jueves, 18 de octubre de 2007

Baltasar Gracián y el camino de la filosofía española


1. Baltasar Gracián y su época o ¿qué filosofía seguir?

Baltasar Gracián nace en el año 1601 en Calatayud (España) y morirá en el año 1658 en Tarazona (España). Ingreso en los jesuitas en 1635, y llegó a representar cargos importantes en la orden, pero finalmente fue degradado y desterrado a Graus debido a las ideas expuestas en sus libros.

Gracián nace poco después de la muerte de Felipe II heredero de Carlos I de España. Con la ascensión al trono del heredero Felipe III en el año 1598 se da pasó a lo que se ha denominado como el comienzo de la época de los Asturias menores (los Austrias mayores serían Carlos I y Felipe II) y con ella la decadencia definitiva del Imperio español y también el principio del fin de la Casa de los Habsburgo. Pero no es menos cierto que España se venía ya debilitando desde el reinado de Carlos I, que no pudo lograr la unidad de Europa bajo la mano de la cristiandad, la idea de un nuevo Sacro Imperio Romano Germánico fue un estrepitoso fracaso y desemboco en la división de Europa entre católicos y protestantes (surgidos a raíz de las 95 tesis clavadas en Wittenberg en 1517 por el monje agustino Martín Lutero). Tampoco favoreció que a su muerte dividiera su Imperio entre su hermano Fernando (Sacro Imperio) y su hijo Felipe (España, las Canarias, Nápoles y Sicilia, la Borgoña y Flandes).

Con el reinado de Felipe II empieza a consumarse el desastre. En cierto modo puede decirse que fue Felipe II el que constituyó a España como el primer Estado moderno, forjó el reino de Castilla como centro del Imperio y realizó una administración y una burocracia nunca antes vistas. Durante su reinado los nobles se vieron empequeñecidos a favor de hombres cultos, que fueron los elegidos por el propio Felipe para administrar el reino. Pero también sumió a España en una crisis económica, engordando de manera astronómica la deuda que ya heredara de su padre Carlos I. Pero donde comenzó la verdadera decadencia fue más allá de las fronteras de la península, tuvo grandes problemas con los rebeldes de Flandes que pedían más independencia de la Corona española con la ayuda de sus aliados los ingleses. Este episodio se vería consumado con la partida de Armada Invencible hacia las cosas de Inglaterra, armada que fue masacrada antes de llegar a las costas en el año 1588. La gran ilusión que despertara esta armada fue pronto sustituida por un sentimiento de crisis y fracaso en la mentalidad de España. Como victoria destacada podemos apuntar a la batalla de Lepanto contra los otomanos en 1571. En el año 1598 muere Felipe II con la suerte de dejar un heredero varón (después de cuatro matrimonios) que sería Felipe III.

Llegamos propiamente a la época que Gracián vivió, la época de los Austrias menores. Felipe III decide en el año 1599 derogar su poder en el Duque de Lerma que adquirirá un gran poder hasta el año 1618 en que sería sustituido por el también Duque de Uceda. Se ve claramente como en estos años los nobles vuelven a recuperar parte del poder perdido, y empieza a cobrar mucha importancia el asunto de los títulos nobiliarios y las ventajas que de ellos se extraen. En el exterior se arreglan las cosas a medias, con el Pacto de Londres (1604) que aliaba a España con el rey Jacobo I de Inglaterra; con Francia se vio consolidada la paz en 1615 gracias a matrimonios reales como el del posterior Felipe IV con Isabel de Borbón. Pero España entra en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) ante la petición de ayuda de Fernando II de Habsburgo frente a los protestantes bohemios. Felipe III muere en 1621 dejando como heredero a Felipe IV, su hijo.
Felipe IV traspaso inmediatamente sus poderes al Conde-Duque de Olivares (Gaspar de Guzmán), quien trato primero de mantener la hegemonía y el prestigio de la Corona española en Europa y segundo intento realizar cambios en la estructura de la monarquía como la aplicación de la Unión de Armas o como la creación de un banco nacional, lo que le costo la sublevación de Cataluña. En el exterior Carlos I nuevo rey de Inglaterra comienza de nuevo las hostilidades con España; Luis XIII de Francia y su Cardenal Richelieu sienten miedo porque parece que España vuelve a recuperarse y expandirse por lo que se unirá al bando de los protestantes ante la nueva amenaza de otro Imperio Románico-Germánico; la Guerra de los Treinta Años se alargará hasta 1648, momento en el que se firma la Paz de Westfalia, mediante la cual quedaba establecida la nueva repartición de Europa. España se vería definitivamente desmembrada después de esta paz, quedando casi reducida el territorio peninsular.
De este modo vemos como la España en que vivió Baltasar Gracián era una nación que arrastraba un sentimiento de fracaso y de melancolía por los antiguos años de esplendor del gran Imperio. La inestabilidad del Estado, las luchas de la nobleza por recuperar ese poder que antaño ostentaron y la ausencia de una clase social media con aspiraciones tanto económicas como políticas condicionarán mucho el tipo de vida y de mentalidad a seguir en la época del Barroco español.

