domingo, 28 de octubre de 2007

El hombre que murió de soledad. (dedicado a iNsTaNte_aLepH)

No, no es que el conocido forero se haya muerto sino que, del mismo modo que antes se dedicaban canciones en las emisoras de radio, yo le dedico un hilo tal como le prometí.

Y lo hago por dos razones. La primera y principal es que iNsTaNte_aLepH, a través de lo que en ocasiones transluce de sí mismo en el foro, me recuerda en algunos aspectos al personaje central de este tema. La segunda razón es porque me da la gana.


Antes de entrar en materia, un pequeño preámbulo. Hace años, cuando vivía en Ibiza, solía frecuentar un pub situado en el barrio hippie de Eivissa capital llamado "La Luna Rosa", el cual no tengo ni idea de si seguirá existiendo. La verdad es que nunca me pregunté el porqué ese nombre en concreto, pero bastante tiempo después, ya de vuelta en Málaga, y por casualidad, supe la razón: se llamaba así en homenaje a la postrer obra de un genio.
"Pink Moon" se llamó su tercera producción, antes de morir con sólo 26 años.


Este es el músico de las estrellas, el poeta de los árboles, el hombre que murió de su propia tristeza.
Este es el hombre que murió de soledad, es Nick Drake


Nick Drake nació en Rangún, la entonces Birmania, en 1948 de padres ingleses. Cuando él tenía 4 años regresaron y se instalaron al sur de Birmingham.
La casa en la que vivió la familia a partir de entonces se llama Far Leys. Se trata de una laberíntica mansión de ladrillo rojo y piedra construida en 1912. La parte trasera se abre a un jardín inglés que se extiende tan lejos como la mirada alcanza y se pierde en las colinas verdes.

Nick era muy observador y pasaba gran parte del tiempo a solas. Se preocupaba mucho, a veces demasiado, por los problemas de los demás. Ya de adolescente pidió a sus padres una guitarra, con la que se inició en una voraz investigación que le llevó a crear su propio estilo en el punteo y la afinación. Enseguida empezó a componer con ella canciones extraordinariamente tristes.

Sobre su estilo de punteo hay que decir que ha sido fuente para músicos como Robert Smith (guitarrista y compositor de The Cure), Blur, Peter Buck (guitarra de R.E.M.) y Radiohead por citar los más conocidos.

En su vida cotidiana sufre de baja autoestima, lo que le lleva a temer el contacto físico con la gente y en especial con las chicas. Se dice que sólo se declaró a una chica en su vida, con resultado desastroso. Para escapar de esta realidad frustrante Nick empieza a construir su propio mundo imaginario, el mundo de sus canciones, poblado de princesas y pensamientos románticos.

Fue aceptado en el Fitzwilliam College de Cambridge, donde inició sus estudios de Literatura Inglesa en 1967.
Cambridge alimentó su melancolía. Abandonó el atletismo, dedicándose a leer poesía francesa, fumar hachís, escuchar música y aporrear la guitarra.

Su aspecto físico era peculiar. Medía 1,90 metros y caminaba jorobado. Sus manos eran enormes, sus dedos hermosos. Según su amigo Paul Wheeler, «tu primera impresión de Nick era de una increíble elegancia. Sólo después descubrías sus gastados zapatos de cordones o que la chaqueta no le sentaba bien». Solía llevar pantalones de pana negros, zapatos o botas negros y una cazadora negra.

Su talento empieza a ser conocido, y con 20 años fue recomendado por otro músico a un productor. Cuando escuchó la cinta de Drake quedó gratamente sorprendido por su calidad.

FIVE LEAVES LEFT

El primer vinilo de Nick. El título es una alusión a los estuches de papel de fumar 'Rizla', en los que un emblema con estas tres palabras (5 leaves left, es decir, quedan 5 hojas) avisa de que se está acabando el papel.

Se ha comparado Five Leaves Left con 'Astral Weeks' de Van Morrison por su coherencia de ideas e intensidad confesional.
El disco fue alabado por la crítica pero no obtuvo muchas ventas. Accedió a promocionarlo con actuaciones pero volvió deprimido. Las audiencias habían estado demasiado ocupadas hablando y bebiendo como para escuchar. La experiencia fue tan dolorosa que Nick nunca volvió a intentarlo.

