entrada había quedado abierta y el municipal, que, viendo que el cochero no volvía, había subido, entró en este instante en el dormitorio; no tardó en sacar su miembro reglamentario. Lo introdujo con habilidad en el culo de Culculine que cloqueaba como una gallina y se estremecía con el frío contacto de los botones del uniforme.

Alexine, desocupada, cogió la porra blanca que se balanceaba en la vaina que colgaba de la cintura del sargento municipal. Se la introdujo en el coño y rápidamente las cinco personas empezaron a gozar tremendamente, mientras que la sangre de las heridas chorreaba sobre las alfombras, las sábanas, los muebles y mientras en la calle se llevaban al depósito el abandonado coche 3.269 cuyo caballo se peyó durante todo el camino, que quedó perfumado de manera nauseabunda.

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The Piano Man

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domingo, 28 de septiembre de 2008

Arponera

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El Sol le arranca la cola al cometa Encke

Utilizando los poderosos instrumentos de la sonda STEREO-A, la NASA pudo captar el momento en el cual una eyección solar golpeó a un cometa y le arrancó la cola.



El 20 de abril de 2007, el cometa Encke acababa de entrar en la órbita de Mercurio, peligrosamente cerca del Sol, cuando una erupción solar impactó contra él y literalmente le arrancó la cola. Con seguridad, esto ya le ha sucedido a algún cometa pero, por primera vez en la historia, una nave espacial estaba observando lo que ocurría.
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La erupción que golpeó a Encke fue una CME o "eyección de masa coronal". Los observadores del cielo, en la Tierra, están familiarizados con las CME debido a las auroras que crean cuando golpean nuestro plantea en forma ocasional. Las CME se mueven rápidamente, son masivas y reúnen miles de millones de toneladas de gas solar y magnetismo para formar nubes que viajan a más de un millón y medio de kilómetros por hora.

En realidad, es bastante sorprendente que una CME haya logrado arrancar la cola de un cometa. Debido a su gran masa y energía, las CME se extienden en un amplio volumen de espacio. El impacto de una CME tenue ejerce poco más que algunos escasos nanopascales de presión mecánica, más suave que la respiración de un bebé.

El desgarro de la cola del cometa debió de haber sido el resultado de otro factor.

"Creemos que la explicación es la ‘reconexión magnética’", explica Vourlidas. Los campos magnéticos alrededor del cometa chocaron contra campos magnéticos dirigidos en forma opuesta en la CME. De repente, dichos campos se unieron, se "reconectaron", liberando un estallido de energía que arrancó la cola del cometa. Un proceso similar tiene lugar en la magnetosfera de la Tierra durante las tormentas geomagnéticas que generan, entre otras cosas, la aurora boreal.

"En cierto sentido, el cometa experimentó una tormenta geomagnética", dice Vourlidas. "Es la primera vez en la historia que somos testigos de un evento de estas características en otro cuerpo cósmico".

"A pesar de que STEREO fue diseñada principalmente para estudiar CMEs y su impacto sobre la Tierra, esperamos que el golpe de esta CME contra Encke también ofrezca revelaciones para los científicos que estudian los cometas", agrega Mike Kaiser, científico del proyecto STEREO, en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales, de la NASA.

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Las once mil vergas (XI)

Volvió pronto con productos farmacéuticos destinados a cuidar a Mony y un enorme látigo del conductor de un coche de alquiler.

–Lo he comprado por cincuenta francos –exclamó– al cochero 3.269 de la Urbana, y va a servirnos para poner en forma de nuevo al rumano. Déjame curarle la oreja, Culculine mía, y hagamos un 69 para excitarnos.

Mientras que detenía la salida de la sangre, Mony asistió a este regocijante espectáculo: perfectamente acopladas, Culculine y Alexine, se acometían con ardor. El macizo culo de Alexine, blanco y regordete, se contoneaba sobre el rostro de Culculine; las lenguas, largas como miembros de niño, iban a buen ritmo, la saliva y el semen se mezclaban, los mojados pelos se adherían entre sí y suspiros que partirían el alma, si no fueran suspiros de voluptuosidad, se elevaban de la cama que crujía y chirriaba bajo el agradable peso de las preciosas muchachas.
–¡Ven a encularme! –gritó Alexine.

Pero Mony perdía tanta sangre que ya no tenía ganas de hacerlo. Alexine se levantó y, cogiendo el látigo del cochero del vehículo 3.269, por el soberbio mango completamente nuevo, lo blandió y azotó la espalda, las nalgas de Mony que, bajo este nuevo dolor olvidó su sangrante oreja y empezó a dar alaridos. Pero Alexine, desnuda y semejante a una bacante en pleno delirio, golpeaba sin parar.

–¡Ven a azotarme tú también! –le gritaba ella a Culculine, cuyos ojos resplandecían y que acudió a azotar con todas sus fuerzas el gran culo agitado de Alexine. Culculine también se excitó pronto.

–¡Azótame, Mony! –suplicó.

Y éste, que se acostumbraba al castigo, aunque su cuerpo estuviera sangrante, se puso a azotar las bellas nalgas morenas que se abrían y cerraban cadenciosamente. Cuando le comenzó la erección de nuevo, la sangre caía, no sólo de la oreja, sino también de cada marca dejada por el cruel flagelo.

Entonces Alexine se volvió y presentó sus bellas nalgas enrojecidas al enorme miembro que penetró en la roseta, mientras que la empalada chillaba agitando el culo y los pechos. Pero Culculine los separó riendo. Las dos mujeres reemprendieron su mutua masturbación, mientras que Mony, completamente ensangrentado e instalado hasta la guardia en el culo de Alexine, se agitaba con un vigor que hacía gozar enormemente a su pareja. Sus testículos ondeaban como las campanas de Nótre-Dame y llegaban a embestir la nariz de Culculine. En un momento dado el culo de Alexine se estrechó con gran fuerza en torno a la base del glande de Mony que ya no pudo moverse. Así es como descargó con grandes chorros mamados por el ano ávido de Alexine Mangetout.

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sábado, 27 de septiembre de 2008

Para luchar contra la horrible tendencia a la consecución de fines útiles

Pérdida y recuperación del pelo

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viernes, 26 de septiembre de 2008

Fernando Poo, al sur.


ACTA DE LA TOMA DE POSESION DE FERNANDO POO POR LA EXPEDICION DE ARGELEJOS Y PRIMO DE RIVERA
(24 DE OCTUBRE DE 1778)

Isla de Fernando Poo, 24 de octubre de 1778.

Año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil setecientos setenta y ocho, a los veinticuatro días del mes de octubre, en esta isla de Fernando Poo, estando presente como comisario de la Reina Fidelísima Nuestra Señora el ilustrísimo fray don Luis Caetano de Castro, fidalgo de casa de la misma Señora, caballero de la Religión de Malta y capitán de Mar y Guerra, comandante de la fragata "Nuestra Señora de Gracia", y por parte del Rey Católico el ilustrísimo conde de Argelejos,
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también con comisión de su Soberano, hallándose ambos presentes con las demás personas que los acompañaban, fue dicho en presencia del escribano de dicha fragata que el referido fray don Luis Caetano de Castro, en virtud de las órdenes y comisión que recibió de la Reina Fidelísima Nuestra Señora, y en la mejor forma habida en derecho, cedía y dimitía toda la jurisdicción, regalías, dominio, acciones y derechos que su Soberano tenía en esta isla de Fernando Poo a S. M. el Rey Católico de España, para que el mismo Señor y sus sucesores la gocen y posean como suya propia y pertenezca al Reino de España, para lo cual, y en virtud de los poderes suficientes de que está revestido dicho señor Caetano de Castro, la da por desmembrada del Reino de Portugal, y el citado comisario español, señor conde de Argelejos, dijo que aceptaba la referida cesión y dimisión por parte y en nombre de sus soberanos, y en virtud de aquélla y de los poderes de que se halla investido lanzó tierra al aire y quebró ramas de los que hizo los demás actos posesorios, diciendo en altas voces, de modo que todos los presentes lo entendieron, que en virtud de la comisión que tenía del Rey Católico, su soberano, tomaba posesión de esta isla de Fernando Poo como perteneciente al Reino de España, para que de hoy en adelante reconocieran sus habitantes a dicho Soberano como su Rey, con pleno y supremo poder.

Y yo, Juan Thomas de Silva Mattos, escribano de la fragata "Nuestra Señora de Gracia", escribo esta acta por mandato del ilustrísimo fray don Luis Caetano de Castro, siendo de todo ello testigos que consigo firmarán abajo, así como los dos comisarios citados en esta bahía de Fernando Poo, a los veinte y cuatro días del mes de octubre de mil setecientos setenta y ocho.

