La historia de mi vida empieza a los 18 años, cuando en un accidente de tráfico sufrí lesiones cerebrales que me impedían recordar. Volví a aprender a hablar, volví a realizar los estudios primarios, los secundarios y por fin, con 36 años, llegué a la universidad. Mi edad nunca fue un problema para convivir con mis compañeros, ya que todos me necesitaban para traficar con tabaco, alcohol y revistas pornográficas, oficio, el de traficante, que heredé de mi padre (aunque no le conocí, ya que murió al yo tener tan solo 15 años) y que, por suerte, pude desempeñar desde mi más tierna infancia.
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A mi madre apenas la recuerdo, ya que tan solo contaba 25 años cuando murió. Solo y desamparado mis tios se ocuparon de mí. Una familia ultra-católica con la que mis discrepancias continuas provocaron los futuros problemas que existirían entre Dios, el Papa y yo. A los 30 años, me independicé y me mudé a un estudio que pagaba con mi pequeña paga del noble trabajo como camello local. Compaginaba mi trabajo con los estudios y una relación con una chica de mi clase, aunque pronto la relación tuvo que dejar de ser compaginada, ya que cuando sus padres se enteraron de que salía con un chico 18 años mayor que ella, perdí a la novia y además nunca pude volver a andar con normalidad. Los padres pueden llegar a ser muy protectores.
Mi vida ha estado llena de mal entendidos. Cuando la gente me veía entrar en clases para aprender a leer pensaban que era retrasado y no lo soy, de hecho todos los tests que hice antes y después del accidente me confirman como un tipo inteligente. Mi abuela decía que las cosas sucedían por algo, que Dios lo había querido así. Claro que yo no recuerdo estas palabras, por lo que están de más en la historia de mi vida. Ella murió el mismo día que mi padre.
Ya he perdido el hilo ¿por dónde iba? tal vez debería empezar ya con mi época universitaria. Mayor que algunos profesores, me licencié con 41 años y dos años más tardes obtuve el doctorado. Los demás alumnos daban por sentado que estaba casado, que tenía otra vida y nunca me invitaron a ninguna fiesta, por lo que estudié. Con el tiempo me di cuenta de que esta extraña actividad, tan poco común entre los universitarios, satisfacía a los profesores y, lo que realmente me importaba a mí, a las profesoras.
En el último año empecé a salir con una profesora, una jovencita de 38 años, que, aunque era muy mayor para mí en comparación con mis novias del instituto, era una compañía agradable. Más o menos. Se llamaba Ana y pronto me di cuenta de que sus neurosis y paranoias eran insoportables, hasta el grado de provocarme una mezcla entre asco y urticaria, por lo que no pude aguantarla más de diez años y me decidí por separarme. Mi sueldo fue suficiente para olvidarla mediante frecuentes visitas a burdeles, aunque al poco tiempo, con mi salud resentida y mis precoces 50 años, tuve que empezar a recibir a las prostitutas en casa.
Estas experiencias sexuales esporádicas, para algunos vacía, pronto también lo fueron para mí. No tenía amigos de mi edad (ni de ninguna edad) y mi salud me prejubiló de mi trabajo al que tanto entretenimiento debía, ya que gracias a él había conseguido abstraerme de la realidad lo suficiente como para aguantar a mi ex-mujer. Entonces llegamos al día de hoy, cuando me he decidido a recuperar mis primeros 18 años de vida, voy a recuperar mi memoria.
Seis consultorios después
El primer especialista me dijo que era una lesión física irreversible, según los datos que manejaba, por lo que decidí rendirme tras la primera consulta, pero pronto mi excesivo número de horas libres (y por ser tauro, con lo que ello conlleva) consiguieron que me hiciera unas pruebas que faltaban en mi expediente médico y resultó que mi pérdida de memoria podría ser temporal y no permanente.
Decidí conocer una segunda opinión, un tipo que me recetó antidepresivos y relajantes, que me hacían estar más activo por el día y dormir más profundamente por las noches, pero que aparte de crearme adicción y, posteriormente, mono, no supuso ningún cambio en mi vida.
Hubo un tercer "comecocos", que aseguró que podía curarme y empezó a hacerme recordar todos esos años que había perdido, en un proceso que fue muy satisfactorio para mí. Fue maravilloso. Aunque pronto tuve que dejar de verle, ya que, acusado de fraude, y condenado por ello, tuvo que huir del país.