Una canción de su primer disco, River Man: http://youtube.com/watch?v=eEAsZa4Qz2Y

Sin embargo, seguía buscando el estrellato y decidió continuar componiendo. Abandonó la carrera en Cambridge a falta de un solo año para acabar y se trasladó a Londres. Vivía en la planta baja de un edificio victoriano, pasando frío y soledad. Decía que quería estar solo para trabajar. Y allí, en un par de meses, escribió las canciones para su segundo álbum.

Pero antes de pasar al segundo hay que hacer una pequeña escala en la letra de una de las canciones del primero: Fruit Tree
No tiene desperdicio (la letra) porque resultó ser autobiográfica. Tenía 20 años, toda la ilusión del mundo ante su carrera y escribió justo justo lo que le terminaría pasando.


La fama no es sino un árbol frutal
Así de inestable.
Nunca puede crecer
Hasta que su tronco está en el suelo.
Los hombres famosos
Nunca pueden encontrar su camino
Hasta que el tiempo ha volado
Lejos del día de su muerte.
Olvidado mientras estás aquí
Recordado por un tiempo
Una ruina muy al día
Desde un estilo muy pasado de moda.
La vida no es sino un recuerdo
Que ocurrió hace mucho tiempo.
Un teatro lleno de tristeza
Para un espectáculo largamente olvidado.
Parece muy fácil
Dejarlo continuar
Hasta que te detienes a preguntarte
Por qué nunca te preguntaste por qué.

A salvo en el útero
De una noche eterna
Descubres que la oscuridad puede
Dar la luz más brillante.
A salvo en tu lugar profundo en la tierra
Entonces sabrán realmente cuánto
valías.
Olvidado cuando estás aquí
Recordado por un tiempo
Una ruina muy al día
A partir de un estilo muy pasado de moda.

La fama no es más que un árbol frutal
Así, tan inestable
Nunca puede florecer
Hasta que su tronco está en el suelo.
Así es como los hombres de fama
Nunca pueden encontrar un camino
Hasta que el tiempo ha volado
Lejos del día de su muerte.

Árbol frutal, árbol frutal
Nadie te conoce, salvo la lluvia y el aire
No te preocupes
Se quedarán observándote cuando te hayas ido.

Árbol frutal, árbol frutal
Abre tus ojos a otro año
Todos sabrán
Que estabas aquí cuando te hayas ido.


BRYTER LAYTER

Su segundo trabajo, de 1970. En el estudio de grabación continuó la búsqueda de Nick de la perfección. Rechazó varias veces las grabaciones finales por no estar satisfecho con los arreglos. Al final, la grabación del disco duró unos nueve meses.
Tanto el productor como el ingeniero de sonido consideran a Bryter Layter el álbum más perfecto que hayan hecho, una auténtica obra maestra. Cuando se publicó dijeron que el disco haría de Nick una estrella, pero se equivocaban. El álbum no se vendió tan bien como esperaban y Nick se sintió muy decepcionado, aunque la compañía, Island Records, estaba satisfecha con las 15000 copias vendidas.

Una del segundo, Northern Sky: http://youtube.com/watch?v=gWzRbJHCevA

La depresión inundó la vida de Drake. Solía sentarse durante horas en una silla, moviendo nerviosamente las manos sobre sus rodillas mientras miraba fijamente por la ventana u observaba el brillo de sus zapatos. Su amigo Paul Wheeler recuerda: «Estaba muy distante. Se fue alejando, y alejando, y alejando, hasta que simplemente desapareció».

El profundo hoyo interior en que empieza a caer se puede apreciar en la letra de otra del segundo, Poor Boy

Nunca canto para comer
Nunca ayudo a mi vecino
Nunca hago lo que es apropiado
O la parte del esfuerzo que me corresponde.

