Disipa amar sombras,
vaciarse acaso en el vacío,
se va uno como una nube triste
que no vimos una mañana clara
La carne macerada en ausencia,
en silencios que no sueñan respuesta,
en tendederos desnudos y callados,
en la incierta memoria del humo,
nunca estuvo en la desolada placeta
de hojas secas que se posa un momento
en nuestros párpados
y dudamos si alguna vez fue.
Este callado jazmín que en febrero
flota ante mi ventana, ¿qué me esconde?
¿a qué me invita su muelle espesura
al abandono o a la oculta herida?
lunes, 14 de abril de 2008
El jazmín morisco ha renacido con más fuerza que nunca
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