-El comisario, fray don Luis de Castro.

-Comisario, el conde de Argelejos.

-El escribano de la fragata "Nuestra Señora de Gracia", Juan Thomas de Silva Mattos.

-Don Joaquín Primo de Rivera.

-El teniente coronel de Ingenieros, Francisco de Paula Esteban.

-El capitán de Mar y Tierra, Joan Caetano Neganego.

-Comandante de Artillería, Alberto Francisco Torqman.

-Teniente de fragata, Baltasar Mexía de la Cerda.

-Teniente de fragata, José Ezquerra Guirior.

-Alférez de navío, Luis Aradeas.

(Hay un sello de lacre con las armas portuguesas)

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Las once mil vergas (X)

–Méteselo –dijo–, después me lo harás a mí.

El príncipe aproximó su miembro al coño entreabierto de Alexine que se estremeció ante esta proximidad:

–¡Me matas! –gritó.

Pero el miembro penetró hasta los testículos y volvió a salir para volver a entrar como un pistón. Culculine se metió en la cama y puso su conejo negro encima de la boca de Alexine, mientras que Mony le lamía la puerta falsa. Alexine movía el culo como una endemoniada; puso un dedo en el agujero del culo de Mony, cuya erección aumentó bajo esta caricia. Él puso sus manos debajo de las nalgas de Alexine que se crispaban con una fuerza increíble, apretando en el inflamado coño al enorme miembro que apenas podía menearse allí dentro.

Pronto la agitación de los tres personajes fue extrema, su respiración se hizo jadeante. Alexine descargó tres veces, luego fue el turno de Culculine que desmontó inmediatamente para ir a mordisquear los testículos de Mony. Alexine se puso a gritar como una condenada y se retorció como una serpiente cuando Mony le soltó dentro del vientre su semen rumano. Culculine le arrancó inmediatamente del orificio y su boca fue a tomar el lugar del miembro para beber, a lengüetadas, el esperma que se derramaba en grandes borbotones. Alexine, entretanto, había tomado en la boca el miembro de Mony, que limpió cuidadosamente provocándole una nueva erección.

Un instante después, el príncipe se precipitó sobre Culculine, pero su miembro permaneció en el umbral, cosquilleando el clítoris. Tenía en su boca uno de los pechos de la muchacha. Alexine acariciaba los dos.
–Métemelo –gritaba Culculine– no puedo más.

Pero el miembro permanecía fuera. Descargó dos veces y parecía desesperada, cuando el miembro penetró brutalmente hasta la matriz. Entonces, loca de excitación y voluptuosidad, mordió a Mony en la oreja, tan fuerte que le quedó un pedazo en la boca. Lo tragó gritando con todas sus fuerzas y sacudiendo magis-tralmente el culo. Esta herida, de la que la sangre manaba a chorros, pareció excitar a Mony, pues empezó a menearse más rápidamente y no abandonó el coño de Culculine hasta haber descargado tres veces, mientras que ella misma lo hacía diez.

Cuando él desenfundó, los dos se dieron cuenta con asombro que Alexine había desaparecido.

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jueves, 25 de septiembre de 2008

El sueño americano

Este año murió George Carlin, uno de los cómicos más populares de los Estados Unidos, uno de los pocos que se atrevía a decir las cosas muy claras. Tal vez por eso no fue tan conocido fuera de su país.

He aquí una de sus intervenciones, seguramente la más seria de todas las suyas, una de las más activas.

Descanse en paz.

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De la cueca del Guatón Loyola

"Hola Andrea" del Mega relata verdadera historia del poncherudo que perdió feo en Parral
Ni naciendo de nuevo ganaría mocha el Guatón Loyola
Mítico martillero se agarró con afuerinos de puro cuico. Su sociate, el "Flaco" Gálvez, compuso cueca mientras dormía la mansa mona
Marcelo Garay V

¡No me diga na, iñol! Apuesto que le dieron la torta y no se acuerda quiénes jueron. Ni por muy curao, poh, gancho. No se me ponga julero. Mire que pa' ser guapo, no basta con tirar bien los chopazos. También hay que mojar menos el güergüero.

Y si no me cree naíta lo que le estoy contando, váyase acomodando. Apague altirante su lora y póngase al aguaite, que lo que viene en adelante es la pulenta, como si juera nomás ayercito, de por qué cresta al Guatón Loyola le pegaron un combo enlocico.

Una de las versiones acerca de la bullada trifulca fondera en la que felpearon a Eduardo Loyola, el mítico Guatón, entonces de 30 tiritones, dice que un sohua brutanteque y corpulento le aforró de puro odioso, porque el guatusi osó prestarle ropa a un cantinero de una fonda en Parral, durante el brillo patrio de 1954.

La otra cuenta que Loyola, de oficio martillero público y con más de 90 kilates de humanidad, se agarró a cornetes por defender el honor de una china coquetona a la que quería corretear de puro lacho que era nomás el jetón. Y que su contrincante fue un "ajuerino" canchero y levantado de culo.
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El puntete en común de ambas versiones es que esa noche Loyola salió p'atrás, porque, emparafinado con tanta chicha, no acertó combo alguno. Y porque después de que le dieron como caja nació la cueca que le hizo su compadre, Alejandro "Flaco" Gálvez, cuando el Guatón dormía la mona, tras la sacada de cresta.

Fue el desaparecido dúo "Los Perlas" el que se encargó de transformar la canción en una de las más potentes del folclor criollo.

Pobre
La pulenta es que la mocha fue medio al cuete. Pero de que le dieron la torta al Guatón se la dieron. Y por culpa de ese atado, que la legal ocurrió en Parral y no en Los Andes, pasó a la historia como el clásico weón rosquero al que le aforran en medio de una tomatera por cuico.

El atado lo empezaron unos afuerinos que habían tomado Santa Riña hasta por las orejas. Sin saber que el Guatón por cancha y labia no se quedaba, le echaron la foca carepalo. Una vez que se armó el cahuín, Loyola apechugó y le echó pa'delante, a charchazo limpio. Sohuas y chinas arriba de la pelota avivaron la cueca. "¡Pégale, Guatón, pégale!".

Pa' aclarar la historia y porque bueno o malo pa'l aletazo, el Guatón Loyola es parte de nuestra historia, el próximo lunes los ágiles de la sección "Hechos de la vida real", del "Hola Andrea", de Mega, revivirán con lujo y detalles de la legendaria mocha, cuando "le pegaron un puñete al Guatón Loyola, por dárselas de encachao, comadre Lola".

Actor César Arredondo: "Era un gordo muy gozador"
No fue sólo la famosa y cuequeada mocha de Parral la que hizo conocido al Guatón. Desde antes de irse de perdices con un afuerino este recurrido personaje popular era cotizado como martillero, pega en la que se peinaba, según los que saben. ¡Y era bravo! Llegó en 1954 al rodeo de Parral, donde lo inmortalizó su yunta Alejandro "Flaco" Gálvez, quien compuso la cueca mientras Loyola dormía la mona más machucado que membrillo colegial.

Cuando el gordito despertó con el gorila zapateándole en el mate, "El Flaco" le interpretó su creación, pa' puro agarrarlo pa'l fideo. "Me cagaron la vida", espetó Loyola, a lo que Gálvez contestó "no te preocupís, Guatón, si de Parral no sale".

"Fue un gordo gozador, muy entrador. Su pega se lo permitía y así pasó esa vez de la famosa pelea. Le salía gratis el carrete. Claro que el Guatón no había llegado a los niveles de experticia de los reporteros de La Cuarta, ja, ja, ja", nos echó la talla don César.

"Era capaz de venderte un gato disfrazado de vaca", aseguró.

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Ad abolendam

O Para la abolición, decreto publicado en 1184 por el papa Lucio III, llamado la carta magna de la inquisición medieval

«Para abolir la depravación de las diversas herejías que en los tiempos presentes han comenzado a pulular en diversas partes del mundo, debe encenderse el vigor eclesiástico, a fin de que -ayudado por la potencia de la fuerza imperial- no sólo la insolencia de los herejes sea aplastada en sus mismos conatos de falsedad, sino también para que la verdad de la católica simplicidad que resplandece en la Santa Iglesia, aparezca limpia de toda contaminación de los falsos dogmas.

