domingo, 21 de octubre de 2007

Cabe

Cabe conjeturar que de un pasado soñador en que, tierno adolescente, el narrador (que decide arbitrariamente llamarse narrador sin esperar a vislumbrar siquiera con la mínima nitidez la calidad de su escrito, si podrá éste, con propiedad, ser llamado relato, ensayo o poema) fantaseó con llegar a establecerse como contable en un pequeño circo ambulante en el que, además de llevar las cuentas, ocupación que justificaría su manutención por el resto de los miembros de la compañía familiar, aprendería a dar de comer al león, proporcionaría consuelo a una lánguida amazonita doliente de mal de amores y alzaría, en fin, el ánimo desfalleciente de la triste troupe; cabe conjeturar, decimos, que de esta aspiración, incumplida hasta el presente y durante largos años olvidada,viene a emerger hoy en la superficie consciente del narrador la propensión al más difícil todavía, inclinación que lleva a éste a complicar su ya complicada inicial intención de elaborar un manual (nótese aquí la desidia terminológica del escribiente, que llama manual a su proyectado escrito, eludiendo una más precisa definición, pues, ¿se tiene conocimiento, acaso, de libro alguno, ciclópeo o infinitesimal, que no sea manipulable manualmente, valga la redundancia?) riguroso en que se impartiesen las instrucciones precisas para no llegar nunca a alcanzar una elevada posición económica, para evitar toda posibilidad de ello, exhaustivo trabajo que oscuramente sería publicado con el título vulgarizador de Cómo no hacerse nunca rico, vergüenza que le ayudarían a superar la comprobación de la existencia de un público lo suficientemente numeroso como para que resultara rentable la reedición de su manual, el propio orgullo de saberse capaz de haber llevado satisfactoriamente a término tan ardua tarea y el prestado orgullo de cierta ausente y quizá ya irremediablemente ajena amada; a complicarla, decimos, con el recién adquirido reto de construirlo narrativamente, de manera que pudiese cabalmente ser admitido o simplemente reconocido como relato, lo que ya en el mismísimo elemental principio de la delimitación de la naturaleza del texto multiplica los problemas que el proyecto plantea al narrador, pues las distintas posibilidades de realización/actualización del texto, esto es, de transformación del texto-proyecto en texto-realidad/acto, como manual riguroso de instrucciones precisas para evitar toda posibilidad de alcanzar una elevada posición económica, definición sumamente arriesgada (y podría decirse que gratuita dada la notoria desorientación del autonombrado narrador en el terreno de su proyecto textual) al no tomar en consideración, y es aquí donde empiezan a plantearse cuestiones fundamentales, que, en primer lugar, al menos hasta la finalización del estudio, no existe ni debe existir la más mínima posibilidad de saber si el producto resultante podrá ser llamado en rigor manual de instrucciones para evitar todo riesgo de alcanzar una elevada posición económica, si, por el contrario, al no encontrarse método ni acción alguna que se muestre suficientemente fiable, esto es, infalible, en la prevención de dicho peligro habrá de ser considerado como una reflexión sobre la imposibilidad de eludir con seguridad toda posibilidad de alcanzar una elevada posición económica por denodados esfuerzos que se hagan en el caso nada improbable de que la cuestión se revele como una aporía, e incluso cabe contemplar la posibilidad, pues ninguna de ellas, por poco probable que parezca, y no es éste el caso, (se permite pensar el narrador, que, como se habrá comprobado, es sumamente permisivo consigo mismo) debe dejar de ser tenida en consideración, de que sólo se halle un único método o actuación concreta que que libere al individuo de toda posibilidad de alcanzar una elevada posición económica, lo que obligaría a dar al estudio el nombre de método o instrucción para evitar cualquier riesgo de verse convertido en una persona de elevada posición económica; se ven multiplicadas, decimos, en gran número, al introducirse en el proyecto textual la exigencia de carácter narrativo, viniendo a crear las posibilidades o la obligación de escribir narrativamente un manual de instrucciones para evitar todo riesgo de alcanzar una elevada posición económica, de escribir narrativamente una reflexión sobre la imposibilidad de eludir con seguridad toda posibilidad de alcanzar una elevada posición económica por denodados esfuerzos que se hagan, de escribir narrativamente un único método para librarse de toda posibilidad de alcanzar una elevada posición económica. (¿sigue?)

2 comentarios:

Uno, trino y plural dijo...

¡Qué calentamiento de cabeza! ¡Y qué frase más larga!

Uno, trino y plural dijo...

Sigue...

Caosmeando

ecoestadistica.com