No sé si es necesario aclarar que una cuarta es una contraportada y que este cuento de Iban Zaldua aparece en su lengua original, en euskera, en la cubierta posterior de su libro Itzalak. La traducción es del propio autor.
«Me lo quiso contar en cuanto se levantó de la cama. “¿Sabes qué he soñado? Que me abandonabas, que te habías liado con otra mujer. No la conocía, pero estoy segura de que era más joven que yo. Los niños se quedaban contigo, claro, y, por consiguiente, la que se marchaba de casa era yo. Me tuve que buscar un piso compartido”. Sonreí, qué iba a hacer si no: siempre me ha hecho gracia lo minucioso de las pesadillas de Arantza; yo ni siquiera me acuerdo de lo que sueño. “¿Y con quién te ibas a vivir?”, le pregunté. “Con Nekane. A ella también acababa de dejarla el marido”. “¿Con Nekane? Si casi no la conoces”. “Ya, a mí también me pareció raro. Pero ya sabes cómo son los sueños”, me respondió. Luego me describió el piso en el que vivían, muebles incluidos. “De todas maneras, ¿a que no adivinas qué fue lo que más me fastidió, en el sueño? Que no me contaste nada hasta que terminé de corregir el manuscrito de tu último libro”. Y en eso tiene razón: jamás encontraré mejor lectora para mis textos que Arantza. Aquel momento pedía por lo menos un abrazo, así que abracé a mi mujer, cómo no iba a hacerlo. “Hay que ver las cosas que sueñas, chica…”, le susurré al oído».
Nekane no dijo nada: alargó el brazo hacia la mesilla y cogió otro cigarrillo y el mechero. Lo encendió con un gesto breve. El humo que llenaba la habitación se espesó aún más.
El silencio no duró demasiado. «¿Cuándo vas a contarle lo nuestro a Arantza?», me preguntó, tal y como yo esperaba. «Pronto», le contesté a Nekane, «muy pronto. En cuanto me corrija el cuento que he escrito para la cuarta de mi último libro».
domingo, 23 de noviembre de 2008
Cuento para una cuarta
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