Muchas veces se cumple el dicho de “pasó por la universidad pero la universidad no pasó por él” y más en los tiempos que corren, sobre todo teniendo en cuenta el gran porcentaje de población que pasa por una diplomatura o licenciatura. Pues bien, el profesor Laschi transmite lo contrario, te inyecta ganas de aprender y ganas de conocer.
Uno tiende a generalizar, a catalogar un conjunto sólo por una simple muestra. Eso mismo me había pasado antes de hacer el erasmus en Italia. Había catalogado al profesorado de mi facultad como mediocre, igualmente me esperaba lo mismo en mi estancia en Bolonia. Pero afortunadamente no fue así, y de ello me di cuenta desde el primer momento que entré en el despacho de Roberto Laschi. Un “bell vechione” que infundía mucho respeto a la vez que cercanía. Sus ojeras arrugadas eran más surcos o bolsitas de sabiduría que síntomas de vejez. Por sus enormes labios sólo se podían escuchar palabras agradables, lógicas. Sus ojos, observadores y muy cristalinos, transmitían una seguridad aplastante, un dominio absoluto de cualquier situación. Si alguna vez tuviese que ponerle cara a algún sabio carismático y eminente, no dudaría ni un instante. La única pega de dicho sabio es que fumaba tabaco negro, nadie puede ser perfecto pero hasta fumar lo practicaba con parsimonia, disfrutando.
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Mi caso particular me obligaba a estudiar su asignatura “da solo” porque ya sus clases habían concluído, pero él me dio la oportunidad de presentarme en otra convocatoria especial. Por ello le visité unas cinco o seis veces en tutorías, suficientes como para convencerme de que existían profesores de verdad. Absolutamente todo lo que decía parecía interesante, aunque la materia no me llamase mucho la atención, todo lo cubría con un halo de misterio e interés, lo explicaba paso a paso y siempre insistía en que, ante cualquier duda, estaría allí para echar una mano. Hacía tiempo que no ponía tanto empeño en estudiar algo, en navegar a través de páginas y páginas. Era como estar en una nube. Por supuesto que aprendí, no era una simple cuestión de querer agradar.
El día del examen me puse una camisa de cuadros y unos chinos, dejando de lado la moda italiana, que cargaba cualquier rincón de Bolonia, la ocasión lo requería. Mis nervios se disiparon cuando, nada más entrar, me dice “hoy por fin vienes vestido como un español”. Y es que, en este momento, sigo sin poder encontrar una frase mejor para poder tranquilizar a un estudiante en esa situación. Todo esto no quiere decir que el examen fuese coser y cantar, al contrario, fue justo, me concedió lo que debía y me corregía con sus estupendas argumentaciones. Justo fue también con la nota, y, por eso mismo, el último intercambio de frases nunca se me olvidará.
Io – É stato un piacere studiare con lei.
Professore Laschi – Vai tranquilo per la tua strada che farai del bene.
Yo – Ha sido un placer estudiar con usted.
Professore Laschi – Ve tranquilo por tu camino porque harás el bien (obrarás bien).
domingo, 13 de abril de 2008
Professore Roberto Laschi
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3 comentarios:
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