viernes, 7 de marzo de 2008

Volvemos para contemplar nuestra derrota

Volvemos para contemplar nuestra derrota,
para saborear la amargura sin tacha
y nos hace morir la evidencia de nuestra muerte,
la certeza de que hemos de volver
para saborear la amargura, insípida ya,
definitivamente intachable.

Esto fue pan, tierra prometida,
prueba ahora a empujar el hielo,
ahuyenta como sepas este mar de negrua,
aventa cenizas de nutria blanca,
acrisola tus últimos cuatro años.
Esto fue abrigo, y voz, y yegua, prueba ahora a rayar el tiempo.

Podría llevarte al hondón de las palabras
y, en el fragor de la refriega, fugarme,
engarzar mi laceria de carnaval
a la tercera sombra aromática del crepúsculo,
lavar mi mansedumbre en el río de sangre eterna
y colaborar con mi hediondez
en la preparación del diluvio
pero el infierno - que así llaman
en honor a ti, ninfa veraniega de la noche -
hace temblar las raíces de mi genio.
Insípido y abstemio, me está vedado el suicidio.

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Caosmeando

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