lunes, 14 de septiembre de 2009
Músicos instrumentales actuales: Rodrigo Leão
Hay un tipo de música que se viene haciendo desde antes de que yo tuviera oídos, con unas melodías tan dispares como los nombres que se les han atribuido: música experimental, ambiental, minimalista, nuevas músicas, música clásica contemporánea, new age, tradicional, electrónica, celta... qué sé yo.
En algunos casos sí parece caerles bien una etiqueta, pero en otros no se sabe ni a qué nos referimos. Así que, como no soy muy amigo de los géneros, prefiero llamarles sencillamente músicos instrumentales actuales (que me gusta por la rima) a unos compositores que son más o menos conocidos y que se caracterizan porque sus temas casi siempre son instrumentales.
La denominación es neutra pero errónea porque si digo "casi siempre" es que a veces no lo son, claro; del mismo modo que si dijera que estos músicos suelen usar instrumentos orquestales tendría que añadir que también pueden usar una guitarra eléctrica o un sintetizador, por ejemplo. Pero está bien contradecirme a mí mismo porque en el fondo aquí lo que importa no son las palabras sino las músicas. Las definiciones sobran, las músicas se atraerán entre sí por pura afinidad electiva. Por eso, en lugar de soltar la perorata de que algunos de estos músicos han encontrado la manera de darse a conocer en las bandas sonoras de películas (o de videojuegos) o que alguien verá aquí un eco de programas como Radio Syntorama o Diálogos 3 voy a compartir con vosotros algunas de las músicas que más me han con-movido. Y si el tema es minoritario, estas músicas también, así que tampoco hay problema en esto.
Sólo añado una cosa más a esta presentación: a diferencia de otros temas musicales como éste, yo no puedo ser más que subjetivo. Me convendría más hablar del músico y de sus discos para que me entendierais mejor, pero yo no puedo explicarlo más que desde mi propia experiencia. Y ahora sí, paso al primer músico, que no podría ser otro que el de mi avatar en el foro:
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Rodrigo Leão
Página oficial
Biografía
Discografía
• Ave Mundi Luminar (1993)
• Mysterium (1995)
• Theatrum (1996)
• Alma Mater (2000)
• Cinema (2004)
• Portugal, Um retrato social (2007)
• A mãe (2009)
Cuando empezó a interesarme este tipo de música apenas conocía de manera deshilachada alguna que otra pieza. La radio, las películas, mis hermanos me daban pistas pero yo no entendía nada (ahora tampoco, pero es posible dividir la nada: la nada entre la nada da... la nada. Nada nuevo. Sigamos). Por eso me traía de la fonoteca cualquier disco que se me pasara por delante. Uno de ellos fue un recopilatorio que debió de ser un éxito porque tuvo muchas partes. Su título prepotente era Música sin fronteras. Me tragué uno tras otro los cinco o seis volúmenes que escuché, pero apenas me grabé alguna canción. Una de ellas era Carpe diem.
Me llamó la atención que la letra estuviera ¡en latín! ¿Quién canta hoy en latín? ¡Si no lo habla nadie, ni los profesores de latín! Pero ahí estaba esa canción lúgubre y apocalíptica recordándome que qué hacía yo ahí perdiendo el tiempo, infeliz que te has perdido. Me la grabé no por la letra sino porque esa melodía tenía algo que me empujaba a ella, a perderme en ella, a perder mi tiempo en ella.
Perdido el rastro, seis, siete, ocho años después lo reencontré en Alma mater.
Quise poner el disco de fondo, pero es imposible: esta música no está para escucharla, sino que es para escucharla. No sé cómo, sentí que aquélla era la música más pura que había llegado hasta mí, como un vidrio destilado. Aún hoy, nueve años después de la primera vez, me sigue cortando la respiración desde la primera nota del tema que da título al disco. Y si una vez me sentí perdido allí me había encontrado, incluso en la letra misma, pues en A Casa
Adriana Calcanhotto canta:
Encontrar
Poder encontrar
Todas as coisas que eu não soube dar
Saber amar
Los artistas, los buenos artistas, tienen la virtud de cambiar tu identidad. Eso es lo que, de manera prosaica, ha sido llamado ser poeta. Cuando lees un libro y lo disfrutas hasta sentirlo como propio o te familiarizas tanto con los personajes y los escenarios de una película que los reconoces como tus verdaderos vecinos, entonces es como te comprendes mejor a ti mismo y percibes la sensibilidad de la mera existencia. Por desgracia me perderé muchas maravillas. Hay una música que nunca escucharé, un cuadro que siempre estará velado para mí, como si estuviera tapado con una tela, un libro escondido en un anaquel polvoriento sin rescate ni recompensa. Y, en cambio, volveré a ver en la tele a los Backstreet Boys, cuando revise mi correo la página me chusmeará el lugar que visitó Madonna y si subo al autobús en la radio del conductor sonará la voz de una indescifrable cara bonita.
