miércoles, 12 de diciembre de 2007

Prometeo XI

ATLANTE Y PROMETEO
a. Prometeo, el creador de la humanidad, a quien algunos incluyen
entre los siete Titanes, era hijo o bien del titán Eurimedonte, o
bien de Jápeto con la ninfa Clímene; sus hermanos eran Epimeteo,
Atlante y Menecio*197.

b. El gigantesco Atlante, el mayor de los hermanos, conocía todas
las profundidades del mar; gobernaba en un reino con una
costa escarpada, mayor que Asia y África juntas. Esta tierra llamada
Atlántida se hallaba más allá de las Columnas de Heracles y
una cadena de islas productoras de frutos la separaba de un continente
más lejano no relacionado con los nuestros. Los habitantes
de Atlántida canalizaban y cultivaban una enorme llanura central,
alimentada con el agua de las colinas que la rodeaban por completo
excepto en una brecha frente al mar. También construían
palacios y baños, hipódromos, grandes obras portuarias y templos,
y hacían la guerra no sólo hacia el oeste hasta el otro continente,
sino también hacia el este hasta Egipto e Italia. Los egipcios dicen
que Atlánte era hijo de Posidón, cuyos cinco pares de mellizos
varones juraron fidelidad a su hermano mediante la sangre de un
toro sacrificado en lo alto de la columna, y que al principio eran
muy virtuosos y llevaban con buen ánimo la carga de su gran riqueza
en oro y plata. Pero un día fueron presa de la codicia y la
crueldad y, con permiso de Zeus, los atenienses los vencieron sin
ayuda y destruyeron su poder. Al mismo tiempo los dioses enviaron
un diluvio que en un día y una noche sumergió a toda la
Atlántida, de modo que las obras portuarias y los templos quedaron
enterrados bajo un desierto de barro y el mar se hizo innavegable*198.
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c. Atlante y Menecio, quienes se salvaron, se unieron a Crono y
los Titanes en su guerra desafortunada contra los dioses olímpicos.
Zeus mató a Menecio con un rayo y lo envió al Tártaro, pero
perdonó a Atlante, a quien condenó a soportar el Cielo sobre sus
espaldas durante toda la eternidad*199.


d. Atlante era padre de las Pléyades, las Híades y las Hespérides
y ha sostenido el Cielo desde entonces, salvo en una ocasión,
cuando Heracles le sustituyó temporalmente en esa tarea. Algunos
dicen que Perseo petrificó a Atlante convirtiéndolo en el monte
Atlas mostrándole la cabeza de la Gorgona, pero olvidan que Perseo
era, según la opinión común, un antepasado lejano de Heracles*200.

e. Prometeo, que era más juicioso que Atlante, previo el resultado
de la rebelión contra Crono por lo que prefirió luchar del lado
de Zeus, y persuadió a Epimeteo para que hiciera lo mismo.
Era, en verdad, el más sabio de su raza, y Atenea, a cuyo nacimiento
de la cabeza de Zeus había asistido, le enseñó la arquitectura,
la astronomía, las matemáticas, la navegación, la medicina,
la metalurgia y otras artes útiles, que él transmitió a la humanidad.
Pero Zeus, que había decidido extirpar a toda la raza humana, y
sólo la perdonó gracias a la súplica apremiante de Prometeo, estaba
irritado por sus crecientes facultades y aptitudes*201.


f. Un día se produjo en Sición una disputa sobre qué partes de
un toro sacrificado se debían ofrecer a los dioses y cuáles se debían
reservar a los hombres, y se invitó a Prometeo a actuar como
arbitro. Él desolló y descuartizó un toro y luego cosió su piel y
formó con ella dos sacos de boca ancha que llenó con lo que había
cortado. Un saco contenía toda la carne, pero ésta la ocultó bajo el
estómago, que es la parte menos apetecible de cualquier animal;
el otro contenía los huesos, ocultos bajo una espesa capa de grasa.
Cuando ofreció a Zeus los dos sacos para que eligiera, Zeus, fácilmente
(que siguen siendo la porción divina), pero castigó a Prometeo,
que se reía de él a sus espaldas, privando a los hombres del fuego.
«¡Que coman las carne cruda!», exclamó*202.


g. Prometeo fue inmediatamente a ver a Atenea y le pidió que
lo dejara entrar secretamente en el Olimpo, cosa que ella le concedió.
Una vez allí, encendió una antorcha en el carro ígneo del
Sol y luego arrancó de éste un fragmento de carbón vegetal incandescente
que metió en el hueco formado por la médula de una
cañaheja. Luego apagó la antorcha, salió a hurtadillas y entregó el
fuego a la humanidad*203.


h. Zeus juró vengarse. Ordenó a Hefesto que hiciera una mujer
de arcilla, a los cuatro Vientos que le insuflaran la vida y a todas
las diosas del Olimpo que la adornaran. Y envió a esa mujer, Pandora,
la más bella jamás creada, como regalo a Epimeteo, bajo la
custodia de Hermes. Pero Epimeteo, a quien su hermano advirtió
que. no debía aceptar el resalo de Zeus, se excusó respetuosamente.
Más enfurecido aún que antes, Zeus hizo encadenar a
Prometeo desnudo a una columna de las montañas del Caucase,
donde un buitre voraz le desgarraba el hígado durante todo el día
un año tras otro; el tormento no tenía fin, porque cada noche (durante
la cual Prometeo estaba expuesto al frío y la escarcha) el hígado
volvía a crecer hasta estar nuevamente entero.


i. Pero Zeus, poco dispuesto a confesar que se había mostrado
vengativo, excusaba su crueldad haciendo circular una falsedad:
decía que Atenea había invitado a Prometeo al Olimpo para tener
con él un amorío secreto.


j. Epimeteo, alarmado por la suerte de su hermano, se apresuró
a casarse con Pandora, a la que Zeus había hecho tan tonta, malévola
y perezosa como bella, la primera de una larga casta de mujeres
como ella. Poco tiempo después abrió una caja que según le
había advenido Prometeo a Epimeteo, debía mantener cerrada, y
en la cual le había costado gran trabajo encerrar todos los Males
que podían infestar a la humanidad, como la Vejez, la Fatiga, la
Enfermedad, la Locura, el Vicio y la Pasión. Todos ellos salieron
de la caja en forma de una nube, hirieron a Epimeteo y Pandora
en todas las partes de sus cuerpos y luego atacaron a la raza de los
mortales. Sin embargo, la Esperanza Engañosa, a la que también
había encerrado Prometeo en la caja, les disuadió con sus mentiras
de que cometieran un suicidio general*204.


*197 Eustacio: Sobre Homero p.987; Hesíodo: Teogonía 507 y ss.; Apolodoro: i.2.3.

*198 Platón: Timeo 6 y Critias 9-10.

*199 Homero: Odisea i.52.11; Hesíodo: loc. cit.; Higinio: Fábula 150.
*200 Diodoro Sículo: iv.27; Apolodoro: ii.5.11; Ovidio: Metamorfosis iv.630.
*201 Esquilo: Prometeo encadenado 218, 252, 445 y ss., 478 y ss. y 228-36.

*202 Hesíodo: Teogonía 521-64; Luciano: Diálogos de los Dioses 1 y Prometeo en el
Cáucaso 3.
*203 Servio sobre las Églogas de Virgilio vi .42.

*204 Hesíodo: Trabajos y Días 42-105 y Teogonía 565-616; Escoliasta sobre Apolonio
de Rodas ii.1249.


Robert Graves, Los mitos griegos I

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