martes, 11 de diciembre de 2007

Prometeo X-VI

VI
¿Qué es aquello que cruza
con planta soberana,
sembrando mundo y encendiendo estrellas
por la extensión callada?
Si se posa en la cumbre,
la cumbre se despierta sonrosada,
como el ósculo tibio de la aurora
despierta enrojecida la mañana;

si baja a la pradera,
dormida en brazos de la niebla fría,
la pradera galana
con su velo de novia se atavía,
y al rumor misterioso de su huella
se ciñe el viejo bosque
su corona bella;
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si el mar desciende -que la espalda encorva
como esclavo sumiso
para besar su turbulenta planta-,
el mar abre su seno
y el más sublime de sus himnos canta:
el himno con que arrulla
el sueño de los negros promontorios,
centinelas inmóviles del mundo,
y le enseña, latiendo en sus entrañas,
de las faunas y floras venideras,
el légamo fecundo.

Las tenebrosas puertas del pasado
rechinan a su empuje omnipotente,
y se alzan en tropel a su presencia,
desde el fondo del caos petrificado,
las formas y las razas extinguidas
en cuya adusta frente,
el ojo de la ciencia deletrea
el verdadero Génesis del mundo,
que la leyenda bíblica falsea!

Todo a su paso vive, alienta, brota:
el mar, el monte, la desierta esfera;
y a su soplo creador todo se expande,
palpita y reverbera.
Levanta el polo mudo,
como un arco triunfal para que pase,
sus montañas de hielo,
y enciende presuroso
sus gigantescas lámparas el Ande
para alumbrarle el tránsito del cielo!

El es soberano, el heredero
del cetro de la tierra,
por su inmenso poder transfigurada!
No hay piélago ni abismo
que no rasque su seno a su mirada.
El guerrero inmortal que en cruda guerra
destronó el paganismo
y rompió las cadenas que arrastraba
la pobre humanidad esclavizada.

Es la chispa divina
encendida en las bóvedas oscuras
de la conciencia humana,
que todo lo ilumina;
el signo de una raza de titanes
destinada a la lucha y al martirio:
"¡la raza prometeana!"

En la cruz, en la hoguera,
en el árido islote, en el desierto,
en el claustro sombrío, dondequiera
vierte su sangre a amares
que los helados páramos caldea,
su sangre, que los cauces seculares
de la historia, desata
las corrientes eternas de la idea!

Hermanos son en el dolor, y hermanos
en la fe y en la gloria
cuantos despejan la futura ruta
con la luz inmortal del pensamiento.
Ya mueran en el Gólgota, ya apuren
de Sócrates severo
la rebosante copa de cicuta,
ya nuevo Prometeo,
al torvo fanatismo desafíe
sobre Roma, montaña de la historia,
el viejo Galileo!

Olegario Víctor Andrade,Prometeo


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