viernes, 19 de octubre de 2007

Los hijos malditos de la historia


Parafraseando a Tyler Durden, no voy a hablar de personajes conocidos de los que estamos hartos de escuchar historias; voy a pretender comprender una de las caracteristicas principales de la naturaleza humana, la violencia.
Quizás para algunos esto no sea más que una idea mía, pero sinceramente los ejemplos son incontables y creo señores que es algo obvio que la violencia esta intimamente ligada a nosotros. Y de hecho es algo que me pone.
Me gusta ser un miembro de esta maltrecha especie en gran parte por eso, porque sí, somos un animal pensante, pero también podemos echar mano de nuestros instintos siempre que los necesitemos. El más conocido y al que mas recurrimos es sin duda el de reproducción pero ahora mismo me resulta secundario.
Me encantaría tener un encontronazo a muerte con alguien, para ver como reacciona mi cuerpo y mi mente, para darme cuenta de mis límites y observar hasta donde soy capaz de aguantar. Cuanto he podido experimentar ha sido ira, posteriormente reprimida por mi razón, algún día estaría bien que esa razón se tomase unas vacaciones por un momento, para poder soltar del todo mis instintos, para ver como de fuerte soy, como de fuerte somos...
Puede que sea una compañera de viaje muy útil, pero por momentos la razón resulta un incordio
saludos


1 comentarios:

Uno, trino y plural dijo...

Gran pelicula... dejo aquí esta pequeña reflexión que escribí hará un par de años a raíz de la pelicula y como pequeña introducción a una revista... que no llegó a realizarse (de momento claro)

Reflexión en torno a “El club de la lucha” de David Fincher.

No queremos ser ni zanahoria ni conejo, es decir, el día que el capitán del barco se quede encallado se le debe atar fuertemente y hacerle saltar al profundo mar, que los tiburones le devoren. Lo que quiero decir es que en ciertas ocasiones el capitán es el que más ganas demuestra por embarcarse en el nuevo viaje, mas hay veces, que por las tormentas, olas y demás dificultades, el mismísimo capitán agacha la cabeza, se retira a su camarote y allí vuelve a embrutecerse, vuelve a la seguridad que nos proporciona lo que creemos conocer.

Como diría Tyler Durden, “Hay que te tocar fondo” para luego dar un salto al abismo. Sí, sé que parece demasiado triste pero así es, sólo cuando abandonas todo tu pasado, sólo cuando te quedas al mínimo puedes volver luego a expandirte, a poder ser, en otra dirección diferente a las anterior. Yo no pretendo formar una “secta” o “ejercito” en el sentido jerárquico del termino, toda masa informe presupone de una cabeza sobresaliente. Yo acuño el término en otro sentido, quiero gente que no necesite órdenes para actuar, soldados alimentados por la convicción de un cambio, y convencidos también de las posibilidades de dicho cambio.

Conozco las dificultades de un cambio, intento ser realista, pues el hombre no esta en este momento preparado para grandes cambios. El hombre post-moderno(como algunos acuñan el término del hombre de nuestro tiempo), es un hombre que aunque pareciera que ha abandonado la idea de Dios hace muchísimo tiempo, sigue buscando dioses en cualquier sitio. Hemos salido de la cueva de la religión, para notar frío y miedo al instante y procurarnos de una manta que nos de seguridad, que nos parezca un punto de apoyo con el que no perder el norte. Compañeros, amigos, camaradas…¿Y por qué no perder el Norte? Deseamos a cada instante la llegada de nuestro profeta, “la galaxia IBM, la estrella Microsoft”, el debe guiarnos. No obedecemos a los mandamientos del cielo pero acatamos con la cabeza gacha y con expresión indiferente todo lo que la sociedad nos grita a cada instante. Señores por qué motivo nos invade el “instinto IKEA”, tratamos de rellenar los espacios vacíos de nuestra vida, ya no queremos realizarnos espiritualmente, nos dirigimos a una burda y vulgar auto-realización material.

Creo vislumbrar que la palabra clave de todo este entramado es seguridad, como si en un accidente de avión a 100 km/h aspirar oxigeno fuera lo conveniente, colocarse para afrontar el fin con indeferencia y estupidez. Necesitamos una “ilusión de seguridad”, aún cuando no sabemos muy bien que quiere decir eso de seguridad y si realmente la necesitamos. La luz y el falso esplendor de la sociedad nos han cegado, y ya no distinguimos el sol de las sombras. Y bajo este armazón de inseguridad innata se deja ver un profundo miedo, tanto nos aterra la soledad, que pasa que el hombre no es lo suficientemente bueno… para manejarse sin apoyo de un bastón, que siempre empieza siendo un apoyo auxiliar, y termina convirtiéndose en una herramienta indispensable.

La idea del progreso nos ha rondado la cabeza desde tiempos inmemoriales, desde que nacimos hemos intuido una perfección remota, exterior a nosotros y hemos tendido por naturaleza a querer atraparla, hemos andado para estar cada vez más cerca de ella. Una cosa debemos aprender después de tanto tiempo girando en este mundo, que la perfección se nos escapa, cuando creemos darla alcance rápidamente se burla de nosotros y nos da esquinazo. No somos perfectos y jamás lograremos serlo, así que el ideal de la “auto-perfección es simple masturbación”, Durden tenía razón. Vislumbrar la incorpórea perfección y anhelarla hace al hombre moverse, mejorar, progresar en definitiva; pero el ideal de la auto-realización no hace otra cosa que nutrirse de vicios y deseos individuales. La procreación implica progreso, prole; la masturbación sólo conlleva malgasto de fuerzas y detención de la cadena de montaje del hombre.

Ante esta sombría y quejumbrosa situación hay tres tipos de hombres:
1- El hombre que vive conforme al lugar y las creencias que le rodean (estúpido).
2- El hombre que practica el escapismo, porque no es capaz de soportar lo que ve (autocomplaciente).
3- El hombre que se auto-sacrifica, el hombre que del dolor y el sufrimiento-y sólo del dolor y el sufrimiento- es capaz de levantarse y mirar firme y con la cabeza alta hacia nuevos horizontes(autodrestructor).

Sólo necesitamos de los últimos, los demás candidatos pueden darse media vuelta y marcharse a su casa, no nos sirven.

Otro apunte que me gustaría hacer respecto al tema de comenzar algo, en este caso la publicación de una revista, siempre que pretendemos fundar algo surgen en nuestra cabeza sueños, deseos y un sin fin de alternativas; y pasa que con el tiempo, hay situaciones en que aquellos primeros sueños y objetivos caen sobre nosotros con la fuerza de una losa, nos sobrepasan y abruman; perdemos el control sobre todo…
Digo yo, esta bien… perdamos el control. Creamos alter-egos como Jack crea a Tyler Durden, creamos personajes más fuertes, agresivos, personajes que sabemos saben lo que quieren y como conseguirlo, pues yo abogo por dejar que estos nuevos personajes nos posean, si son mejores que lo que antes había por qué motivo no hacerlo.


¡QUEREMOS SER LA VENGAZA AUTOCOMPLACIENTE DE JACK!

Fdo: El Grumete.


Es algo tonto he infantil... pero bueno... jejejeje que más dará...

Caosmeando

ecoestadistica.com