Por ello nos, sostenidos por la presencia y el vigor de nuestro queridísimo hijo Federico, ilustre emperador de los Romanos, siempre augusto, con el común acuerdo de nuestros hermanos, y de otros patriarcas, arzobispos y de muchos príncipes que acudieron de diversas partes del mundo, por la sanción del presente decreto general, nos levantamos contra dichos herejes, cuyos diversos nombres indican la profesión de diversas falsedades, y condenamos por la presente constitución todo tipo de herejía cualquiera sea el nombre con que se la conozca.

En primer lugar determinamos condenar con anatema perpetuo a los cátaros y patarinos, y a aquellos que se llaman a si mismos con el falso nombre de Humillados o Pobres de Lyon, a los Pasaginos, Josefinos y Arnaldistas.
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Y puesto que algunos bajo apariencia de piedad y como dice el apóstol, pervirtiendo su significado, se arrogan la autoridad de predicar, aun cuando el mismo apóstol dice "¿cómo predicarán si no son enviados?", a todos aquellos que, bien impedidos, bien no enviados, presumieran predicar ya sea en público o en privado, sin haber recibido la autorización de la Santa Sede o del obispo del lugar.

También ligamos con el mismo vínculo de anatema perpetuo a todos aquellos que respecto al sacramento del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, o sobre el bautismo, o la remisión de los pecados, el matrimonio, o sobre los demás sacramentos de la Iglesia, se atreven a sentir o enseñar algo distinto de lo que la sacrosanta Iglesia Romana predica y observa; y en general a quien quiera que sea juzgado como hereje por la misma Iglesia Romana, o por cada obispo en su diócesis, o bien , en caso de sede vacante, por los mismos clérigos, con el consejo -si fuera necesario- de los obispos vecinos.

Determinamos que queden sujetos a la misma sentencia todos sus encubridores y defensores y todos aquellos que prestasen alguna ayuda o favor a los predichos herejes con el fin de fomentar en ellos la depravación de la herejía, bien a aquellos consolados, o creyentes, o perfectos, o con cualquiera de los nombres supersticiosos con que se los llame.

Y puesto que a veces sucede -a causa de los pecados- que sea censurada la severidad de la disciplina eclesiástica por aquellos que no comprenden su significado; por la presente ordenación establecemos que aquellos que manifiestamente fueran sorprendidos en las acciones antes nombradas, si es clérigo, o se ampara engañosamente en alguna religión, sea despojado de todo orden eclesiástico y del mismo modo sea expoliado de todo oficio y beneficio eclesiástico y sea entregado al juicio de la potestad secular, para ser castigado con la pena debida, a no ser que inmediatamente después de haber sido descubierto el error retornase espontáneamente a la unidad de la fe católica y consintiese -según el juicio del obispo de la región- a abjurar de su error y a dar una satisfacción congrua.

En cambio, el laico al cual manchase una culpa -ya sea privada o pública- de las pestes predichas, sea entregado al fallo del juez secular para que reciba el castigo debido a la calidad del crimen, a no ser que como se ha dicho, habiendo abjurado de su herejía, y habiendo dado satisfacción, al instante se refugiase en la fe ortodoxa.

Aquellos empero, que provocasen la sospecha de la Iglesia serán sometidos a la misma sentencia, a no ser que a juicio del obispo y consideradas la sospecha y la cualidad de las personas demostrase la propia inocencia con una justificación pertinente.

Aquellos, no obstante, que después de la abjuración del error, o después de que -como dijimos- se hubiesen justificado frente al obispo, fuesen sorprendidos reincidiendo en la herejía abjurada, determinamos que deben ser entregados al juicio secular sin ninguna otra investigación; y los bienes de los condenados, con arreglo a las legítimas sentencias, sean entregados a las iglesias a las cuales servían.

Determinamos pues, que la excomunión predicha, a la cual queremos que sean sometidos todos los herejes sea renovada por todos los patriarcas, arzobispos y obispos en todas las solemnidades, o en cualquier ocasión, para gloria de Dios y para reprensión de la depravación herética. Estableciendo con autoridad apostólica que si alguien del orden de los obispos fuese encontrado negligente o perezoso en este punto, sea suspendido de la dignidad y administración episcopal por el espacio de tres años.

A las anteriores disposiciones, por consejo de los obispos y por sugerencia de la autoridad imperial y los príncipes, agregamos el que cualquier arzobispo u obispo, por si o por su archidiácono o por otras personas honestas e idóneas, una o dos veces al año, inspeccione las parroquias en las que se sospeche que habitan herejes; y allí obligue a tres o más varones de buena fama, o si pareciese necesario a toda la vecindad, a que bajo juramento indiquen al obispo o al archidiácono si conocen allí herejes, o a algunos que celebren reuniones ocultas o se aparten de la vida, las costumbres o el trato común de los fieles. El obispo o el archidiácono convoque ante su presencia a los acusados, los cuales sean castigados según el juicio del obispo, a no ser que a juicio de aquellos y según las costumbres patrias hubiesen purgado el reato imputado, o si después de haber hecho penitencia recayesen en la perfidia primera. Pero si alguno de ellos rechazando el juramento por una superstición condenable, se negasen tal vez a prestar juramento, sea considerado por este mismo hecho como hereje y sea sometido a las penas que fueron indicadas más arriba.

Establecemos además que los condes, barones, magistrados, cónsules de las ciudades y de otros lugares, que bajo advertencia de los arzobispos y obispos, prometan bajo juramento, que ayudarán a la Iglesia con fortaleza y eficacia contra los herejes y sus cómplices de acuerdo a todo lo prescrito cuando les fuera requerido; y se ocuparán de buena fe de hacer ejecutar según su oficio y su poder todos los estatutos eclesiásticos e imperiales que hemos dicho. Empero, si no quisieran observar esto, sean despojados del honor que han obtenido, y no obtengan ningún otro de ninguna forma, y sean sujetos a excomunión y sus tierras a entredicho eclesiástico. La ciudad que se resistiera a cumplir con las decretales establecidas, o que contra la advertencia del obispo se negase a castigar a los opositores, carezca del comercio con las demás ciudades y sepa que será privada de la dignidad episcopal.

Todos los fautores de los herejes sean excluidos de todo oficio público y no sean aceptados como abogados ni como testigos considerándoselos como condenados a perpetua infamia.

Si hubiera algunos que, exentos de la jurisdicción diocesana estén sometidos únicamente a la potestad de la Sede Apostólica, no obstante, quedan sometidos al juicio de los arzobispos y obispos respecto a lo que más arriba ha sido establecido contra los herejes, y aquellos sean obedecidos en este asunto como legados de la Sede Apostólica, no obstante los privilegios de exención.»

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Las once mil vergas (IX)

Él enderezó su bello talle exclamando:

–Soy un príncipe rumano, hospodar hereditario.

–Y yo –dijo ella– soy Culculine d'Ancóne, tengo diecinueve años, ya he vaciado los testículos de diez hombres excepcionales en las relaciones amorosas, y la bolsa de quince millonarios.

Y charlando alegremente de diversas cosas fútiles o turbadoras, el príncipe y Culculine llegaron a la calle Duphot. Subieron en ascensor hasta el primer piso.

–El príncipe Mony Vibescu... mi amiga Alexine Mangetout.

Culculine hizo muy formalmente la presentación en un lujoso gabinete decorado con obscenas estampas japonesas.

Las dos amigas se besaron intercambiándose las lenguas. Las dos eran altas, pero sin exageración.

Culculine era morena, con los ojos grises relucientes de picardía, y un lunar peloso adornaba la parte inferior de su mejilla izquierda. Su tez era mate, su sangre afluía bajo la piel, sus mejillas y su frente se arrugaban fácilmente testimoniando sus preocupaciones de dinero y de amor.

Alexine era rubia, de ese color tirando a ceniza como no se ve más que en París. La clara coloración de su tez parecía transparente. Esta bella muchacha semejaba en su encantador deshabillé rosa, tan delicada y traviesa como una picara marquesa del siglo antepasado.
Trabaron pronto amistad y Alexine que tuvo un amante rumano fue a buscar su fotografía a su dormitorio. El príncipe y Culculine la siguieron. Los dos se precipitaron sobre ella y, riendo, la desnudaron. Su peinador cayó, dejándola en una camisa de batista que dejaba ver un cuerpo encantador, regordete, lleno de hoyuelos en los mejores lugares.

Mony y Culculine la derribaron sobre la cama y sacaron a la luz sus bellos pechos rosados, grandes y duros, a los que Mony chupó los pezones. Culculine se inclinó y, levantando la camisa, descubrió dos muslos redondos y grandes que se reunían bajo un conejo rubio ceniciento como los cabellos. Alexine, lanzando grititos de voluptuosidad, puso sobre la cama sus piececitos dejando escapar unas chancletas que hicieron un ruido sordo al caer al suelo. Las piernas muy separadas, levantaba el culo bajo el lameteo de su amiga crispando sus manos alrededor del cuello de Mony.

