sábado, 17 de noviembre de 2007

Diarios de guerra VI

23 de Abril:
Un día tranquilo, de vez en cuando se agradecen estos días, levantan el ánimo y dan tiempo a la reflexión. Me dieron a un par de chavales nuevos. Robins y Goran. Parecen buenos tipos, jóvenes y decididos, aunque es pronto para decirlo. Llegamos a la hora prevista al río. Exploramos la orilla en ambas direcciones y no encontramos nada. Ni un puesto olvidado, ni un campo de minas, ni trampas, ni nada de nada, aquello parecía completamente abandonado. Esto es un río, ¿sin vigilancia? Me ha parecido algo un poco raro, pero de momento no le concedo demasiada importancia. Mandé a los dos nuevos a cavar la zanja. Lo hicieron esmerados, y en menos de cuatro horas hicieron una trinchera más que decente como puesto avanzado. Nos instalamos dentro y contacté con el puesto de mando. Me ordenaron mantener la posición y observar la actividad nocturna que se originara en torno al río. Vamos, lo de siempre, esperar, esperar, esperar y si se da el caso acabar matando. No hay nada nuevo bajo el sol. Son las 10 y aunque la noche ya es avanzada no ha ocurrido nada. Pero bueno, conociendo al enemigo, uno nunca sabe. Son escurridizos y capaces de aparecer en las sombras de la noche picar y volverse a ocultar como ratas. Son increíbles. He montado guardias de dos horas. Siendo el Sargento yo no dormiré apenas nada, es mi deber.

1 comentarios:

Uno, trino y plural dijo...

Qué pedazo de foto y los diarios siguen en un su punto.

Caosmeando

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