Frente a la desmembrada y herida España comenzaron a erigirse las nuevas naciones, como Francia apoyada en una monarquía absolutista secular (no ligado a la Iglesia); o como Inglaterra con una monarquía parlamentaria; o como Los Países Bajos que alcanzaron su independencia. En estos lugares comenzaba a surgir una nueva clase social, la burguesía. Este nuevo grupo compartía más o menos las mismas prioridades, es decir ambicionaban adquirir más riquezas y obtener más poder político. Es evidente que cuando algo esta en pleno ascenso, esa ascensión salpica a todos los sectores de la sociedad, así en estos países llegaron a juntarse muchos de los intereses de la nueva burguesía y la vieja nobleza. Se consiguió una cohesión perfecta, un equilibrio en el Estado y se establecieron ideas o ideales comunes a todo el país. Es el momento de la nueva filosofía, por un lado encontramos a Inglaterra que apostará por una método que asegura que todo el conocimiento se encuentra en la experiencia y en su análisis por medio de la razón (lo que se llamará empirismo), que encontrará en Francis Bacon (1561-1626) a su padre; del otro lado quedará Francia, donde será René Descartes y su racionalismo (podemos llegar al conocimiento de las cosas por medio del puro “cogito”, mediante un adecuado uso de las reglas de formación). Eran dos filosofías que aunque enfrentadas buscaban un mismo objeto, el conocimiento o la verdad sobres los fenómenos. Confiaban ambas en la pura racionalidad del hombre, en el hombre como un ser que gracias al pensamiento a llegado a erigirse por encima de los demás.


¿Qué filosofía seguimos en España, racionalismo o empirismo?

Recordando lo anteriormente explicado en España existía ese sentimiento de fracaso y de perdida, todo era mutable y poco seguro. El hombre como circunstancia y no como sustancia debido a la implantación del reloj de bolsillo, y con ello del tiempo siempre a nuestras espaldas. Una nación donde todo el mundo luchaba por subsistir sin tener un bien común, un mundo laberíntico donde se reunían todas las tipos de hombres sin un orden ni jerarquía establecida. Mandaban el ingenio y la treta, la astucia. En un país sumido en esta crisis sólo le habría de ser dada una moral del precepto de lo seguro, de la prudencia. Después de recordar todo esto, llega decir que España debido a esto no podía guiarse por ninguna filosofía en la cual la razón se aupara por encima de cualquier otra cosa. No había confianza en el hombre de a pie, como podía haberla hacia un basto sistema aposentado en la pura y simple razón, era algo inviable. Nos quedamos en la brecha, sin saber hacia donde ir, no podíamos alcanzar conocimientos últimos, para España todo era efímero y olía a muerte; no podíamos “definir” las cosas. De este modo se intentó abrir una tercera vía, la del “relatar”. Optamos por una razón narrativa que al menos nos alcanzaba para poder escudriñar mejor nuestra vida (la vida cotidiana) y comprenderla un poco mejor. Debemos apuntar que este tipo de filosofía era extraoficial, pues en las escuelas se enseñaba la escolástica tomista; sólo unas cuantos vieron que era necesario explorar las herramientas y argucias que puede utilizar el hombre en el desempeño de su vida


