Inmediatamente después, le agarró bruscamente el miembro diciendo:
–Por aquí ya hay bastante.
Lo sacó del coño y se lo introdujo en otro agujero completamente redondo situado un poco más abajo, como un ojo de cíclope entre dos globos carnosos, blancos y vigorosos. El miembro, lubrificado por los licores femeninos, penetró fácilmente y, tras haber vivamente culeado, el príncipe soltó todo su esperma en el culo de la preciosa camarera. Enseguida sacó su miembro que hizo: “floc”, como cuando se descorcha una botella y sobre la punta aún quedaba algo de semen mezclado con un poco de mierda.
En este momento, en el corredor sonó una llamada y Mariette dijo: “Debo ir a ver”. Y se largó después de besar a Mony que le puso dos luises en la mano. Cuándo hubo salido, él se lavó la cola, luego abrió la carta que contenía esto:
“Mi hermoso rumano:
“¿Qué es de ti? Debes haberte repuesto de tus fatigas. Pero recuerda lo que me dijiste: Si no hago el amor veinte veces seguidas, que once mil vergas me castiguen. No lo hiciste veinte veces, peor para ti.”
“El otro día fuiste recibido en el picadero de Alexine, en la calle Duphot. Ahora que te conocemos, puedes venir a mi casa. No puedes ir a casa de Alexine. No puede recibirme ni siquiera a mí. Por eso tiene un picadero. Su senador es demasiado celoso. A mí me da lo mismo; mi amante es explorador, debe estar a punto de enfilar perlas con las negras de Costa de Marfil. Puedes venir a mi casa, el 214 de la calle de Prony. Te esperamos a las cuatro.”
Culculine d'Ancóne.”
Tan pronto leyó esta carta, el príncipe miró la hora. Eran las once de la mañana. Llamó para hacer subir al masajista que le masajeó y le enculó limpiamente. Esta sesión le vivificó. Tomó un baño y se sentía fresco y dispuesto al llamar al peluquero que le peinó y le enculó artísticamente. El pedicuro-manicura subió inmediatamente. Le hizo las uñas y le enculó vigorosamente. El príncipe, entonces, se sintió completamente a gusto. Bajó a los bulevares, desayunó copiosamente, luego tomó un fiacre que le condujo a la calle de Prony. Era un hotelito, habitado exclusivamente por Culculine. Una vieja sirvienta le franqueó la entrada. La habitación estaba amueblada con un gusto exquisito.
Enseguida le hicieron entrar en un dormitorio cuya cama, muy baja y de cobre, era enorme. El entarimado estaba cubierto con pieles de animales que ahogaban el ruido de las pisadas. El príncipe se desvistió rápidamente y quedó completamente desnudo cuando entraron Alexine y Culculine enfundadas en unos maravillosos deshabillés. Se echaron a reír y lo besaron. El empezó por sentarse, luego colocó a cada una de las muchachas encima de una de sus piernas, pero lo hizo levantándoles la falda, de manera que ellas permanecían decentemente vestidas y él sentía sus culos desnudos sobre los muslos. Luego empezó a masturbar a cada una con una mano, mientras ellas le cosquilleaban el miembro. Cuando sintió que estaban completamente excitadas les dijo:
–Ahora vamos a dar clase.
jueves, 2 de octubre de 2008
Las once mil vergas (XIV)
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