viernes, 19 de octubre de 2007

Reflexión entorno a la instrumentación (tecné) y la ciencia



El problema de la instrumentación podría analizarse como un problema de ego, es decir, el ego del científico, que se ha erigido por encima de la figura del antiguo filósofo como acaparador del conocimiento verdadero. Y todos sabemos que lo que se eleva luego debe luchar por mantenerse, se resiste naturalmente a bajar. De esta manera el científico busca en la teoría y la oscuridad que esta produce el recoveco para esconderse. La aplicación le repele y le infunde miedo, por este motivo el proceso experimental siempre es relevado a un segundo plano, pierde su interés en manos de las monstruosas y gigantescas teorías, hipótesis o axiomas. Es la antiquísima lucha que enfrenta al cuerpo (experiencia), con la mente (la razón o las ideas). En sintonía con las palabras de Hacking podría decirse que la ciencia teórica actúa como en la mitología lo hacía Saturno, que devora y oculta en su vientre a sus vástagos- o mejor dicho, a sus hermanos- técnica y filosofía, por miedo a perder su hegemonía en lucha abierta frente a ellos. Como Feyerabend y otros en su línea han apuntado, la ciencia no es tan recta y regular como los grandes tratados nos quieren hacer ver, la ciencia siempre ha estado ligada a comprobaciones y experimentaciones empíricas, es decir a experiencias naturales, y como tales el proceso experimental nunca ha estado ausente de un cierto componente azaroso. Pero... ¿óomo ser un conocimiento, el único conocimiento posible y verdadero si no estuviera sometido a reglas y supuestos establecidos previamente?

La siguiente pregunta que deberíamos hacernos es como un concepto tan antiguo como el de técnica (tecné) ha llegado a sufrir una degradación tan indiscriminada. Debemos recordar que cuando aún el hombre no había dado a luz a la ciencia, llevaba mucho tiempo andando ya en este mundo, y gracias a que pudo andar. Nada más ni nada menos que gracias a la técnica, lo nuestro era crear artefactos para provenirnos una existencia mejor, una vida más llevadera y productiva. Hemos sobrevivido a los avatares del tiempo-al menos hasta el momento-porque hemos roto la ley de selección natural, como diría Juan Luis Arsuaga, el hombre no evolucionará, porque el hombre no se adapta al medio, el hombre pretende adaptar el medio a su propia forma de vida, y nuestro instrumento para logar ese fin es la técnica, creamos herramientas que nos facilitan el trabajo. Que la capacidad de crear artefactos es intrínsecamente esencial en nuestra naturaleza puede observarse en que ya nuestro ancestros fabricaban artilugios como lanzas, puntas, vestidos, calzado con el que protegerse y avanzar, por utilizar una pequeña metáfora el hombre crea su propia pirámide humana-valga la redundancia-, mientras que los otros animales no crean nada, si pertenecen a una pirámide de algún tipo es por un proceso completamente inconsciente.

Partiendo de esta primera base parece ya indefendible el argumento que establece a la técnica como mero auxiliar de la ciencia o mejor dicho de la teoría de la ciencia. Es más, podemos buscar en la historia casos que reflejan este hecho, los momentos de estancamiento científico son debidos probablemente al hecho de que no se dan progresos técnicos aplicables a una mejor consecución del experimento y de la observación científica. Por ejemplo, la revolución científica del siglo XIX, que fue básicamente una revolución técnica ayudo a la ciencia a poder establecerse nuevos horizontes, podríamos mantener que la técnica en muchas ocasiones abre nuevas puertas y ventanas al conocimiento científico, los avances de la primera suelen interferir en mejoras en el campo de la ciencia aplicada y los experimentos.
Claro esta que no sostendremos que toda la técnica es siempre anterior a la ciencia, existen algunos casos en los que la relación se establecería al revés, la ciencia en su afán de seguir prosperando pregunta a la técnica y la exprime hasta que ve satisfechos sus deseos en algún nuevo artilugio que facilitará un experimento más preciso y profundo, como podría ser el caso de un acelerador de partículas, creado exclusivamente con fines y pretensiones científicas.

Lo más razonable sería argumentar como ya apuntábamos que la línea “filosofía, ciencia, técnica” debería verse desde un plano horizontal, es decir, cada una bebería de las fuentes de las otras, y en ese intercambio y acercamiento, en esos acuerdos es donde encontramos la estabilidad y a la vez la mutabilidad de la ciencia y de sus metodologías, tan pronto se vuelve más empírica, como al tiempo se hace más argumentativa.

En conclusión creo pertinente apuntar que no todo debe ser blanco y negro, como alguien ya reflexionó, es completamente lícito sostener que hay más cosas en la realidad de las que nosotros podemos ver o percibir. Ni la ciencia es mera artificialidad, ni tampoco es vasta razón, es un punto medio, que como apuntaba en su época Aristóteles es lo que nos da la virtud.

Caosmeando

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