Nadie quería decirle a qué hora pasaría el tren. Lo veían tan cargado de maletas, que les daba pena explicarle que allí no había habido nunca ni vías ni estación.
Lo que acabas de leer es un cuento hiperbreve de Pere Calders traducido por Joaquín Jordá. Forma parte del volumen Ruleta rusa y otros cuentos.
martes, 5 de febrero de 2008
El expreso
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