El resultado no tardó en producirse, sus muslos se apretaron, su pataleo se hizo más vivo, descargó diciendo:

–Puercos, me excitáis, tenéis que satisfacerme.

–¡Ha prometido hacerlo veinte veces! –dijo Culculine, y se desnudó.

El príncipe hizo lo mismo. Quedaron desnudos al mismo tiempo, y mientras que Alexine, como desmayada, estaba tendida en la cama, pudieron admirar recíprocamente sus cuerpos. El voluminoso culo de Culculine se balanceaba deliciosamente debajo de su talle exquisito y los grandes testículos de Mony se hinchaban debajo de un enorme miembro del que Culculine se apoderó.

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miércoles, 24 de septiembre de 2008

Ciudad Jardín

El grupo que más me ha hecho moverme bailando. Y todavía me hace. Beber y bailar, magnífico plan.

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Las once mil vergas (VIII)

–Señorita, no he hecho más que veros por primera vez y, loco de amor, he sentido mis órganos genitales dirigirse hacia vuestra belleza soberana y me he enardecido como si hubiera bebido un vaso de raki.

–¿Dónde? ¿Dónde?

–Pongo mi fortuna y mi amor a vuestros pies. Si os tuviera en una cama, os probaría mi pasión veinte veces seguidas. ¡Que las once mil vírgenes o incluso que once mil vergas me castiguen si miento!

–¡Y cómo!

–Mis sentimientos no son falaces. No hablo así a todas las mujeres. No soy un calavera.

–¡Tu hermana!

Esta conversación se producía en el boulevard Malesherbes, una mañana soleada. El mes de mayo hacía renacer la naturaleza y los gorriones parisinos piaban al amor en los árboles reverdecidos.

Galantemente, el príncipe Mony sostenía esta conversación con una bonita y esbelta muchacha que, vestida con elegancia, bajaba hacia la Madeleine. Andaba tan deprisa que tenía dificultades para seguirla. De golpe ella se giró bruscamente y se desternilló de risa:

–Acabaréis pronto; ahora no tengo tiempo. Voy a la calle Duphot a ver a una amiga, pero si estáis dispuesto a mantener a dos mujeres desesperadas por el lujo y por el amor, si en definitiva sois un hombre, por la fortuna y el poder copulativo, venid conmigo.

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martes, 23 de septiembre de 2008

La isla

Es buenísimo

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Las once mil vergas (VII)

–¡Ah! es bueno... Quédate aquí... Más fuerte... Más fuerte... Ten, ten, tómalo todo. Dámelo, tu esperma... Dámelo todo... Ten... Ten...

Y en una descarga común se derrumbaron y quedaron anonadados por un momento. Tone y Éulmé abrazadas en el canapé les miraban riendo. El vicecónsul de Serbia había encendido un delgado cigarrillo de tabaco oriental. Cuando Mony se hubo levantado, le dijo:

–Ahora, querido príncipe, es mi turno; esperaba tu llegada y precisamente por eso me he hecho manipular el miembro por Mira, pero te he reservado el goce. ¡Ven, mi corazón, mi enculado querido, ven, que te la meta!

Vibescu le contempló un momento, luego, escupiendo sobre el miembro que le presentaba el vicecónsul, pronunció estas palabras:

–Ya estoy harto de tus enculadas, toda la ciudad habla de ello.

Pero el vicecónsul se había levantado, en plena erección, y había cogido un revólver. Apuntó a Mony que, temblando, le tendió las posaderas balbuceando:

–Bandi, mi querido Bandi, sabes que te amo, encúlame, encúlame.

Bandi, sonriendo, hizo penetrar su miembro en el elástico orificio que se encontraba entre las dos nalgas del príncipe. Introducido allí, y mientras las tres mujeres le miraban, se agitó como un poseído blasfemando:

–¡Por el nombre de Dios! Estoy gozando, aprieta el culo, preciosidad, aprieta, estoy gozando. Aprieta tus bellas nalgas.

Y la mirada salvaje, las manos crispadas sobre los hombros delicados, descargó. Enseguida Mony se lavó, se volvió a vestir y marchó diciendo que volvería después de comer. Pero al llegar a su casa, escribió esta carta:

Mi querido Bandi:
Ya estoy harto de tus enculadas, ya estoy harto de las mujeres de Bucarest, ya estoy harto de gastar aquí mi fortuna con la que sería tan feliz en París. Antes de dos horas me habré marchado. Espero divertirme enormemente allí y te digo adiós.
Mony, Príncipe Vibescu, Hospadar hereditario.

El príncipe cerró la carta, escribiendo otra a su notario en la que le pedía que liquidara sus bienes y le enviara el total a París en el momento en que supiera su dirección.

Mony tomó todo el dinero en metálico que poseía, 50.000 francos, y se dirigió a la estación. Echó sus dos cartas al buzón y tomó el Orient Express hacia París.

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lunes, 22 de septiembre de 2008

Canto al Dios Kane




“Aquí estoy en la cima del día, en la cima de la noche.

Los espacios de aire,

el cielo azul voy a hacer, un cielo.

Un cielo para Ku, para Lono,

un cielo para mí, para Kane.

Tres cielos, un cielo. ¡He aquí los cielos!

No es el cielo

el gran cielo.

Aquí estoy en el cielo, el cielo es mío.”

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Las once mil vergas (VI)

Él se echó a reír, empezó a retorcerse. La pluma de pavo real le hacía cosquillas continuamente; de los talones había subido a los muslos, al ano, al miembro, que se desinfló rápidamente. Las dos pícaras, Tone y Zulmé, encantadas de su farsa, rieron un buen rato; luego, sofocadas y arreboladas, continuaron sus caricias besándose y lamiéndose ante el corrido y estupefacto príncipe.

Sus culos se alzaban cadenciosamente, sus pelos se mezclaban, sus dientes golpeaban los unos contra los otros, los satenes de sus pechos firmes y palpitantes se restregaban mutuamente. Al fin, retorcidas y gimiendo de voluptuosidad, se regaron mutuamente, mientras el príncipe sentía que volvía a empezarle una erección.

Pero viendo a la una y a la otra tan fatigadas por su mutua masturbación, se volvió hacia Mira, que continuaba manipulando el miembro del vicecónsul. Vibescu se aproximó suavemente y haciendo pasar su bello miembro entre las gruesas nalgas de Mira, se insinuó en el coño húmedo y entreabierto de la preciosa muchacha que, sólo sentir que la penetraba la cabeza del nudo dio una culada que hizo que el aparato la penetrara completamente. Luego continuó sus desordenados movimientos, mientras que el príncipe le hacía titilar el clítoris con una mano y con la otra le cosquilleaba los pechos. Su movimiento de vaivén en el apretadísimo coño parecía causar un vivo placer a Mira, que lo demostraba con gritos de voluptuosidad. El vientre de Vibescu iba a dar contra el culo de Mira y el frescor del culo de Mira causaba al príncipe una sensación tan agradable como la causada a la muchacha por el calor de su vientre. Pronto los movimientos se hicieron más vivos, más bruscos; el príncipe se apretaba contra Mira que jadeaba apretando las nalgas. El príncipe la mordió en el hombro y la estrechó contra sí. Ella gritaba:

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domingo, 21 de septiembre de 2008

Di que no

Magnífica canción y vídeo de Hoyo Colorao, que demuestra que se puede hablar de la realidad y hacer arte.

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Las once mil vergas (V)

Ella le gritaba en rumano: “ ¡No, no me la meterás!” y al mismo tiempo pataleaba con sus preciosos muslos redondos y rollizos. El grueso miembro de Mony había tocado ya el húmedo reducto de Tone con su cabeza roja e inflamada. Ella pudo soltarse aún, pero al hacer este movimiento dejó escapar una ventosidad, no una ventosidad vulgar, sino una ventosidad de un sonido cristalino que le provocó una risa violenta y nerviosa. Su resistencia disminuyó, sus muslos se abrieron y el voluminoso aparato de Mony ya había escondido su cabeza en el reducto cuando Zulmé, la amiga de Tone y su colaboradora de masturbación, se apoderó bruscamente de los testítulos de Mony y, estrujándolos en su manecita, le causó tal dolor que el miembro humeante volvió a salir de su domicilio con gran contrariedad de Tone que ya empezaba a menear su gran culo debajo de su esbelta cintura.

