lunes, 7 de septiembre de 2009

Nacimiento de los cronopios

7 comentarios:

Antonio dijo...

Buah, uno de los libros que más me han hecho disfrutar en mi vida.
Es curioso que el nacimiento de cronopios y famas sea tan inocente, simple y caprichoso como el propio libro parece indicar. Uno espera que detrás de tantísima sencillez se esconda un trasfondo inescrutable y se encuentra con el propio espíritu de los cronopios: un globo flotando en el aire.

Sinking dijo...

Es el primer libro de Cortázar que recomiendo leer. Y siempre es un gusto reencontrarme con ellos, en todas las ocasiones que surjan. Gracias por recibir de nuevo su saludo.

Antonio dijo...

Generalmente lo que diga Sinking es verdad aunque no acabes de entenderlo :P. Tomadlo como principio en vuestras existencias y seréis mucho más felices en adelante.

Salu2.

uno, trino y plural dijo...

sinking, enormísimo cronopio

Uniendo dijo...

El mejor libro del mundo

Sinking dijo...

Tendré que aclarar mis comentarios. O por ahí los complico aún más. A todo esto no puedo más que expresar la Alegría del cronopio:



Encuentro de un cronopio y un fama en la liquidación de la tienda La Mondiale.

—Buenas tardes, fama. Tregua catala espera.

—¿Cronopio cronopio?

—Cronopio cronopio.

—¿Hilo?

—Dos, pero uno azul.

El fama considera al cronopio. Nunca hablará hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temeroso de que las esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del cronopio.

—Afuera llueve —dice el cronopio—. Todo el cielo.

—No te preocupes —dice fama—. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos.

Y mira el aire, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además, le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los dos hilos —uno azul— y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.

Sinking dijo...

Es que ya eran unas horas terribles para hablar de eso. Espero que lo que viene ahora sea más claro porque largo sí lo será. Pero bueno, ya que estamos aquí sigamos con los cronopios, para precisamente anular el tiempo de los "Relojes":

Un fama tenía un reloj de pared y todas las semanas le daba cuerda CON GRAN CUIDADO. Pasó un cronopio y al verlo se puso a reir, fue a su casa e inventó el reloj-alcachofa o alcaucil, que de una y otra manera puede y debe decirse.
El reloj alcaucil de este cronopio es un alcaucil de la gran especie, sujeto por el tallo a un agujero de la pared. Las innumerables hojas del alcaucil marcan la hora presente y además todas las horas, de modo que el cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya sabe una hora. Como las va sacando de izquierda a derecha, siempre la hoja da la hora justa, y cada día el cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas. Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa violeta del centro el cronopio encuentra un gran contento, entonces se la come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero.

Caosmeando

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