martes, 4 de diciembre de 2007

¿UNA ENFERMEDAD?

sí, soy romántico, abiertamente sentimental,
una suerte de mitómano,
y no
me arrepiento.
muy al contrario, venero a Hemingway,
que cuando llegó al límite de su aguante,
se metió el
cañón del arma en la boca
temblorosa;
y pienso
en Van Gogh, que se cortó parte de la oreja
por una pvta
y luego se pegó un
tiro en el
maizal;
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luego está Chatterton, que bebió veneno
para ratas (una forma de morir sumamente dolorosa
incluso para un
plagiario);
y Ezra Pound arrastrado por
las calles polvorientas de Italia en una jaula
y luego recluido en un manicomio;
Celine robado, insultado, atormentado por
los franceses;
Fitzgerald, quien al final dejó la bebida sólo para caer muerto
poco después;
Mozart en una fosa común;
Beethoven sordo;
Bierce, que se desvaneció en el desierto mejicano_;
Harr Crane, que saltó por la borda y
cayó contra la hélice;
Tolstoi, que aceptó a Jesucristo y lego todas sus
posesiones a los
pobres;
T. Lautrec,
con su cuerpo breve y
deforme,
y su espíritu perfectamente
desarrollado,
que dibujó todo lo que
veía
y más; D.H. Lawrence
que murió de tuberculosis
y preparó su propio Barco de la Muerte
mientras escribía sus
últimos
grandes poemas;
Li Po
que prendió fuego a
[i]sus[/i] poemas
y los echó río
abajo;
Sherwood Anderson, que murió
de peritonitis
tras tragarse un
palillo
(bebía
martinis
en una fiesta
cuando engulló la aceituna,
con el palillo y
todo);
Wilfred Owens, que murió
en la primera Gran Guerra
mientras
salvaba el mundo en aras de la
Democracia;
Sócrates, que bebió cicuta con una
sonrisa;
Nietzsche, que enloqueció;
De Quencey, adicto al opio;
Dostoievski, con los ojos vendados ante un
pelotón de fusilamiento;
Hamsun, que devoró su propia
carne;
Harry Crosby, que se
suicidó mano a mano con su
pvta:
Tchaikovski, que intentó
evadirse de su homosexualidad
casándose con una estrella
de la ópera;
Henry Miller, ya de
viejo, obsesionado con
las jovencitas
orientales;
John Dos Pasos, que de
izquierdista ferviente pasó a ser
un republicano
ultraconservador;
Aldous Huxley, que tomaba
drogas
visionarias y
cosechaba riquezas
imaginarias;
Brahms en su juventud,
que estudiaba la manera
de desarrollar un cuerpo
poderoso
porque tenía la sensación de que
el intelecto
no era
suficiente;
Villon expulsado de París,
no por sus ideas
sino más bien porque era un
ladrón;
Thomas Wolfe, que esta convencido de no poder
volver a casa
hasta
que alcanzó
la fama;
y Faulkner:
cuando recibía el correo por la mañana,
mira el sobre al
trasluz
y si no veía
ningún cheque
lo
tiraba;
William Burroughs, que mató a su
mujer
de un tiro
(no le dio a la
manzana
que se había puesto
en la cabeza);
Norman Mailer, que acuchilló a su
mujer; sin que hubiera ninguna manzana
de por medio;
Salinger, que no creía que
mereciera la pena escribir para
el mundo;
Jean Julius Christian Sibelius,
un hombre hermoso y altanero,
compositor de música intensa
que, al cumplir los 40,
se ocultó, y rara vez
volvió a
vérsele;
nadie sabe a ciencia cierta
quién fue
Shakespeare;
la vida nocturna mató a Truman
Capote;
Allen Ginsberg que se convirtió en
profesor
universitario;
William Saroyan, que se casó
dos veces con la misma mujer
(aunque
para entonces
ya no iba
a ninguna parte);
John Fante, hecho
trizas
por el bisturí del cirujano
ante mis propios
ojos;
Robinson Jeffers
(el poeta más soberbio de todos)
escribiendo
cartas de súplica a los poderosos.

como es natural, hay más
que decir
y podría seguir
indefinidamente
pero incluso yo
(el Romántico)
empiezo a
hartarme.

aun así, estos hombres y mujeres
-del pasado y el presente-
han creado y crean
nuevos mundos para
el resto de nosotros,
a pesar del fuego y a pesar del hielo,
a pesar de la
hostilidad de los gobiernos,
a pesar de la desconfianza arraigada de las masas,
sólo para morir
por su cuenta
y generalmente
en soledad.

hay quien admirarlos a todos
por el valor,
por el esfuerzo,
por sus mayores logros y sus
peores fracasos.

¡vaya cuadrilla!
¡son fuente de luz!
¡son fuente de dicha!

todos ellos son
héroes a quienes puedes estar
agradecido
y admirar desde lejos
cuando despiertas
de tus sueños corrientes
cada mañana.

Charles Bukowski

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