Zulmé era una rubia cuya espesa cabellera le caía hasta los talones. Era más bajita que Tone, pero en cuanto a esbeltez y a gracia no le cedía en nada. Sus ojos eran negros y ojerosos.

Cuando soltó los testículos del príncipe, éste se arrojó sobre ella diciendo: “Bueno, tú vas a pagar por Tone”.

Luego, atrapando de una dentellada un precioso pecho, comenzó a chuparle la punta. Zulmé se retorcía. Para burlarse de Mony meneaba y ondulaba su vientre al final del cual bailaba una deliciosa barba rubia muy rizada. Al mismo tiempo ponía en alto un bonito coño que partía una bella y abultada mota.

Entre los labios de ese coño rosado bullía un clítoris bastante largo que demostraba sus costumbres tribádicas. El miembro del príncipe trataba de penetrar en vano en ese reducto. Al fin, asió las nalgas con fuerza e iba a penetrar cuando Tone, enojada por haber sido privada de la descarga del soberbio miembro, se puso a cosquillear con una pluma de pavo real los talones del joven.

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sábado, 20 de septiembre de 2008

CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA

España, en uso de su soberanía, y representada por las Cortes Constituyentes, decreta y sanciona esta Constitución.

TÍTULO PRELIMINAR

Disposiciones generales

Artículo 1. España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia.
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.
La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones.
La bandera de la República española es roja, amarilla y morada.

Artículo 2. Todos los españoles son iguales ante la ley.

Artículo 3. El Estado español no tiene religión oficial.

Artículo 4. El castellano es el idioma oficial de la República.
Todo español tiene obligación de saberlo y derecho de usarlo, sin perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a las lenguas de las provincias o regiones.

Salvo lo que se disponga en leyes especiales, a nadie se le podrá exigir el conocimiento ni el uso de ninguna lengua regional.

Artículo 5. La capitalidad de la República se fija en Madrid.

Artículo 6. España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.

Artículo 7. El Estado español acatará las normas universales del Derecho internacional, incorporándolas a su derecho positivo.

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viernes, 19 de septiembre de 2008

Las once mil vergas (IV)

Luego agarrando a una de ellas, quiso besarle la boca. Era Tone, una bella morena cuyo cuerpo completamente blanco tenía, en los mejores lugares, unos preciosos lunares, que realzaban su blancura; su rostro era blanco también y un lunar en la mejilla izquierda hacía muy picante el semblante de esta graciosa muchacha.

Su busto estaba adornado con dos soberbios pechos duros como el mármol, cercados de azul, coronados por unas fresas rosa suave, el de la derecha coquetamente manchado por un lunar colocado allí como una mosca, una mosca asesina.

Mony Vibescu al agarrarla había pasado las manos bajo su voluminoso culo que parecía un hermoso melón que hubiera crecido al sol de medianoche, tan blanco y prieto era. Cada una de sus nalgas parecía haber sido tallada en un bloque de Carrara sin defecto alguno y los muslos que descendían debajo de ellas eran perfectamente redondos como las columnas de un templo griego. ¡Pero qué diferencia! Los muslos estaban tibios y las nalgas, frías, lo que es un síntoma de buena salud. La azotaina las había vuelto un poco rosadas, de tal modo que de esas nalgas se podría decir que estaban hechas de nata mezclada con frambuesas. Esta visión excitaba hasta el límite de la lujuria al pobre Vibescu. Su boca chupaba alternativamente los firmes pechos de Tone, o bien posándose sobre el cuello o sobre el hombro dejaba marca de sus chupadas. Sus manos sostenían firmemente ese prieto y opulento culo como si fuera una sandía dura y pulposa. Palpaba esas nalgas reales y había insinuado el índice en el agujero del culo que era de una estrechez que embriagaba. Su grueso miembro que crecía cada vez más iba a abrir brecha en un encantador coño coralino coronado por un toisón de un negro reluciente.

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Y además es imposible

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jueves, 18 de septiembre de 2008

Las once mil vergas (III)

Al llegar ante la puerta del viceconsulado de Servia, Mony orinó copiosamente contra la fachada, luego llamó. Un albanés vestido con unas enagüillas blancas vino a abrirle. Rápidamente el príncipe Vibescu subió al primer piso. El vicecónsul Bandi Fornoski estaba completamente desnudo en su salón. Acostado en un mullido sofá, lucía una firme erección; cerca de él estaba Mira, una morena montenegrina que le hacía cosquillas en los testículos. Estaba igualmente desnuda y, como permanecía inclinada, su posición hacía sobresalir un hermoso culo, rollizo, moreno y velludo. Entre las dos nalgas se alargaba el surco bien marcado con sus pelos obscuros y se vislumbraba el orificio prohibido redondo como una pastilla.

Debajo, los dos muslos, vigorosos y largos, se estiraban, y como su posición forzaba a Mira a separarlos quedaba visible el coño, grueso, espeso, bien cortado y sombreado por una espesa guedeja completamente negra. Ella no se interrumpió cuando entró Mony. En otro rincón, encima de un canapé, dos precio­sas muchachas de gran culo se acariciaban lanzando suaves “¡ah!” de voluptuosidad. Mony se desembarazó rápidamente de sus ropas, luego el pene completamente erecto al aire, se abalanzó sobre las dos bacantes intentando separarlas. Pero sus manos resbalaban sobre los cuerpos húmedos y tersos que se escurrían como serpientes. Entonces, viendo que babeaban de voluptuosidad, y furioso al no poder compartirla, se puso a golpear con toda la ma­no el gran culo blanco que se encontraba a su alcance.

Como esto parecía excitar considerablemente a la propietaria de ese gran culo, se puso a pegar con todas sus fuerzas, tan fuerte que venciendo el dolor a la voluptuosidad, la bella muchacha a la que había vuelto rosa el precioso culo blanco, se incorporó encolerizada diciendo:
–Puerco, príncipe de los enculados, no nos molestes, no queremos tu abultado miembro. Ve a dar tu azúcar de cebada a Mira. Déjanos amarnos. ¿No es eso, Zulmé?

–¡Sí! Tone –respondió la otra muchacha. El príncipe blandió su enorme miembro gritando:

–¡Cómo, cochinas, todavía y siempre pasándoos la mano por entre las piernas!

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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Woody Allen (I)

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Las once mil vergas (II)

Mony Vibescu era de una familia muy rica. Su bisabuelo había sido hospodar, que en Francia equivale al título de subprefecto. Pero esta dignidad se había transmitido nominativamente a la familia, y tanto el abuelo como el padre de Mony habían ostentado el título de hospodar. Del mismo modo Mony Vibescu tuvo que llevar ese título en honor de su abuelo.

Pero él había leído suficientes novelas francesas como para saber mofarse de los subprefectos:

“Veamos –decía-– ¿no es ridículo irse a llamar subprefecto porque tu abuelo lo ha sido? ¡Es simplemente grotesco!”. Y para ser menos grotesco había reemplazado el título de hospodar-subprefecto por el de príncipe.

“Este –exclamaba– es un título que puede transmitirse por herencia. Hospodar, es una función administrativa, pero es justo que los que se han distinguido en la administración tengan el derecho de llevar un título. En el fondo, soy un antepasado.

Mis hijos y mis nietos sabrán agradecérmelo”.

El príncipe Vibescu estaba muy relacionado con el vicecónsul de Servia: Bandi Fornoski que, según se decía en la ciudad, enculaba de muy buena gana al encantador Mony.

Un día el príncipe se vistió correctamente y se dirigió hacia el viceconsulado de Servia. En la calle, todos le miraban, y las mujeres lo hacían de hito en hito pensando: “ ¡Qué aspecto parisino tiene!”.

En efecto, el príncipe Vibescu andaba como se cree en Bucarest que andan los parisinos, es decir con pasos cortos y apresurados y removiendo el culo. ¡Es encantador! Y en Budapest cuando un hombre anda así no hay mujer que se le resista, aunque sea la esposa del primer ministro.

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Algunas maneras de perder el tiempo

Resulta que hay que hacer algo, lo que sea pero hay que hacer algo, pues nos recuerdan que hay que aprovechar el momento, que la vida no se repite y esos motivos del carpe diem. Y es verdad. Sólo que así como el tiempo es nuestro nosotros disponemos de él como queremos y no tenemos la obligación de emplearlo en algo trascendental, también hay que reivindicar que podemos aprovechar el tiempo en lo que queramos (pero no siempre, eh, dar todo el tiempo por perdido es... una pérdida de tiempo), sobre todo cuando queremos que pase rápido y no sabemos cómo. Así que ahí va una propuesta sobre cómo perder el tiempo.