Al hablar con una cuarta persona, ésta rechazó todo lo nuevo que había recordado con el anterior, ya que según él no eran recuerdos reales, sino que eran recuerdos creados mediante distintos métodos, como la hipnosis. Su teoría no me satisfizo, por lo que le mandé a la mierda.
El quinto "profesional" me confirmó la teoría del cuarto, por lo que me arrepentí de haberle mandado a la mierda, aunque probablemente se lo mereciera por otra razón (¿quién no tiene una razón por la que merece ser mandado a la mierda?). Con éste estuve más de un año, pero al ser extranjero, no avanzábamos mucho (yo no hablaba sueco y el no hablaba otro idioma que no fuera éste) y nuestra relación tuvo que terminar.
El último me ha cortado definitivamente las alas, rozando los 60 años, he dejado de tener ilusión por vivir y según él, por eso me he inventado este nuevo reto. No sufrí lesiones cerebrales, sino que sufro un problema psicológico, pero que tampoco corresponde con la fecha de mi accidente, sino que coincide con la fecha de un divorcio que no recuerdo cuando decidí reinventar mi vida.
Dos horas más tarde
Nada tiene sentido, pero no puedo permitir que un psicólogo descubra mis penas y desreinvente mi vida, por lo que al igual que olvidé mis primeros 18 años y reinventé más de 30, omitiré de mis recuerdos reales las consultas a las que he acudido.
La felicidad la construimos con recuerdos. Si simplemente pudiésemos olvidar...
FIN
lunes, 19 de noviembre de 2007
¿Quién necesita memoria?
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9 comentarios:
Me ha gustado, es inresante y curioso.
Aunque debo decir que el final flojea un poco, al menos para mí.
Es algo que me pasa con frecuencia a mí también cuando escribo...
Tenía otro final...lo cambié ayer...este relato tiene dos años...tenía otro inicio también...
Creo que es poco concluyente, siempre me gusta matar a mis personajes, creo que es al primero que dejo vivo...
Ah bueno... sabiendo que tiene cierto tiempo se me hace más comprensible.
Yo creo que el matar o dejar vivir a los personajes es algo que la propia historia pide... aunque la tendencía más impuesta ahora es que los protagonista vivan por eso de los happy ends y esas chorradas.
La idea era tomar una idea cómica y meterla en un contexto trágico...
Como ya dije, la idea y la mayoría del texto tiene 2 años...antes estaba tomado como un texto ajeno y luego concluía que me sentía muy identificaba con el autor por su afición a los burdeles y tal...tenía su arte, pero no terminaba de encajarme...al final ayer decidí no terminarlo...dudé si dejar la palabra fin al final o simplemente dejar puntos suspensivos...
No me gusta corregir mis textos, por lo que decidí intentar ser lo más fiel al original, por eso se quedó así :)
Gracias por el comentario...a ver si me vuelve la inspiración y subo algo nuevo, que de los textos propios que he subido tan solo dos son nuevos (el de La Fé y el del entrañable personaje del bus)
Corregir textos antigüos tampoco es algo que me agrade a mí. Lo escrito escrito está.
Lo mejor es crear otras vías, probar otras cosas.
Por cierto, me resultaría interesaante que pusieras en la entrada o como comentario la historia original o las partes que has cambiado.
Lo borrado, borrado está...basicamente había una especie de texto exculpándome de la autoría y luego un rato de conversación del "escritor anónimo" con el papel maldiciéndose a sí mismo por estar hablando con un relato.
Coincido plenamente con los comentarios expuestos anteriormente:
- Me gusta la historia, la idea que subyace en ella, y es muy entretenida.
- El final flojea.
- Lo escrito, escrito está.
Me gustaría añadir que, con un poco de investigación, se podría ampliar y mucho, es decir, podría ser una maravillosa novela-ficción.
Me ha gustado mucho la historia. Es una idea muy buena. He leído antes los comentarios que la historia y con lo del final flojea esperaba que estuviera mal resuelto el relato, pero me parece un final muy bueno, que da bastante coherencia a lo anterior.
Lo que sí flojea en el final es la expresión lingüística, se podrían pulir las frases y la sintaxis un poco más. Probablemente que habría que añadir alguna frase para mejorar la elegancia.
Habéis leido un libro que se llama memorias del scriptorium?
(Doc)
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