El mundo está lleno de necios y yo soy soy uno de los mayores porque aún no me doy cuenta de cómo es. Del único concierto al que he asistido de Rodrigo Leão, un periodista escribió en su crónica que "no supo llegar al público", cuando, al terminar el concierto, estuve sentado un tiempo infinito porque era incapaz de ponerme de pie. Ese músico me acababa de entregar su aliento y el periodista me negaba la vida.
Es posible que algunos penséis que exagero. Lo admitiría si no fuera porque en ese mismo disco hay un tango titulado Pasión,
y si por el del título del disco era portugués por este tema soy argentino, ya que es por ese tango que mi novia es mi novia; y ahí sí que me va la vida.
El descubrimiento de Alma mater me llevó a los discos anteriores (en parte por los propios discos, en parte por un recopilatorio en directo titulado Pasión) y así de nuevo me encontré con Carpe diem en Ave Mundi Luminar y también con Ave Mundi
http://www.youtube.com/v/rOEpOKIjgwY&hl=es&fs=1&
(el que da título al album), con el suspiro contenido de Amatorius y otros temas que conocía del concierto al que asistí. En la Wiki citan Mysterium pero aún no he encontrado más que algún tema suelto, aunque tengo la impresión de que es como Theatrum, es decir, más técnico que emotivo, le falta la emoción que encuentro en Alma mater y que apenas entreví en Ave Mundi Luminar.
Entonces Rodrigo Leão publicó Cinema, cuyo primer tema es tan intenso como los de Alma mater. En sus escasos 2:45 minutos hay una calma tan extraña hoy que parece mentira poder idear algo tan sublime en nuestro cotidiano caos. El segundo tema sigue paralelo a Alma Mater y así viene el correspondiente de A Casa, titulado
Por triste que sea la letra (“Já não sei o que esperar / Dessa vida fugidia / Não sei como explicar / Mas é mesmo assim o amor”) es tan la belleza que no admite tristeza alguna.
Pero cuando llega el tercer tema, Lonely Carousel,
hay algo que se rompe. Puede que otros estén encantados de escuchar a Beth Gibbons (la vocalista de Portishead), pero es una sensibilidad muy distinta a la que me esperaba y sólo me provoca rechazo. Claro que los artistas no nos hacen caso y no tienen por qué complacernos, sino que tienen su propia búsqueda individual; eso es lo que los convierte precisamente en artistas y no en mero producto comercial. Y es de agradecer que, en su afán renovador, no repitan la misma fórmula de éxito. Pero este cambio no me gustó. Con el tiempo he aprendido a estimar este tema y otros como Deep Blue
y L’inspecteur,
que ya no eran cantados en latín o portugués, sino en inglés y francés, pero no dejo de preferir el estilo de Alma mater.
Después de Cinema publicó otro recopilatorio con temas remasterizados (O mundo) y eso ya parecía un claro síntoma de debilidad creativa. Muchos músicos entienden los recopilatorios como un punto y aparte en su carrera, un estado de la cuestión o un regalo para sus seguidores; pero cualquier justificación no borra la decepcionante sensación de que lo llamado nuevo disco sólo sea el envoltorio, no el contenido, por mucho que hubiera algún tema nuevo, como Tardes de Bolonha
Por eso acogí con cierto escepticismo “Portugal, Um retrato social” cuando éste también pareció otro paréntesis al ser la banda sonora de un documental de la televisión portuguesa de tan sólo 38:29 minutos. Y sin embargo, a pesar de que muchos temas son una simple variante de otros del disco, me sorprendió que abandonara la tendencia de Lonely Carousel y similares y volviera a una estética cercana a la de Alma mater. La sensibilidad de Rodrigo Leão es tan sublime que no puedo evitar estremecerme cuando escucho algo tan bello como As cidades,
mudo ante tantas sensaciones, pura sensación.