1. Ordenar la casa o la habitación. Es una de las pérdidas de tiempo más absurdas, la satisfacción es tan efímera que a poco nos movamos ya vuelve el caos con un vaso sobre la mesa o aparece una mota de polvo escondida.

2. Estar en un lugar donde se supone que estamos por algo. Esto supone la incredulidad de los que nos preguntan qué estamos haciendo y, ante la insistencia en nuestra postura, la incomprensión y hasta la perpetua sentencia de que padecemos un insufrible caso de estupidez.

3. Cantar. Cuando no somos cantantes, se entiende. Y cuando no cantamos mientras realizamos otra acción. No es cantar mientras trabajamos. Es trabajar para perder el tiempo.

4. Ladrarle a la luna. Ésta tiene el inconveniente de que nos tomen por locos y por eso es recomendable buscar un lugar en campo libre, donde se vea bien la luna y los demás puedan alejarse fácilmente.

5. Ser un somiatruites. Que literalmente significaría ser un sueña-truchas o ser un sueña-tortillas y por eso es preferible no traducirlo. Es el que se ilusiona con cosas imposibles o extrañas.

6. Aprender una lengua minoritaria. Sólo podremos hablarla en una pequeña región, nadie más nos entenderá, pero qué mundo descubriremos.

8. Aprender una lengua muerta. Para hablarla con los que hayan seguido nuestros pasos.

9. Acariciar nuestro gato o nuestro perro. En el caso de que él tenga ganas, claro.

10. Tomarse un té o un café. Con la correspondiente pérdida de tiempo de prepararlo uno mismo.

11. Escuchar con atención a un desconocido. Vale cualquier cosa que cuente y que olvidemos al poco tiempo del tiempo perdido.

12. Mirar por la ventana sin importar qué vemos. No confundirlo con los espías o chusmas, a no ser que pretendamos saludarles y compartir la experiencia.

13. Informarnos sobre un lugar al que no visitaremos, siendo un acción lo suficientemente compleja como para pasar de la guía de viajes.

14. Despertarse temprano en un domingo ocioso y quedarse en la cama, buscando el silencio o descifrando todos los sonidos.

15. Buscar siestas innecesarias para llenar vacíos inventados. Valga la redundancia utilitaria.

16. Contemplar una foto familiar hasta que parezca distinta a nuestra vista. Aquí además de tiempo hay que apoyarse en la paciencia.

17. Trazar siluetas de humo en el aire y borrar sus huellas. Pongamos que se acepta cualquier objeto humeante.

18. Ver de nuevo una película que nos gustó. Si no nos gustó no es pérdida de tiempo, es masoquismo.

19. Elegir el camino más largo. No sólo nos permitirá una mayor pérdida de tiempo, sino que además el placer del descanso cuando lleguemos a nuestro destino.

20. Escribir con torpe sabiduría este tratado sobre el no hacer nada.

21. Leerlo y releerlo.

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martes, 16 de septiembre de 2008

Once

Para celebrar que cumplimos once meses, aquí está el comienzo de ese libro de Guillaume Apolinaire que se llama Las once mil vergas

Capítulo 1

Bucarest es una bella ciudad donde parece que vienen a mezclarse Oriente y Occidente. Si solamente tenemos en cuenta la situación geográfica estamos aún en Europa, pero estamos ya en Asia si nos referimos a ciertas costumbres del país, a los turcos, a los servios y a las otras razas macedonias, pintorescos especímenes de las cuales se distinguen en todas las calles. Sin embargo es un país latino: los soldados romanos que colonizaron el país tenían, sin duda, el pensamiento constantemente puesto en Roma, entonces capital del mundo y árbitro de la elegancia. Esta nostalgia occidental se ha transmitido a sus descendientes: los rumanos piensan insistentemente en una ciudad donde el lujo es natural, donde la vida es alegre. Pero Roma ha perdido su esplendor, la reina de las ciudades ha cedido su corona a París, ¡y qué hay de extraordinario entonces en que, por un fenómeno atávico, el pensamiento de los rumanos esté puesto sin cesar en París, que ha reemplazado tan adecuadamente a Roma a la cabeza del Universo!

Lo mismo que los otros rumanos, el hermoso príncipe Vibescu soñaba en París, la Ciudad-Luz, donde las mujeres, bellas todas ellas, son también de muslo fácil. Cuando estaba aún en el colegio de Bucarest, le bastaba pensar en una parisina, en la parisina, para conseguir una erección y verse obligado a masturbarse lenta y beatíficamente. Más tarde, había descargado en muchos coños y culos de deliciosas rumanas. Pero, lo sabía perfectamente, le hacía falta una parisina.

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Hier encore

Charles Aznavour

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La pelea del siglo

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domingo, 14 de septiembre de 2008

La batalla de Maratón

Contada por Herodoto

CXII. Dispuestos en orden de batalla y con los agüeros favorables en las víctimas sacrificadas, luego que se dio la señal, salieron corriendo los atenienses contra los bárbaros, habiendo entre los dos ejércitos un espacio no menor que de ocho estadios. Los persas, que les veían embestir corriendo, se dispusieron a recibirles a pie firme, interpretando a demencia de los atenienses y a su total ruina, que siendo tan pocos viniesen hacia ellos tan de prisa, sin tener caballería ni ballesteros. Tales ilusiones se formaban los bárbaros; pero luego que de cerca cerraron con ellos los bravos atenienses, hicieron prodigios de valor dignos de inmortal memoria, siendo entre todos los griegos los primeros de quienes se tenga noticia que usaron embestir de carrera para acometer al enemigo, y los primeros que osaron fijar los ojos en los uniformes del medo y contemplar de cerca a los soldados que los vestían, pues hasta aquel tiempo sólo oír el nombre de medos espantaba a los griegos.

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CXIII. Duró el ataque con vigor, por muchas horas en Maratón, y en el centro de las filas en que combatían los mismos persas y con ellos los sacas, llevaban los bárbaros la mejor parte, pues rompiendo vencedores por medio de ellas, seguían tierra adentro al enemigo. Pero en las dos alas del ejército vencieron los atenienses y los de Platea, quienes viendo que volvía las espaldas el enemigo no la siguieron los alcances, sino que uniéndose los dos extremos acometieron a los bárbaros del centro, obligáronles a la fuga, y siguiéndoles hicieron en los persas un gran destrozo, tanto que llegados al mar, gritando por fuego, iban apoderándose de las naves enemigas.
CXIV. En lo más vivo de la acción, uno de los que perecieron fue Calímaco el Polemarco, habiéndose portado en ella como bravo guerrero: otro de los que allí murieron fue Estesilao, uno de los generales, hijo de Trasilao. Allí fue cuando Cinegiro, hijo de Euforion, habiéndose asido de la proa de una galera, cayó en el agua, cortada la mano con un golpe de segur. A más de estos, quedaron allí muertos otros muchos atenienses de esclarecido nombre.
CXV. En efecto, los de Atenas con esta acometida se apoderaron de siete naves. Los bárbaros, haciéndoles retirar desde las otras, y habiendo otra tomado a bordo los esclavos de Eretria que habían dejado en una isla, siguieron su rumbo la vuelta de Sunio, con el intento de dejarse caer sobre la ciudad, primero que llegasen allá los atenienses. Corrió por válido entre los atenienses, que por artificio de los Alcmeónidas formaron los persas el designio de aquella sorpresa, fundándose en que estando ya los persas en las naves levantaron ellos el escudo, que era la señal que tenían concertada.
CXVI. Continuaban los persas doblando a Sunio, cuando los atenienses marchaban ya a todo correr al socorro de la plaza, y habiendo llegado antes que los bárbaros, atrincheráronse cerca del templo de Hércules en Cinosarges, abandonando los reales que cerca de otro templo de Hércules tenían en Maratón. Los bárbaros, pasando con su armada más allá de Falero, que era entonces el arsenal de los atenienses, y mantenidos sobre las áncoras, dieron después la vuelta hacia el Asia.
CXVII. Los bárbaros muertos en la batalla de Maratón subieron a 6.400; los atenienses no fueron sino 192; y este es el número exacto de los que murieron de una y otra parte. En aquel combate sucedió un raro prodigio: en lo más fuerte de la acción, Epicelo, ateniense, hijo de Cufágoras, peleando como buen soldado cegó de repente sin haber recibido ni golpe de cerca, ni tiro de lejos en todo su cuerpo; y desde aquel punto quedó ciego por todo el tiempo de su vida. Oí contar lo que él mismo decía acerca de su desgracia, que le pareció que se le ponía delante un infante elevado, cuya barba le asombró y le cubrió todo el escudo, y que pasando de largo aquel fantasma mató al soldado que a su lado tenía: tal era, según me contaban, la narración de Epicelo.