Soy un pobre chico
Y un vagabundo
Cuenta tus monedas y
Tíralas sobre mi hombro
Yo puedo envejecer
Nadie sabe
Cómo aumenta el frío
Y nadie ve
Cómo tiemblan mis rodillas
A nadie le importa
Lo empinada que es mi escalera
Y nadie sonríe
Cuando cruzo sus cercas.

Oh, pobre chico
Tan apenado consigo mismo
Oh, pobre chico
Tan preocupado por su salud.

Puedes preguntarte cada día
¿Dónde se quedará esta noche?

Nunca he sabido para qué vine
Parece que lo haya olvidado
Nunca pregunto para qué vine
O cómo fui engendrado.

Soy un pobre chico
Y un guardabosques
Las cosas que digo
Pueden parecer más extrañas que un domingo
Cambiando a lunes.
Nadie sabe
Lo frío que fluye
Y nadie siente
Los tacones gastados
Los ojos de nadie
Hacen los cielos
Nadie divulga
Sus dolores de cabeza.

Oh, pobre chico
Tan preocupado por su vida
Oh, pobre chico
Tan ansioso por tener una esposa.

Él es un desastre pero dirá que sí
Sólo con que te vistas de blanco.

Nadie sabe
Lo frío que se vuelve
Y nadie ve
Cómo tiemblan mis rodillas
A nadie le importa
Lo empinada que es mi escalera
Y nadie sonríe
Cuando cruzo sus cercas.

Oh, pobre chico
Tan apenado consigo mismo
Oh, pobre chico
Tan preocupado por su salud.

Puedes preguntarte cada día
¿Dónde se quedará esta noche?

Oh, pobre chico
Tan preocupado por su vida
Oh, pobre chico
Tan ansioso por tener una esposa.

Oh, pobre chico
Tan apenado consigo mismo
Oh, pobre chico
Tan preocupado por su salud
Oh, pobre chico.


PINK MOON

A finales de 1971 grabó Pink Moon en dos noches, cantando sin otro acompañamiento que su guitarra y unos escuetos arreglos de piano. Wood(el ingeniero de sonido de siempre) supuso que se trataba de grabaciones preliminares y le preguntó a Nick cómo quería que fueran los arreglos. Y Nick respondió que no quería arreglos con su famosa frase: «No frills» (sin florituras).
El disco se publicó en febrero de 1972 y se vendió aún menos que sus antecesores.

En Pink Moon los temas avanzan de forma relajada, dibujando una atmósfera homogénea dictada por una voz que es casi un susurro. La escasa estructura melódica hace de las canciones poesía esquelética, atascada en una comunicación a medias, rica en alusiones y metáforas, inescrutables referencias cruzadas hacia un ser torturado, que se mueve a tientas en la incertidumbre.

Una del tercero,Place To Bee: http://youtube.com/watch?v=9IUqN9ozmhw

Y una letra, la de Harvest Bred, donde ya el pozo se abre.

Cayendo rápido y cayendo libre intentas
encontrar un amigo
Cayendo rápido y cayendo libre, esto podría
ser el fin
Cayendo rápido te inclinas para tocar y besar
las flores que se doblan
Y ahora estás preparado
Para criarte con la cosecha.


El 25 de noviembre de 1974, a mediodía, su madre le encontró muerto en su habitación. La muerte se había producido debido a una sobredosis de Tryptizol. Un antidepresivo que Nick solía tomar, y que en esta ocasión había ingerido, tal vez por equivocación, en lugar de sus píldoras para dormir. El ayudante del juez de instrucción declaró que se trataba de un suicidio. Lo cierto es que Nick no dejó ninguna nota, y nunca sabremos si realmente quiso quitarse la vida. Contaba 26 otoños.

Su fama fue aumentando progresivamente. Boyd (su productor) dijo: «Las proféticas palabras de 'Fruit Tree' se han hecho realidad. En los versos de la canción puede oírse un estremecedor anuncio de los acontecimientos. Nick parecía conocer su destino y lo aceptó poéticamente, con lo que puede considerarse como humor irónico. Es difícil decir qué es exactamente lo que hace eterna a su música. De una forma discreta, él era una persona poderosa. Le habría encantado ver la atención y el respeto que despierta su música actualmente, pero escuchando sus letras empieza a parecer que él pudo haberlo planeado todo de esta forma».