Hace muy poco, bajo el nombre Rodrigo Leão & Cinema Ensemble, se ha estrenado la banda sonora de una serie de la televisión portuguesa llamada “Equador”. No voy a valorar la serie porque no la he visto, pero la música viene determinada por la denominación de su grupo. Es una música que recuerda al disco Cinema, con predominancia de temas vocales interpretados en portugués por la brasileña Ana Carolina salvo algunos como This Light Holds So Many Colours
(cantada en inglés por Stuart A. Aples) o Cathy (con voz de Neil Hannon, el líder de The Divine Comedy), que están en inglés,
y aunque en sí no me parezca una mala banda sonora sé (y sobre todo siento) de qué es capaz un músico como Rodrigo Leão. Aún así hay que disfrutarla y liberarse de esas pestes, los prejuicios.
Supongo que de estos proyectos, al ser por encargo, se espera un resultado previsible, en una cierta estética, y eso merma la innovación que tal vez podría hallar en un trabajo independiente. No habrá otro Alma mater ni tampoco otro Ave Mundi Luminar (el que muchos críticos tienen como referencia) y aunque lo hubiera no lo recibiría igual. El tiempo no permite la repetición, la música acepta la repetición y a veces hasta la obliga para expresarse (ritornello, estribillo, bases y demás ayudas). Y en medio estamos nosotros, que escuchamos la música y a veces, si la escuchamos en el momento propicio, puede que la hagamos a nuestra imagen y semejanza, o puede que ella nos haga a nosotros.
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Etiquetas: música, Músicos instrumentales actuales
domingo, 13 de septiembre de 2009
sábado, 12 de septiembre de 2009
Ver hechos realidad los sueños por los que luchamos
Un texto de Juan Almeida, que nos acaba de dejar. Sirva como homenaje, como recuerdo, como muestra de cariño.
Las cárceles abrieron sus puertas de hierro. Los liberados olvidaron su venganza y gritaron juntos con los carceleros por el triunfo de la Revolución. Llegaban los aviones cargados de exiliados que encontraban el calor familiar y el agradecimiento de la patria. Solo los asesinados y desaparecidos no pudieron alcanzar el triunfo, pero vivirán en el recuerdo de familiares, amigos y compañeros de lucha.
Obreros, estudiantes, jóvenes, hombres y mujeres, todo el pueblo, aclamaba a los combatientes que íbamos en cientos de vehículos, una caravana que marchaba por la Carretera Central donde miles de personas aguardaban.
A los mandos militares y las estaciones de policía en manos de los rebeldes, de las milicias y del pueblo, iban llegando los detenidos: malversadores, testaferros y colaboradores del régimen, otros por haber cometido crímenes. Los más connotados eran juzgados y sancionados en el acto.
Había delirio y entusiasmo en la población que aclamaba a Fidel en su recorrido, gritos de alegría, abrazos, besos dulces, nobles y tiernas caricias; fotos en grupo; regalos de detentes, estampas y medallas. El repicar de las campanas, los pitazos de claxon de autos y camiones repletos de personas enarbolando banderas. ¡Todo era una fiesta, como en un bello sueño!
El pueblo, en multitud, unido en júbilo a su Revolución, hacía suyo el triunfo. La gente se fundía en un crisol de sentimientos y alegría. Hasta en las ciudades de los más obstinados y recalcitrantes sectores, el triunfo revolucionario provocaba la trasgresión de las costumbres raciales. Blancos y negros cogidos de las manos, se abrazan, se miran sorprendidos, ríen, gritan, saltan juntos por la Revolución. Es el momento de la alegría, de la fraternidad. El negro y el pobre redimidos, con el blanco y el rico igualados.
Como una melodía subía y bajaba el diapasón del coro de cientos, de miles de voces. Desde que tomamos el fusil por primera vez, estos fueron los momentos más conmovedores, grandiosos y emocionantes. Era el canto inefable a la victoria y a la fe revolucionaria en el futuro de la patria. No hubo asta de bandera que no tuviera los colores de la patria.
Las Marianas, que tomaron el nombre de la insigne madre de los Maceos defensoras de la libertad con el fusil, eran saludadas con amor, ternura y admiración.
Arribamos al Campamento Militar de Columbia. La multitud a nuestro alrededor nos conduce hasta la tribuna. El día corrió su telón y dio paso a la noche, La tensión es rota por la voz de Fidel:
Creo que estamos en un momento decisivo de nuestra historia, La tiranía ha sido derrotada. La alegría es inmensa y sin embargo, mucho queda por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante todo será más difícil.