2. La naturaleza y el hombre en Baltasar Gracián o el Criticón.

Para Baltasar Gracián, como para casi todos los filósofos, la cuestión principal es el conocimiento del hombre, pero no ya un conocimiento de leyes últimas si no el conocimiento de lo particular, un conocimiento de lo particular y de las circunstancias que le ayude (al hombre) a manejarse en este mutable y laberíntico mundo. La pregunta en Gracián sería cuál es el mecanismo que enciende esa chispa del conocimiento humano.

Nos muestra Gracián en el “Criticón” como el hombre nace en la naturaleza como Epimeteo, es decir sin la prudencia y el saber. Andrenio (personaje del “Criticón”) se encuentra en un estado total de naturaleza, es un ser ignorante que nada sabe de la vida ni de sus propias posibilidades. Pero según Gracián la naturaleza también nos concede nuestro primer conocimiento, es decir la naturaleza pone en el hombre todas las facultades que le son necesarias, sólo que el hombre debe descubrir y dominar todas esas habilidades, pues parece como si estuvieran adormecidas esperando ser utilizadas. Llegados a este punto Gracián nos da la clave para conseguir que esas facultades adormecidas y agarrotadas nos presten la ayuda necesaria en el enfrentamiento directo con el mundo. De nuestra ignorancia natural surge al instante un deseo de aprender, el motor de este aprendizaje sería la “curiosidad”. Nos volvemos curiosos porque deseamos saber, primero como somos nosotros mismo(el “conocerse y aplicarse” de Quilon); y segundo cómo es el mundo que nos rodea y como abordarlo de la manera más segura. Pero es posible que un hombre ignorante por su propio esfuerzo llegue a ese conocimiento, Gracián nos dirá que no, Andrenio es el hombre natural, bruto, inocente y regido por instintos primitivos. Aquí entra en juego la necesidad de una educación adecuada. La curiosidad debe ser llevada por el buen cauce, en el caso de Andrenio su maestro será Critilo, que representaría al hombre de ley al hombre de conocimiento, al prudente, al conocedor de los recovecos del mundo. Critilo tiene el deber guiar a Critilo con el fin de hacer mejorar, y para Gracián mejorar era sinónimo llegar a “ser hombre”. La naturaleza le concede al hombre su primer nacimiento, pero el hombre mismo debe encaminar sus deseos y su mirada (el concepto Barroco de saber educar la mirada para que vea la estructura oculta del mundo, sus conexiones internas) para ganarse a base de esfuerzos y mucho trabajo su segundo nacimiento, el “hombre que sabe”.

Para Gracián el hombre debe saber lo que las cosas son, las cosas sólo adquieren sentido con la mirada o con la interpretación. Por este motivo el hombre se encuentra en la necesidad de esforzarse en ver adecuadamente el mundo, que es mutable, engañoso, aparentemente no tiene orden. Aquí se encuentra la clave, si no se educa bien la mirada se corre el riesgo de no poder descifrar los enigmas o las ecuaciones que nos plantea una vida diaria y cotidiana llena de peligros y cosas no previstas. Debe el hombre ser prudente y no dejarse embaucar por las apariencias, pues el ser se muestra en lo aparente y sólo con una mirada adecuada somos capaces de distinguir a ese “ser” dentro de un mundo en constante cambio, un mundo que no se deja conocer que gusta que ser descifrado.


3. El método del ingenio como método de conocimiento.

Cuál sería el método adecuado bajo el que educar la mirada para desentrañar los recovecos de la realidad, según Gracián entra aquí en juego la facultad del “ingenio”. Este ingenio nada tiene que ver con la razón cartesiana, nada nos enseña sobre la trascendencia del hombre o sobre leyes regidoras del mundo. El ingenio es una facultad de “andar por casa” que nos ayuda a ver la realidad y a desencriptarla. En opinión de Gracián del propio mundo extraemos el único conocimiento que podemos y nos es útil en el desempeño de nuestra vida (que al fin y cabo de eso se trata de aprender a vivir).

