martes, 12 de febrero de 2008

Parte 2

17 de noviembre de 2004, Javier montado en el coche junto a su esposa camino de su casa, la semana había sido muy larga, trabajo, trabajo y más trabajo. En el asiento del copiloto su compañera Zaira empezaba a quedarse dormida. La A3 estaba más nublada que de costumbre, el camino de Valencia a Madrid parecía eterno, el horizonte no superaba los 100 metros y todo era gris.

Zaida se dirigió a Javier:

Zaida: Cariño, deberíamos parar en el siguiente área de servicio, la niebla es muy espesa, son las 4 de la mañana, y llevas sin dormir bien 1 semana entera

Javier: No puedo permitirme perder toda la noche en la carretera, tenemos que llegar a Madrid antes de las 9 de la forma que sea.

Z: Cariño, además bebiste demasiado en la fiesta ésta noche

J: ¡Cállate hostias! ¿No ves que me distraes joder?

Z: Lo siento, voy a echarme a dormir

El camino prosiguió, Zaida ya estaba dormida, Javier hizo ademán de despertarla cuando una luz le cegó de repente. Una furgoneta se dirigía hacia él en sentido contrario, intentó dar un volantazo y lo único que consiguió fue girar el coche 90º, dejando el asiento del copiloto en el lugar exacto donde la furgoneta colisionó décimas de segundo después, décimas de segundo que le parecieron horas, quiso parar el tiempo, quiso ser capaz de frenar aquel asesino que se dirigía hacia él, quiso retroceder hasta la última conversación con su esposa y no haberla tenido jamás, pero todo esfuerzo fue inútil. La furgoneta colisionó contra su coche cual meteorito, dio varias vueltas de campana y su mente quedó totalmente desprendida de su cuerpo.

Al cabo de unas horas despertó de su letargo, el alboroto luminoso y sonoro de las ambulancias rompió su inconsciencia, abrió los ojos y únicamente vio la cara de un enfermero, intentó articular alguna palabra, pero le fue imposible, fue trasladado al hospital más cercano y volvió a caer en su ensoñación

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero el reloj marcaba las 8:14, no sabía si era la mañana o la tarde, pero el sol era tenue, pasaron 15 minutos cuando el médico entró en la habitación, sonrió …

Médico: Hola señor Jiménez, me alegra verle por fin despierto, ¿recuerda algo del accidente?

Javier: ¿Dónde está mi mujer?

M: Intentamos todo cuanto estuvo en nuestras manos…

J: No puede ser…

M: Sea positivo, únicamente sufre un trastorno craneoencefálico leve, le hemos examinado y el accidente no tendrá secuelas en usted

J: ¡¿No tendrá secuelas?!

M: Aquí podemos darle toda la ayuda psicológica que necesite

J: No necesito ayuda psicológica, necesito a mi mujer

M: Pero Javier…

Le interrumpió

J: No quiero seguir hablando con usted, ¡Váyase!

M: Siento haberle molestado, si necesita cualquier cosa llame a la enfermera

Javier se encontraba en estado de shock, no podía creer que Zaida hubiera fallecido, y lo que era peor, ésas últimas palabras con ella se repetían una y otra vez en su cabeza…

Decidió que su tiempo en el hospital había terminado ya, cogió la ropa del accidente guardada en su armario, se vistió, y se marchó de allí sin ser visto por nadie…

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Caosmeando

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