sábado, 29 de diciembre de 2007

Air Madrid, un año después (II)

A finales de diciembre, cuando explotó el asunto de Air Madrid, yo estaba en Buenos Aires. Tenía una especie de resguardo de billete de vuelta, ya que lo había comprado como billete electrónico y estaba obligado a comprar billete de ida y billete de vuelta, algo no muy definido porque aún no tenía fecha de vuelta. En fin, la cuestión es que me avisaron que hiciera algo con ese billete porque Air Madrid estaba a punto de cerrar, pero para entonces ya era tarde. Las noticias llenaron la televisión, la radio, los periódicos y en una foto vi vacía la oficina de la calle Roque Sáenz Peña donde me tramitaron el resguardo de billete o lo que fuera que tenía.

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Me quedé paralizado, sin saber cómo reaccionar. Sabía que tenía que llamar al consulado, pero no lo hice. Por las noticias supe que estaban tomando los datos de los afectados y repatriando a los españoles, y sin embargo eso no podía hacerlo yo porque debía seguir en Buenos Aires, para mí era peor volver que quedarme en ese momento. Como a la mayoría, no era cuestión de estropear unas vacaciones, sino que ese viaje era una necesidad, tenía que ser en ese tiempo y no en otro, y organizar unos vuelos de emergencia por un mes no tenía sentido porque no había una guerra de la que exiliarse ni algo parecido, sino asuntos personales, propios de cada caso, difíciles de explicar a un funcionario. Y además, los vuelos de emergencia sólo eran para los que debían regresar a su país, sólo para los que debían hacer el viaje de vuelta y eso tampoco solucionaba la mayoría de los casos porque tampoco había aviones para todos sino para los que pidieron viajar en Navidad.

De repente me sentí como un náufrago. Literalmente estaba abandonado a mi suerte y no iba a recibir ninguna ayuda para regresar. Como en una isla rodeada de marea humana.
Por suerte fue entonces cuando me hablaron de un grupo llamado Damnificados Air Madrid y dirigido por F., un abogado joven y muy voluntarioso que también había sido estafado, y enseguida formé parte del grupo de correo donde llegaba toda la información. El grupo estaba muy bien organizado: F. cada día nos pasaba un resumen de las novedades, la mayoría de los miembros no sabía qué hacer y repetían las mismas preguntas, pero cada uno intentaba ayudar como podía.

Así, al cabo de una semana, acordamos un recorrido por todos los organismos que debíamos visitar (Defensa al consumidor, la Secretaría Aeronáutica Espacial, IATA y el Consulado de España) para hacer juntos todos los papeleos burocráticos. Fue muy alentador encontrar a otras personas que estaban en tu situación. Congeniamos tan bien que intercambiamos direcciones, fotos y creo que alguno hasta aprovechó para intentar ligar (el buitreo habitual). También se habló de hacer una fiesta que creo que nunca se hizo, al menos yo no estuve allí.

Pero eran demasiados los mensajes que enviaban los miembros del grupo. Yo me conectaba mañana, tarde y noche y aún así cada día, al despertar, sentarme ante el ordenador y revisar el correo, me encontraba con más de cien mensajes nuevos. Era imposible leerlos todos. F. pedía que sólo escribieran para aportar información y que las preguntas se las enviaran a él y no a todos, pero había demasiada desesperación como para controlarla. Además éramos un grupo enorme: creo que cuando me suscribí éramos unos 600 (de los 3000 que estaban calculados en Argentina). Algunos insinuaron que F. estaba usando a los miembros del grupo para enriquecerse pensando en una supuesta comisión que él se llevaría por representarnos y ésa fue la gota que colmó el vaso: la semana siguiente del encuentro para la burocracia, en un breve mensaje F. anunció que dejaba el grupo y ¡me nombraba a mí como su sucesor!

Yo nunca había hablado directamente con F., sólo pedí calma cuando le acusaron injustamente. Y no tenía ninguna preparación porque no tengo ni idea de derecho (y menos del derecho argentino) y ni siquiera soy argentino para representarlos. Así que propuse una reunión para ver qué haríamos a partir de entonces y hablé por teléfono con F. Él aceptó asistir a la reunión para explicar por qué se desvinculaba del grupo y me dijo que me ayudaría a organizar el nuevo grupo, pero sólo eso. No seguiría más.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

La historia va satisfaciendo sobradamente las expectativas. Sigue,sigue.

Caosmeando

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