sábado, 24 de noviembre de 2007

Prometeo I

Encubre, ¡oh Zeus!, tu empíreo
Con nebuloso velo,
Y semejante al joven
Que cardos gusta de coger, te queda
Con el roble y la cumbre enhiesta y pina,
Mas déjame el disfrute de esta tierra,
Que es mía, cual mi cabaña esta que habito
Y que no es obra tuya,
Y de mi hogar también, que cuando arde
Y en su lumbre me doro. ¡tú me envidias!

¡Nada más pobre bajo el sol conozco
que vosotros, oh dioses!
Apenas si lográis, desventurados,
Con el vaho de las víctimas y preces,
Algún pábulo dar a vuestra olímpica,
Mayéstica andorga,
Y de fijo que el hambre os acabara,
Si no fuera infinita la caterva
De esos locos, pueriles pordioseros
Que nunca la ilusión del todo pierden.

Cuando yo un niño era,
Que todo lo ignoraba,
Al sol alzaba mis turbados ojos,
Cual si orejas tuviera para oír
Mi angustioso lamento,
Y un corazón tuviere, como el mío,
Para sentir piedad de quien le implora.

¿Y quién contra la turba de insolentes
titanes me ayudó?
¿Quién de la muerte me salvó y de dura
servidumbre afrentosa?
¿No fuiste tú y tú solo,
corazón mío, que en sacras llamas ardes,
quien todo me lo hiciste?
Y, sin embargo, iluso, penetrado
De juvenil fervor, agradecido,
Todo lo atribuías a aquel que duerme
Allí arriba con torpe cabeceo...

¿Yo honrarte a ti? ¿Por qué?
¿Del agobiado
aliviaste la carga?
¿El llanto, acaso,
enjugaste del triste?
¿A mí no me forjaron todo un hombre en el yunque,
el tiempo omnipotente
y el hado sempiterno,
que mis señores son, al par que tuyos?

¿Acaso imaginaste en tu delirio
que iba yo a odiar la vida
y al yermo retraerme
por haberse frustrado
algunos de mis sueños venturosos?

Pues no; que aquí me tienes y hombres hago
Según mi propia imagen;
Hombres que luego mis iguales sean,
Y padezcan y lloren,
Y gocen y se alegren, y parias no te rindan,
Cual yo hice.

J. W. Goethe.( otoño de 1774)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Mientras los dioses no cambien nada ha cambiado...

Caosmeando

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