Ahora, a 50 años de aquella histórica fecha en que alcanzamos la libertad plena, la independencia absoluta y la soberanía total, a las emociones y momentos antes narrados, añado el orgullo por lo logrado, la satisfacción por el esfuerzo realizado antes y después del 1ro. de enero, la fe y la confianza que tuvimos, recibimos y mantenemos en nuestro pueblo y en particular en las nuevas generaciones continuadoras de esta causa, a quienes hemos dedicado los mejores años de nuestras vidas y por ellos estamos dispuesto a cualquier sacrificio como lo hacen los Cinco héroes que cumplen injusta sanción en las cárceles del imperio.
Saludo a Fidel, el hermano de lucha, el que nos guió al triunfo revolucionario y ha continuado al frente durante estas cinco décadas para alcanzar las nuevas victorias de la Patria, deseando que nos siga acompañando como líder histórico de este proceso revolucionario para ver hechos realidad los sueños por los que luchamos.
Publicado por Uno, trino y plural a las 14:21 1 comentarios
Etiquetas: fallecimientos, historia
lunes, 7 de septiembre de 2009
domingo, 6 de septiembre de 2009
sábado, 5 de septiembre de 2009
La historia del ojo (8)
Es evidente que Simona y yo teníamos a veces ganas violentas de
hacer el amor. Pero no se nos ocurría siquiera que eso fuese posible sin
Marcela, cuyos gritos agudos violentaban continuamente las orejas,
gritos que para nosotros se ligaban siempre a nuestros deseos más
violentos. Por ello, nuestro deseo sexual se transformaba siempre en
pesadilla. La sonrisa de Marcela, su simpleza, sus sollozos, la vergüenza
que la sonrojaba y ese color rojo que la hacía sufrir al tiempo que ella
misma se quitaba la ropa para entregar de repente sus bellas
nalgas rubias a manos y bocas impuras, y, sobre todo, el delirio trágico
que la había hecho encerrarse en el armario para poder masturbarse
con tanta aberración que no había podido evitar orinarse, deformaba y
hacía nuestros deseos insoportables, Simona, cuya conducta durante el
escándalo había sido más obscena que nunca —acostada, no se había
siquiera cubierto, sino que había abierto las piernas—, no podía
olvidar que el orgasmo imprevisto provocado por su propio impudor,
los gritos y la desnudez de los miembros torcidos de Marcela, habían
sobrepasado todo lo que había podido imaginar hasta entonces. Y su
culo no se abría delante de mí sin que apareciese el espectro de Marcela
furibunda, delirante y sonrojada, para otorgarle a su impudor un peso
agobiante, como si el sacrilegio debiese volverlo todo horrible e infame.
Por otra parte, las regiones pantanosas del culo —que sólo tienen
semejanza con los días tormentosos, con presagios de inundaciones o
con las emanaciones sofocantes de los volcanes y que, también como
los volcanes y las tempestades, inician su actividad entre augurios de
catástrofe— esas regiones desesperantes que Simona, en un abandono
que sólo presagiaba violencia, me dejaba mirar como hipnotizado—,
fueron para mí, desde entonces, el símbolo del imperio subterráneo y
profundo de una Marcela torturada en su prisión y entregada a las
pesadillas. Ya no me obsesionaba más que una cosa: la desintegración
que el orgasmo provocaba en el rostro de la joven que sollozaba
entre gritos horribles.
Y Simona por su lado no podía mirar el semen ácido y cálido que
salía de mi verga sin imaginarse al instante la boca y el culo de Marcela
totalmente manchados.
“Podrías golpearle el rostro con tu semen”, me confiaba al tiempo
que se embarraba el culo, “para que estercole”.
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Etiquetas: La historia del ojo, literatura
viernes, 4 de septiembre de 2009
Septiembre
Al oscurecerse el mar
las voces de los patos salvajes
son vagamente blancas.
Sobre la rama seca
un cuervo se ha pasado;
tarde de otoño.
Tregua de vidrio:
el son de la cigarra
taladra rocas.
Los tres son de Matsuo Basho. La traducción de los dos primeros es de Fernando Rodríguez-Izquierdo; la del tercero es de Octavio Paz.
martes, 1 de septiembre de 2009
Poema tras septiembre
Jirones de espuma
de las olas rotas
tórnanse gaviotas.
(Juan José Tablada)
¿Qué corazón tan avaro
cuenta el metal
de los instantes?
(Xavier Villaurrutia: "Reloj")
Pájaro muerto:
¡Qué agonía de plumas
en el silencio!
(José Juan Domenchina)