Espero que por lo menos Instante_Aleph haya tenido bemoles de llegar hasta aquí. Mr. Green
Al fin y al cabo el día de hoy tiene una hora más.

Las fuentes que he tomado son:

- la Wiki

- http://www.blogger.com/www.lalunarosa.com (pág. en español dedicada a él exclusivamente)

- http://brytermusic.com/ (pág. oficial inglesa donde se pueden oír varias canciones suyas)
Firmado por _Ki_

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Papá

Aquélla, adelantándose a contravenir las sabias ordenanzas todavía vigentes, no era una soleada mañana de domingo, pero su padre era un hombre de hábitos imperturbables que no iba a suspender su paseo, tradición que se remontaba a tiempos inmemoriales, sin duda, sólo porque las mañanas dominicales de provincias careciesen de la más mínima formalidad en el cumplimiento de sus obligaciones como tales, inobservancia propiciada, en opinión de su padre, por el exceso de tolerancia de las autoridades y porque, a fin de cuentas, el castigoestablecido para tales casos, que muy de vez en cuando era aplicado, parecía incluso divertir a las infractoras, que jugaban a confundir a quienes no habían leído el bando ni oído el pregón (o a quienes, habiendo oído el pregón, no habían prestado ninguna atención, pues tal repugnante especie de individuos, por inaudito que parezca, se da también en nuestra comunidad) que advertía, por ejemplo, de que, ante su reiterado incumplimiento de las últimas disposiciones adoptadas para el mejoramiento de las tardes de otoño, la tarde de los jueves había sido condenada a hacer esa semana de mañana de lunes (quien, dicho sea de paso, nunca fue castigada, ya que era muy apreciada por las autoridades, que siempre confiaron en ella, una mañana que nunca se había permitido la más inocente travesura y que acataba sumisa y gozosamente cualquier disposición que las mismas discurrieran), benigno castigo que, en lugar del merecido de un mes haciendo de mañana de lunes, le era aplicado teniendo en cuenta su provecta, que no venerable, edad.

Así que, no dejándose arredrar por la nada estimulante mañana de aquel domingo, su padre dispuso que el niño fuera ataviado con galas apropiadas para dar un paseo temprano en compañía de su progenitor, que habría deseado que su primogénito fuera vestido con ropas de soleada mañana de domingo, mas había cedido en atención a lo perjudicial que ello podría resultar para la endeble salud de un niño de cuatro años.
En cuanto le hubo atado convenientemente los cordones delos zapatos, parte del avíode su vástago que se reservaba cotidianamente, se lo llevó su padre a la calle, dispuesto a arañar su sonrisa en esa desangelada mañana.

Salían de la Grotta Azzurra (el desayuno en la mejor cafetería de la ciudad, porque servía el mejor café, que es lo que cuenta, dejándonos de decoraciones y zarandajas, sostenía su padre, era un lujo dominical) como haciendo ver que no iban a ningún sitio, insolencia permitida y aun alentada los domingos, siempre que no fuera hora de misa o de partido; pero sabiendo que desembocarían irremediablemente en el larguísimo paseo de plátanos de oriente y palmeras datileras, sabiendo que las mañanas de domingo, como las tardes y las noches y todos los días y seguramente todos los días de todos los días, eran como esas danzas tauromáquicas de que tanto gustaban en la localidad, uno puede pedir un poco de leche en el café o una tostada más, subir por el callejón de los Galos o por la calle de Don Vicente Mosquera, pero siempre acaba en el interminable paseo de plátanos y datileras, el Paseo Imperial.

Caminaba, en fin, por el Paseo, dando largas zancadas para pisar raya -su padre lo dejaba de la mano allí- como un gnomo joven pisando piedras para cruzar un riachuelo y con la cabeza llena de números y de cálculos isn fin y sin sentido, jugando a elevar 5 a la enésima potencia, primero al cuadrado, luego al cubo, después a la cuarta...y nunca lograba pasar de quince mil quinientas setenta y cinco, pues el paso siguiente le exigía ya un esfuerzo de concentración que le impedía el más nimio accidente que acertara a caer ante sus sentidos.

