sábado, 19 de enero de 2008

Lumumba (1)



Comienza aquí una serie cuya intención es presentar una historia por medio, exclusivamente, de las palabras de algunos de los actores que intervinieron en ella.
Ya no somos sus monos
Discurso de Lumumba en el día de la Independencia del Congo. (30 de junio 1960)

Hombres y mujeres del Congo,

luchadores de la independencia, hoy victoriosos, os saludo en nombre del gobierno congolés. A todos ustedes, amigos míos que combatieron incansablemente a nuestro lado, les pido que hagan de este día 30 de junio de 1960 una fecha inolvidable; que guardarán grabada de forma indeleble en los corazones; una fecha significativa que deben enseñarle a sus hijos, de manera que ellos lo puedan hacer con los suyos y así sucesivamente, porque se trata de la gloriosa historia de nuestra lucha por la libertad.
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Y aun cuando lo estemos celebrando hoy día junto con Bélgica, un país amigo con el cual trataremos de hora en adelante como iguales, nadie que se considere congolés debe olvidar que para poder conseguir la independencia del Congo, tuvimos que luchar todos los días. Una pelea apasionada e idealista, en la cual no escatimamos ni privaciones, ni sufrimientos y para la cual dimos nuestras fuerzas y nuestra sangre.

Estamos orgullosos de esta lucha, de las lágrimas, del fuego, de la sangre, en lo profundo de nuestro ser, porque fue una pelea justa y noble e indispensable para terminar con la esclavitud humillante que nos fue impuesta por la fuerza. Este fue nuestro destino durante ochenta años de régimen colonial; nuestras heridas son todavía muy recientes y todavía muy dolorosas para olvidarlas. Hemos conocido el trabajo forzado y pagas que no nos han permitido clamar nuestra hambre, vestirnos, tener viviendas decentes o criar a nuestros hijos como los seres queridos que son.

Hemos sufrido ironías, insultos y golpes mañana, tarde y noche porque somos negros. ¿Quién puede olvidar que a un negro se le decía “tú” no por tenerle confianza, sino porque el más honorable “usted” se les reservaba a los blancos.
Las leyes de un sistema judicial que solo reconoce la ley del más fuerte nos han atado las manos y arrebatado las tierras.
Hemos observado como la ley no era la misma para los blancos y para los negros, blanda para los primeros y crueles e inhumanas para los otros. Hemos sido testigos de sufrimientos atroces de aquellos condenados por sus opiniones políticas o creencias religiosas; exilados en su propio país, con un destino peor que la propia muerte.

Hemos visto que en las ciudades existían magníficas casas para los blancos y destartaladas casuchas para los negros, que un negro no era admitido en los cines, en los restaurantes, en las tiendas de los europeos, que los negros teníamos que viajar en las bodegas de carga o a los pies de los blancos en su lujosas cabinas.

¿Quién podrá olvidar las masacres en las cuales tantos de nuestros hermanos murieron, las celdas en la cuales ellos fueron encerrados por rehusarse a someterse al régimen de opresión y de explotación que por fin vencimos?

Todo esto, hermanos hemos aguantado.

Sin embargo nosotros, que con el voto le dimos a nuestros representantes electos el derecho de gobernar a nuestro querido país, nosotros que hemos sufrido en carne propia y en el corazón por la opresión colonialista, les decimos en voz alta que todo esto ha terminado.

La República del Congo ha sido proclamada, y nuestro país está ahora en manos se sus hijos. Juntos, hermanos y hermanas, vamos a comenzar una nueva lucha, una lucha sublime, que llevará a nuestro país a la paz a la prosperidad y a la grandeza.

Juntos vamos a establecer la justicia social y asegurarnos de que todo el mundo tenga remuneración por su trabajo. Le enseñaremos al mundo qué es lo que el hombre negro puede hacer cuando trabaja en libertad, y haremos del Congo el centro de un sol radiante para toda África.

Cuidaremos las tierras de nuestro país de tal manera que realmente sean aprovechadas en beneficio de sus hijos. Restauraremos las leyes antiguas y haremos nuevas que sean justas y nobles. Le pondremos fin a las limitaciones de la libertad y procuraremos que todos los ciudadanos gocen por completo de las libertades fundamentales estipuladas en la Declaración de los Derechos del Hombre. Gobernaremos no con la paz de los fusiles y la bayonetas, sino con la paz del corazón y de la voluntad.

Y para lograr todo esto, queridos compatriotas, pueden estar seguros de que contaremos no solamente con nuestra enorme fuerza y nuestras inmensas riquezas sino con la asistencia de numerosos países de los cuales aceptaremos la colaboración si nos la ofrecen desinteresadamente y sin tratar de imponernos una cultura foránea, no importa cual sea su origen.

En este sentido, Bélgica, al final aceptando el curso de la historia, no ha tratado de oponerse a nuestra independencia y está lista para darnos su ayuda y su amistad. Un tratado ha sido suscrito recientemente entre ambos países como iguales e independientes. De nuestra parte, mientras seguiremos vigilantes, debemos respetar las obligaciones que hemos asumido libremente.

Así que interiormente y desde el punto de vista internacional, el nuevo Congo, nuestra querida república, que mi gobierno creará, será una nación rica, libre y próspera, y lograremos esta meta rápidamente.

Les pido a todos, legisladores y ciudadanos, que me ayuden con todas sus fuerzas.

Les pido a todos que olvidemos las disputas tribales. Nos consumen y ponen en riesgo nuestra credibilidad en el exterior.

Les pido a las minorías parlamentarias que ayuden al gobierno ejerciendo una oposición constructiva y que usen solamente los canales legales y democráticos.

Les pido a todos de no achicarse antes cualquier sacrificio para lograr esta enorme tarea.

Y finalmente, les pido respetar incondicionalmente la vida y la propiedad de nuestros conciudadanos y de los extranjeros que viven en nuestro país. Si la conducta de algunos extranjeros dejara a que desear, nuestra justicia los expulsará rápidamente del territorio de la república; si, por lo contrario, su conducta es correcta, deben ser dejados en paz, porque ellos también trabajan en favor de la prosperidad de nuestro país.

La independencia del Congo marca un paso decisivo hacia la liberación del entero continente africano.

Su alteza, excelencias, damas y caballeros, mi queridos compatriotas, hermanos de raza, hermanos de lucha, eso fue lo que quise decirles en nombre del Gobierno, en este magnífico día de nuestra completa independencia.

Nuestro Gobierno, fuerte, nacional y popular garantizará la prosperidad de nuestro país. Llamo a todos los congoleses, hombres, mujeres y niños, a que comiencen desde ya la tarea de crear una economía nacional próspera que nos asegure también nuestra independencia económica.

¡Gloria para los luchadores de la liberación nacional!

¡Viva la independencia y el África unida!

¡Viva el Congo independiente y soberano!

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Caosmeando

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