La cuestión sería cómo “nos ayuda a ver”. Sería sencillo, el ingenio nos permite ver la naturaleza y sus objetos y también nos concede la habilidad de entrever las relaciones internas que se establecen entre los objetos de la naturaleza. Somos capaces de destripar los “hechos” que nos acontecen en la vida para adquirir de ellos un conocimiento útil y práctico. Este es según Gracián un saber de lo concreto, de la circunstancia, de lo que afecta más en su intimidad al hombre. Se debe de educar al hombre mediante el ingenio para que se capaz de “apañarse la vida” de poder vivir mejor. Se nos presenta así el ingenio como un método que precisamente adolece de método, pues se ocupa de los aspectos del hombre más relacionados con el caos y lo mutable, es decir el aspecto de la propia vida mundana. Así podríamos decir que el ingenio sería más bien un conjunto o agregado de astucias, de picardías (la picaresca barroca) a las que podemos conceder una utilidad práctica y con ellas aprender a sortear los numerosos obstáculos que se nos presentan en la vida. Las únicas posibilidades de supervivencia se encuentra en la facultad de ser prudente ante lo que nos presenta el mundo, los sentidos (actitud barroca de desconfianza hacia los sentidos, que hasta descartes compartía); y la facultad de ingeniar nuevas vías, nuevas palabras, nuevas relaciones que nos ayuden a sobrellevar una vida digna y excelente en un mundo decadente y casi carente de un sentido lógico, un mundo donde todo esta entremezclado en una masa informe y oscura que todo lo oculta a la “simple vista”, necesitamos un vista “ingeniosa y aguda”.

3.1 Agudeza como mecanismo del ingenio y las tres formas de la Agudeza.

Gracián nos muestra como el ingenio se nos presenta de diferentes formas, pues para poder dar sentido a un mundo plural hace falta una pluralidad de recursos. Y todos estos medios vienen dados por el mecanismo de la Agudeza. Es decir el ingenio se deriva de una agudeza visual a la hora de observar y establecer las relaciones y conexiones que forman el entramado del mundo. Podríamos establecer una cierta relación entre la agudeza graciana y esa capacidad que ayuda al hombre a ser rápido, a ser astuto y tener capacidad de reacción frente a los problemas diarios. Esta Agudeza necesita de tres formas para poder cobrar una utilidad real, Gracián distinguirá entre agudeza de acción, agudeza verbal y agudeza de concepto:

-Agudeza de acción: Este aspecto de la agudeza nos ayuda a utilizar el ingenio para salvar los escollos que encontramos en la vida. Sería la habilidad de saber analizar los hechos que nos conciernen y extraer conclusiones prácticas que nos ayuden a llevar acciones ventajosas para nosotros mismos. El llegar a poder actuar con rapidez, de forma natural, con serenidad son los objetivos de esta agudeza de acción. De este modo Gracián predica además de la ya sabida “prudencia” (uno de los valores del Barroco, el ser prudente pues todo acaba en muerte), un nuevo mecanismo con el que salvaguardarnos de los avatares que conlleva el “hacerse hombre”, un mecanismo con el que afrontar la constante mutabilidad de lo que se nos presenta a los ojos, la agudeza.

-Agudeza verbal: Este tipo de agudeza nos ayuda en el ámbito del lenguaje y la comunicación (transmisión de lenguaje). El lenguaje es nuestra manera de expresar y hacer referencia al mundo. Gracián veía el mundo como fractura, como diseminación, todo era aparente y no se mostraba en su forma interior, es decir el “nada es lo que parece”. De este modo la agudeza verbal debe ayudar y guiar al lenguaje en esa representación del mundo, debe dar al hombre la capacidad de capturar en cierto modo las correspondencias últimas entre los objetos. Muchos han pensado en Gracián como alguien que práctica un lenguaje sin sentido, falto de coherencia, lleno de metáforas, referencias, alegorías, figuras y vueltas de tuerca imposibles; pero contra eso Gracián nos enseña que es necesario un lenguaje metafórico y aparente, un lenguaje en constante cambio, en constante creación de nuevas relaciones; sólo mediante este lenguaje el hombre es capaz de representar y representarse el mundo que le rodea y de poder manejarlo con las manos. De que manera iba a poder un lenguaje simple y claro como el empirista desentrañar y darnos un conocimiento seguro sobre nuestra vida, para Gracián esto es inconcebible.

