miércoles, 6 de mayo de 2009

Hoy el nene se ha levantado así de tontete...

Recuerdos de la época en la que ver fotos no provocaba ningún tipo de sentimiento. Recuerdos de cuando los sueños eran promesas del destino y la paciencia un invento de los adultos. Recuerdos de parte de la felicidad.
Estaba sentado en el bordillo de una nostalgia tan enorme que le colgaban los pies.
Todavía no había vivido la tercera parte que un octogenario y ya se sorprendía a sí mismo recordando tiempos pasados con el cansino gesto de los párpados entornados y una tímida y labial sonrisa.
Todavía no estaba su cabeza nevada por canas y ya había sentido el impúdico roce de la melancolía.
Echaba de menos la emoción con la que desenvolvía cuidadosamente aquel papel de aluminio a media mañana. No podía evitar asociarle a sus mañanas dos dispares sabores difícilmente conciliables, pero inevitablemente mezclados: chorizo con melocotón y uvas.
Desde que creció el calor de la cama era distinto, las duchas eran más cortas y el súmmum no tenía en el envoltorio un dibujo de la Pantera Rosa.
Hacía siglos que no jugaba a “Policías y Ladrones”. Hace ya mucho que sabe que Goku siempre lo consigue y que Oliver siempre gana. Cuando se hizo mayor, una mujer salió de dentro de Espinete y la niña pequeña de “Cosas de casa” se hizo actriz porno.
El precioso y, lo que es más importante, caro reloj de pulsera que llevaba a diario le estaba robando se propia libertad a cada segundo. Cada hoja arrancada del calendario había deshojado parte de su inocencia, de la que quedaban migajas.
Recuerdos de peleas y perdones con amigos. Lejanos recuerdos de amistades para toda la vida. Recuerdos de paquetes de pipas en parques y alamedas. Recuerdos felices.
Seguía mirando embobado el lozano caminar de las serenas gotas de café. Iban suicidándose de forma ordenada, monótona y eficiente por el borde del hule.
Recuerdos de cuando se caía el Cola-cao y él no tenía que recogerlo.



Besines.

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Caosmeando

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