Así andaba, salvando un río sin orillas y volviendo a empezar una y otra vez, cinco, veinticinco, ciento veinticinco, seiscientos veinticinco, tres mil ciento veinticinco, quince mil quinientos setenta y cinco; dejando que el número se enganchara en el sonido de una carraca o de un donnicanor que repetía con insistencia quin-ce-mil-quinien-tas-sete-taicinco-quin-cemil-quinien-tasse-tentai-cin-co, simbiosis que lo suspendía; cuando columbró al globero.

Se acercaba el ya indudable globero haciendo sonar una lusciniola amarilla de plástico, con el hidroplástico gorjeo traía aquella mañana un ramillete de globos verdemar, cereza, ámbar claro, índigo, rosanieve, azul diamantino y hasta un globo azabache y otro del color del zafiro blanco y, lo más importante, llevaba una esbelta bombona que su amigo Hormisdas, quien ya tenía seis años y llevaba tres meses cumpliendo una condena de diez años de cárcel en régimen abierto y pasaba el día en la prisión y la noche en su casa, le había explicado que estaba llena de helio y que los globos inflados con helio eran los que volaban alto, que se lo había contado su abuelo Indortes, el que se dedicaba a restaurar piezas de arte sutorio. Y él sabía mucho.

Corrió a cogerse de la mano de su padre, pero en seguida se soltó porque así no podía concentrarse, le resultaba imposible proveerse de osadía para pedirle que le comprara un globo, un globo lleno de helio.
Caminaba muy junto a su padre, viendo cada vez más cerca al hombre de los globos, que se había instalado en mitad del paseo. Tenía que atreverse de una vez, antes de que fuera tarde, miraba las palmeras como si buscara la que hubiera de serle más propicia para determinarse a elevar su súplica al pasar junto a ella pero, cuando
creía estar a punto de decidirse, una inoportuna ráfaga de viento agitaba las hojas del árbol, que se movían como negando.

Aún aguardaba un augurio favorable cuando el globero estaba ya ahí, a un plátano escaso. No, no podía hacerlo, no. No estaba preparado. Pero lo estaría a la vuelta, cuando volvieran a pasar junto al hombre de los globos él ya estaría dispuesto y le sugeriría a su padre que le comprara un globo -¿de qué color- y su padre se lo compraría porque ¿por qué no se lo iba a comprar?
Desde que habían pasado junto al hombre de los globos, su padre había comenzado a caminar con una parsimonia que jamás había visto en él y la estatua de Lordút con su perro Maera que estaba en la glorieta donde ellos daban siempre la vuelta (nadie llegaba más allá de esa glorieta, que venía a separar el propiamente llamado Paseo Imperial, lugar inevitable de desembocadura de todas las mañanas de domingo no excesivamente insumisas, de la Alameda, una alameda de tilos, acacias e incluso álamos, con un suelo de tierra por donde nunca se veía pisar a nadie, pues todo el mundo sabía que la Alameda finalizaba en el abismo y que quien entrara en ella no podría resistirse a la tentación, al deseo imperioso, a la necesidad fatal de llegar hasta el final, de dejarse caer en el vacío sin fondo)parecía hallarse más lejos a cada instante.
Caminaba sin volver la cabeza, a pesar de que no podía dejar de rumiar que el tiempo huía apremiante, que esa mañana era demasiado ventosa, que apenas había nadie en el paseo y hacía un buen rato que no veía a ningún niño (pensándolo bien, sólo había visto dos al llegar) , que el vendedor de globos, que quizás había salido con su mercancía esperando que al avanzar la mañana iría soleándose como correspondía auna mañana de domingo, no estaría ahí.
Caminaba sin volver la vista atrás como si de ello dependiera la permanencia en el mundo de lo visible de los globos, temeroso de que el giro de su cuello los hiciera desaparecer como bajo una trampilla activada inadvertidamente por él, convencido de que había una regla tácita según la cual se perdía irremediablemente lo que se miraba volviendo la cabeza.

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