jueves, 22 de noviembre de 2007

Cuando seas padre comerás huevos

Hoy día, el mundo ya no es como era antes y yo me pregunto en qué clase de insulsa sociedad voy a criar a mis hijos. En qué mundo enfermo van a formarse como personas, si yo que me he criado en uno más propio he salido así pese a los esfuerzos de mi padre...

Cuando seas padre comerás huevos, siempre me lo decía mi madre cada vez que le preguntaba el porqué de que papá se tirara largas tardes en el sillón, entre mil papeles y con una extraña música de fondo, yo no lo comprendía.

Me he tirado largas tardes, todos los jueves al lado de mi padre, siempre fui un crío inquieto, y me aburría profundamente en las tardes de lluvia cuando mi madre estaba trabajando, me dedicaba a guerrear con mi pacífico pero iracundo hermano pequeño ya que mi padre no nos hacía mucho caso, la ley del más fuerte.

De todas formas, a medida que pasaron los años mi padre seguía ahí, en su butaca rodeado de sus discos y su olor a tinta y a oficina, con sus papeles, sus libros y sus inconfundibles gafas de los años 50. Mi padre es físico, y yo no lo sabía pero todos están locos, me lo dijo un día un compañero de colegio.

Resulta que mi padre me quería, me cuidaba y se preocupaba de mí, pero yo he crecido torcido, no he sido el hombre que él esperaba que fuese, hay algo que me impide ser un buen tipo y no puedo controlarlo, y me odio por ello. Un dia mi padre dijo que si no fuera por mi madre el no habría querido tener hijos, no me lo dijo para herirme, me lo dijo porque no podía conmigo...

Me marché, y aquí estoy, intentando pensar cómo poder devolverme esas tardes de jueves, que aunque yo no lo supiera han hecho de mí un espejo de mi padre, me encuentro aquí, estudiando física, mientras escucho a Van Morrison y mis gafas de los 50 me dicen que necesitan una patilla nueva, qué cosas.

2 comentarios:

Uno, trino y plural dijo...

La sombra de nuestros progenitores es simpre mucho más alargada de lo que creemos.

Anónimo dijo...

Vamos repitiendo la historia, no escarmentamos en cabeza ajena, mamamos también los errores.

Caosmeando

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