jueves, 9 de octubre de 2008

Corbalán cuenta su primera final

Aquel año yo no había jugado prácticamente nada durante toda la Copa de Europa, no en vano tenía delante a Vicente Ramos, a Carmelo Cabrera que eran los dos mejores bases que había en aquel momento en España y en este equipo.
Bueno, llegamos a la final, sale Vicente Ramos, hace un partido muy bueno, como Vicente Ramos solía responder con mucha homogeneidad en casi todos los partidos pero comete cuatro faltas cuando quedaban prácticamente pues dos minutos, dos minutos y medio para acabar el primer tiempo. Ferrándiz, nuestro entrenador, nuestro hiperlíder, nuestra persona talento y mente brillante, reserva a Vicente Ramos para que pudiera jugar al final por si las cosas estaban mal. Sale Carmelo Cabrera que era un canario genial, hizo un partidazo espectacular y mantuvo el partido igualado dos puntos arriba, dos puntos abajo hasta que llegaron los tres últimos minutos. En ese momento Carmelo Cabrera hace la quinta falta personal y en ese momento cuando todo el mundo pensaba que Pedro Ferrándiz iba a sacar a Vicente Ramos, a Pedro Ferrándiz se le olvida que Vicente Ramos tenía cuatro y pensaba que tenía cinco, entonces con un desconsuelo casi cósmico miró para la esquina del banquillo donde estaba un servidor jugando a las damas con Luis Mari Prada, otro ilustre reserva de aquella época, y entonces me dice: “Chaval, a jugar”. Yo no podía dar crédito. Le dije: “No es posible que se acuerde de mí hoy”, has tenido los equipos a los suizos, hasta tenido a los equipos noruegos, has tenido a los equipos alemanes, equipos a los que ganábamos de 30, de 40, de 50 y de 60 puntos, ninguno de ellos le dio la confianza suficiente para que yo pudiera jugar ni un minuto y resulta que en la final de la Copa de Europa contra el Ignis de Varese en los tres últimos minutos es cuando te acuerdas de mí. Yo estuve a punto de decirle: “Oye, Pedro recuerda que Vicente tiene cuatro faltas, pero bueno ya me pareció que sería empezar a cavar mi fosa deportiva y dije: bueno, pues si hay que morir en los leones ahí va un voluntario y me fui.
Naturalmente, los italianos, que me vieron tan jovencito, además de pequeño que es lo que iba a decir, me hicieron todas las faltas a mí pensando en que yo iba a fallar todas las faltas. Naturalmente también ustedes pensarán que yo las metí todas porque si no no hubiera contando esta anécdota, también es así, pero es cierto, es cierto que yo salí a aquel partido y luego después de meter seis tiros libres seguidos, de meter los últimos puntos del equipo y de ganar la final de aquel año por dos puntos, yo me di cuenta que nunca sabemos cuando vamos a ser el elemento fundamental de algo.”

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¡No se puede soñar un debut mejor!

Caosmeando

ecoestadistica.com