-Agudeza de concepto: Esta última forma nos ayuda a establecer las correspondencias existentes entre los objetos y hechos que se nos presentan en la vida. Mediante la agudeza de concepto generamos de forma creativa nuevos conceptos de forma permanente. Ante un mundo en cambio nosotros nos adaptamos con la agudeza (que actuaría como un guante que se adapta a la forma de la mano), que nos da la guía para obtener un mayor conocimiento del mundo y los procesos de la vida. Con esta agudeza de concepto obtenemos más posibilidades de vivir mejor, pues conocemos mejor el mundo mediante conceptos adecuados que se van formando con el tiempo, agregando siempre nuevo sentidos o referencias.



4. Pensamiento español: pensamiento intimista o de lo “más humano”.

En este último apartado quisiera realizar una breve exposición en relación a la necesidad tradicional del pensamiento español de mirar hacia la vida y sus caminos. Encontramos desde Luís Vives hasta María Zambrano una búsqueda de la utilidad práctica en nuestra vida, de una guía- más que de un sistema-, que nos ayude a sobrellevar la existencia. Un pensamiento íntimamente relacionado con la educación como el caso de Luís Vives (en el ámbito de educación institucional) y como Gracián (la educación de la vista del hombre). Conceptos como el ingenio, la agudeza, la razón vital o la razón poética hacen clara referencia a un saber que no se masca en bibliotecas oscuras y frías, sino de un conocimiento que se forja en el día a día, en un hacerse constante (la idea del hombre como un gerundio). Pensamiento español que tiende a distanciarse de la Academia para mantenerse en la frontera entre lenguaje y mundo. Una vía de intentar dominar de la forma más adecuada posible los procesos de la vida del hombre. Incluso Miguel Unamuno en su pensamiento interior e intimista casi como el de los místicos (que también se centraron en el hombre directamente y no en ideas extramundanas), pretendía dirimir sobre los problemas de la vida, los sentimientos de vacío que experimentábamos ante la muerte (“en sentimiento trágico de la vida”).

Es cierto que cada uno abordo el problema del hombre desde un punto de vista diferente, Unamuno el hombre “ante Dios y la muerte”; Gracián “los mecanismos de representación y acción del hombre”; Zambrano “una razón mezclada con lo más humano, los sentimientos y la poética”, Vives el hombre “en busca de la excelencia”; Cervantes el hombre “que ya no puede creer en el pasado”. Pero en último término todos se encuentran en la encrucijada del hombre, más que como entidad abstracta representativa del género humano, como un ente particular sujeto a unas circunstancias que debe sortear y aprovechar para realizarse como hombre. De este dedicarse a lo “más humano”, es decir a lo que concierne en el día a día al hombre es donde encontramos la raíz de la amplitud de sabiduría popular española, repleta de aforismos, refranes, moralejas, cuantos, canciones y demás formas no académicas que servían para transmitir un conocimiento que escapaba a los libros, un conocimiento del hombre y para el hombre. Y también encontramos el arte como artífice de un saber no académico, en la literatura (metáforas, alegorías, poemas que nos dan una cierta manera de abordar la vida), la pintura (la perspectiva, el convencimiento de que las apariencias no son la realidad).

Gran parte del pensamiento español ligado a la convicción de que lo importante no es tanto un sistema en el que escudarse, si no una razón cambiante y mutable que un día se retuerza y otro se estire para tener una mayor amplitud en el campo visual de lo humano.

1 comentarios:

Uno, trino y plural dijo...

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