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viernes, 12 de septiembre de 2008

¿Qué es el amor?

Es necesario mucho tiempo para responder a esta pregunta y no quedarse en pañales. Incluso teniendo las respuestas, cómo comentar uno de los grandes temas, ya sabéis, uno de ésos entre los que hay cuatro o cinco como la muerte, el tiempo... bueno, a decir verdad sólo existen dos grandes temas: el amor y la muerte, vida y muerte, eros y thánatos. De modo que todas las cosas que hacemos están determinadas por el amor y la muerte, y según cómo se nos da la una y la otra así nos va. Pero claro, hay que tomarlas con moderación, no sea que nos hagan daño, y si la muerte nos duele... bueno, no tiene cura y al final deja de doler. Pero si el amor duele... eso ni la muerte lo cura.

Así que otro día hablaremos de la muerte. Hoy nos preguntamos qué es el amor.

La mayoría (51%) votamos que el amor es "un nombre que designa un estado de ánimo en donde convergen mil sutilezas". Está claro que quien votó esta opción está enamorado. Es decir que siente el amor. Pero no sabe qué es el amor y por eso, cuando se lo preguntan, se embrolla en una respuesta confusa y vaga de que es algo así como... algo indefinido, un estado de ánimo (claro, porque lo siente) en donde convergen mil sutilezas. ¿Cuáles son? No lo sé, pero las siento. ¿Me importa? No, porque me siento bien. Entonces llego a la conclusión lapidaria: qué importa lo que es el amor si estoy enamorado. Y me encanta no entender nada.

Luego viene la segunda opción: ¿Qué es el amor? "Nada" (20%). Si los de la anterior respuesta estábamos enamorados, ahora no lo estamos ni en pedo. Sí, el amor es muy bonito al principio, se nos pone una cara como si estuviésemos fumados todo el día y todo sale bien aunque salga mal. Todo es sí sí sí. Hasta que llega un no. De repente, en medio de nuestra felicidad paradisíaca, él o ella hace o dice algo que nos desconcierta. Pongamos el siguiente ejemplo: vamos con nuestra pareja a una heladería y a la hora de elegir los sabores ella (tu pareja) te dice: "hay que combinar los colores, que sean muy distintos, que se vean bien, pidamos gustos con colores muy distintos". "¿Por qué? - te preguntas - "¿qué me importa a mí el color si me lo voy a comer en un momento?". Y no le das más importancia. Pero cuando vuelve a suceder te preguntas de nuevo "Vaya mierda, pidió el de chocolate blanco ¿por qué yo no puedo pedir ahora el de limón?" Y según tu paciencia se lo dices antes o después. Y al contárselo lo habláis, lo comentáis y llegáis a un acuerdo, pero no a una solución. Y entonces se crea una tensión, que al principio es pequeña y luego poco a poco va creciendo y alimentándose de otras, hasta explotar en una discusión. Seguramente esa discusión se arreglará sin problemas porque una pareja no se acaba a las primeras de cambio. Pero, al igual que las tensiones, vendrán otras discusiones. De alguna manera tendrán que acabarse o ellas acabarán con nosotros, así que llegaremos a un pacto de no agresión, de respetar ciertos gustos, de no hablar de ciertos temas, de soportar ciertas situaciones y ciertas personas. Y así llegaremos a algo que no tiene nada que ver con el amor porque en lugar de eso será un contrato social, es decir: nada.

Esto tiene que ver con la siguiente opción: ¿Qué es el amor? "Un constructo bológico-social". Los avispados que votamos esta respuesta (13%) ni prestamos atención a la errata (es 'Un constructo biológico-social', sí, ya me di cuenta) porque hemos pensado mucho en el amor y no vamos a dejarnos confundir tan fácilmente. Nosotros pensamos como los de la respuesta anterior, salvo que no somos tan nihilistas. Nos parece que el amor es algo, eso sí, algo muy distinto a lo que nos han dado a entender. Durante siglos nos enseñaron que el amor se da en el matrimonio, fuera de él era pecado, concubinato o unión ilícita, por citar algunas denominaciones. Marido y mujer están manifestando su amor; si no están casados están follando o cogiendo, como prefieran, tanto monta monta tanto Isabel como Fernando. Hoy en día no es tan importante casarse (por cierto, etimológicamente casarse significa "vivir en la misma casa". Qué distinto se ve a como es hoy) pero sigue siendo fundamental el matrimonio para fundar una familia. Es lo que diferencia la pareja de hecho (no casada) de la pareja de derecho (casada). En el fondo parece decirse que el amor legal es el matrimonio. Es así como se entiende que el amor sea un constructo biológico-social.

Pero si a alguien le ha parecido pesimista esa respuesta aún nos queda la última: ¿Qué es el amor? "El sentimiento más elevado". Ambas respuestas (ésta y la anterior) recibieron los mismos votos (13%). Después de todo aún existe alguien que cree en el amor. A otros esa frase les sonará cursi, a los que hemos votado esta respuesta es lo que nos define más. Porque no podemos concebir la vida sin amor. ¿Hace falta recordar la canción de los Beatles? No, y por eso vamos a cerrar este largo comentario con otra más apropiada. Un beso, un abrazo amoroso.


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Sledgehammer - Peter Gabriel

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jueves, 11 de septiembre de 2008

Nacer al ver morir.

Tiró el cigarrillo al suelo y lo apagó con la punta del zapato. Se aseguró de que el cigarrillo estuviera bien apagado, aun y saber que no volvería nunca más a pisar ese piso. Había tomado una decisión y no se iba a echar atrás. Apagó el televisor. Los Lakers estaban ganando de cinco puntos a los Celtics a falta de tres minutos para el final. Era curioso. Iba a poner fin a su vida sin saber el final de ese fiel amigo que lo acompañó a lo largo de ella, el baloncesto. Se paseó por el piso durante media hora, hasta que decidió dar ese paso que tanto había meditado. Miró el reloj, eran las 17:55 del último día de su vida. No dejó ninguna nota. Al fin y al cabo, ¿quién se tomaría la molestia de leerla? Cerró la puerta con llave y bajo a paso ligero las escaleras, hasta que se vio reflejado en el vidrio de la puerta principal. Hacía meses que no se afeitaba y su imagen era deprimente. Pero no había tiempo para más lamentaciones. Había decidido poner fin a una vida llena de lamentaciones y autocompasión. Salió a la calle. Era un día gris, pronto llovería. Empezó a andar hasta el puente que pondría final a su existencia. Al llegar a la esquina de su calle, vio a un niño cruzar sin mirar. Antes de que pudiera decir una palabra, un coche arrolló al niño. Se quedó quieto durante no sabe cuanto tiempo, y se fue corriendo hacía el niño que yacía en el suelo. El coche se había ido. La cabeza del niño estaba llena de sangre, pero hubo una cosa que lo atrapó por completo. El niño tenía los ojos totalmente abiertos. En ellos pudo ver más sufrimiento del que él había tenido en su vida. El niño balbuceó una grase que se llevó el aire. Al instante empezó a llegar gente a socorrer al niño. Pero ya era demasiado tarde. La vida se había acabado para aquél pobre muchacho. Jack se levantó y se fue, sin dirección, sin destino. No sabe cuando rato estuvo andando ni por donde. Solo sabía que aquel niño acababa de morir y él acababa de nacer.

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11 de Septiembre de 1973, 9:10 A.M.


Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

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Acadio, Hammurabi



Eso era el prólogo del código de Hammurabi, después tenemos un silabario del acadio, para saber cómo se leería y ahora ya, una traducción.
Cuando el divino Anu,

rey de Anunnaki

y Enlil,

señor de cielo

y tierra,

repartieron

a Marduk,

primogénito de Ea,

el dominio divino

sobre la

totalidad

de la humanidad,

le magnificaron

entre Igigi,

llamada

Babilonia

por su nombre exaltado,

le hicieron supremo

en el mundo

y por lo tanto

le establecieron

como un reinado

eterno

cuyos fundamentos

están tan sólidamente arraigados

como cielo

y tierra.

En ese tiempo

Anu y Enlil

me llamaron

Hammurabi,

el augusto príncipe,

temeroso de los dioses,

para hacer que la justicia

prevalezca en la tierra,

para destruir al malo y al

perverso y que el fuerte

no pueda oprimir al débil.

Para levantarse como

Shamash sobre la

humanidad y dar luz a la

tierra, para promover el

bienestar del pueblo.

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domingo, 7 de septiembre de 2008

Cómo ayudar a los más débiles

"
...a los que son más débiles mentalmente. Muchos sabéis que yo en mis clases siempre intentaba sacar un tiempecillo extra para dedicarlo a los alumnos que iban más atrasados. La mayoría de estos, claro, solían ser porculeros: chicos que ya no sólo que no les interesaba la clase, sino que si por ellos fuese, ni vendrían al instituto.
Pues bien, hace ya unos cuantos años (...) tenía en clase yo a un chico de éstos. Un gitanillo al que su educación a sus padres les daba más bien igual. Coincidía además que era de mi tutoría, con lo que me suponía una mayor responsabilidad su evolución y trabajo. De todos los profesores tenía quejas suyas, sólo era en mis clases donde al menos no montaba jaleo. Un día,cuando le llevé un par de fichas que le había preparado, me llegó a decir:
-Déjalo maestro, no te preocupes, en serio. Si yo no quiero estudiar más"
-Pero Manolito hombre, no ves que si no trabajas en clase no vas a aprender, y la gente te va a engañar.
-Tú tranquilo maestro, que a mi nadie me engaña...

Yo ya estaba un poco agobiadillo porque no sabía por donde meterle mano al asunto. Hasta que en un recreo que tenía guardia, lo escucho hablando con unos cuantos amigos sobre las pajas. Y coincidiendo que tenía bastante acné...

-Manolito...¿tú te haces muchas pajas, verdad? . Así de golpe se lo solté en clase. El pobre se puso rojo al instante y miró alrededor por si algún compañero me había escuchado.
-Maestro...¿tú cómo sabes eso?
-Hombre, por los granillos que tienes en la cara.
-Eso sale de hacerse pajas?
-Claro, no lo sabías tú? Pues a ver si controlas un poco...

Seguí andando por medio de los pupitres descojonándome interiormente ya que el pobre se había quedado seco, y hasta preocupadillo por el descubrimiento.

Dejé pasar unos días hasta que me acerqué de nuevo y le volví a sacar el mismo tema.
-Hombre, Manolito, haz las fichas, que luego no vas a saber nada y te van a engañar...
-Que no Ginés, en serio, tú tranquilo que a mí no me van a engañar...
-¿Cómo que no? Pues el otro día yo te engañé con lo de las pajas.
-¿Qué? ¿Cómo cómo?
-Sí señor. Te dije que los granillos que tienes en la cara eran de hacerse pajas.
-¿Y...y era mentira?
-Si hubieras atendido a Manolo Mira en la clase de Naturales del otro día - decía inventándome los hechos- , te habrías enterado de que en realidad salen por la secreción de las glándulas tal y cual y demás.
-...
-¿Has visto como te he engañado? Pues esto es lo que siempre te digo de que si no aprendes algunas cosas cualquiera te va a poder engañar en cosas de la vida cotidiana...
"

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Hasta luego

Un poema de Nicanor Parra


HASTA LUEGO

Ha llegado la hora de retirarse
Estoy agradecido de todos
Tanto de los amigos complacientes
Como de los enemigos frenéticos
¡Inolvidables personajes sagrados!

Miserable de mí
Si no hubiera logrado granjearme
La antipatía casi general:
¡Salve perros felices
Que salieron a ladrarme al camino!
Me despido de ustedes
Con la mayor alegría del mundo.

Gracias, de nuevo, gracias
Reconozco que se me caen las lágrimas
Volveremos a vernos
En el mar, en la tierra donde sea.
Pórtense bien, escriban
Sigan haciendo pan
Continúen tejiendo telarañas
Les deseo toda clase de parabienes:
Entre los cucuruchos
De esos árboles que llamamos cipreses
Los espero con dientes y muelas.

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jueves, 4 de septiembre de 2008

Tirano Banderas

TIRANO BANDERAS
NOVELA DE TIERRA CALIENTE
PRÓLOGO
I
Filomeno Cuevas, criollo ranchero, había dispuesto para aquella noche armar a sus peonadas con los
fusiles ocultos en un manigual, y las glebas de indios, en difusas líneas, avanzaban por los esteros de
Ticomaipú. Luna clara, nocturnos horizontes profundos de susurros y ecos.

II
Saliendo a Jarote Quemado con una tropilla de mayorales, arrendó su montura el patrón, y a la luz de una linterna pasó lista:
—Manuel Romero.
—¡Presente!
—Acércate. No más que recomendarte precaución con ponerte briago. La primera campanada de las doce será la señal. Llevas sobre ti la responsabilidad de muchas vidas, y no te digo más. Dame la mano.
—Mi jefesito, en estas bolucas somos baqueanos.
El patrón repasó el listín:
—Benito San Juan.
—¡Presente!
—¿Chino Viejo te habrá puesto al tanto de tu consigna?
—Chino Viejo no más me ha significado meterme con alguna caballada por los rumbos de la feria y tirarlo todo patas al aire. Soltar algún balazo y no dejar títere sano. La consigna no aparenta mayores dificultades.
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—¡A las doce!
—Con la primera campanada. Me acantonaré bajo el reloj de Catedral.
—Hay que proceder de matute y hasta lo último aparentar ser pacíficos feriantes.
—Eso seremos.
—A cumplir bien. Dame la mano.
Y puesto el papel en el cono luminoso de la linterna, aplicó los ojos el patrón:
—Atilio Palmieri.
—¡Presente!
Atilio Palmieri era primo de la niña ranchera: Rubio, chaparro, petulante. El ranchero se tiraba de las barbas caprinas:
—Atilio, tengo para ti una misión muy comprometida.
—Te lo agradezco, pariente.
—Estudia el mejor modo de meter fuego en un convento de monjas, y a toda la comunidad, en camisa, ponerla en la calle escandalizando. Ésa es tu misión. Si hallas alguna monja de tu gusto, cierra los ojos.
A la gente, que no se tome de la bebida. Hay que operar violento, con la cabeza despejada. ¡Atilio, buena suerte! Procura desenvolver tu actuación sobre los límites de medianoche.
—Conformo, Filomeno, que saldré avante.
—Así lo espero: Zacarías San José.
—¡Presente!
—Para ti ninguna misión especial. A tus luces dejo lo que más convenga. ¿Qué bolichada harías tú esta noche metiéndote, con algunos hombres, por Santa Fe? ¿Cuál sería tu bolichada?
—Con solamente otro compañero dispuesto, revoluciono la feria: Vuelco la barraca de las fieras y abro las jaulas. ¿Qué dice el patrón? ¿No se armaría buena? Con cinco valientes pongo fuego a todos los abarrotes de gachupines. Con veinticinco copo la guardia de los Mostenses.
—¿No más que eso prometes?
—Y muy confiado de darle una sangría a Tirano Banderas. Mi jefesito, en este alforjín que cargo en el arzón van los restos de mi chamaco. ¡Me lo han devorado los chanchos en la ciénaga! No más cargando estos restos, gané en los albures para feriar guaco, y tiré a un gachupín la mangana y escapé ileso de la balasera de los gendarmes. Esta noche saldré bien en todos los empeños.
—Cruzado, toma la gente que precises y realiza ese lindo programa. Nos vemos. Dame la mano. Y pasada esta noche sepulta esos restos. En la guerra el ánimo y la inventiva son los mejores amuletos.
Dame la mano.
—¡Mi jefesito, estas ferias van a ser señaladas!
—Eso espero: Crisanto Roa.
—¡Presente!
Era el último de la lista y sopló la linterna el patrón. Las peonadas habían renovado su marcha bajo la luna.

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martes, 2 de septiembre de 2008

Dioses Hawaiianos

Kane: Padre de las criaturas vivientes. Kane es identificado con el sol, el agua fresca y el bosque.

Ku: Dios de la guerra. En tiempos antiguos se practicaban sacrificios humanos para este Dios.

Kaneloa: Soberano de la tierra de los espíritus ausentes.

Lono: Dios del crecimiento, de la lluvia, de la paz, del deporte y de las cosechas.

Pele: Diosa de los volcanes (volcanoes).

Hina: Diosa del trabajo femenino.

Laka: Diosa del hula (Hula).

Kuula: Dios de los pescadores.

Papa: Diosa de la fertilidad.

Kanaloa: Dios de la muerte, la oscuridad y el océano.

Poliahu: Diosa de la nieve del Mauna Kea. Rival de Pele.

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Caosmeando

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