Fragmento de la novela Hombres de maíz, de Miguel Ángel Asturias
El Gaspar es invencible, decían los ancianos del pueblo. Los conejos de las orejas de tuza lo protegen al Gaspar, y para los conejos amarillos de las orejas de tuza no hay secreto, ni peligro ni distancia. Cáscara de mamey es el pellejo del Gaspar y oro su sangre -"grande es su fuerza","grande es su danza"- y sus dientes, piedra pómez si se ríe y piedra de rayo si muerde o los rechina, son su corazón en la boca, como sus carcañales son su corazón en sus pies. La huella de sus dientes en las frutas y la huella de sus pies en los caminos sólo la conocen los conejos amarillos.
Seguir Leyendo...
Palabra por palabra, esto decían los ancianos del pueblo. Se oye que andan cuando anda el Gaspar. Se oye que hablan cuando habla el Gaspar. El Gaspar anda por todos los que anduvieron, todos los que andan y todos los que andarán. El Gaspar habla por todos los que hablaron, todos los que hablan y todos los que hablarán. Esto decían los ancianos del pueblo a los maiceros.La tempestad aporreaba sus tambores en la mansión de las palomas azules y bajo la sábana de las nubes en las sabanas.
Pero un día después de un día, el habla ñudosa de los ancianos anunció que de nuevo se acercaba la montada. El campo sembrado de flores amarillas advertía sus peligros al protegido de los conejos amarillos.
¿A qué hora entró la montada en el pueblo? A los ladinos amenazados de muerte por los indios les parecía un sueño. No se hablaban, no se movían, no se veían en la sombra dura como las paredes. Los caballos pasaban ante sus ojos como gusanos negros, los jinetes se adivinaban con caras de alfajor quemado. Había dejado de llover, pero asonsaba el olor de la tierra quemada y el pestazo del zorrillo.
El Gaspar mudó de escondite. En el azul profundo de la noche de Ilóm se paseaban conejillos rutilantes de estrella en estrella, señal de peligro, y olía la tierra a pericón amarillo.Mudó de escondite el Gaspar Ilóm con la escopeta bien cargada de semillita de oscurana -eso es la pólvora-,semillita de oscurana mortal, el machete desnudo al cinto, el tecomate con aguardiente, un paño con tabaco, chile, sal y totoposte, dos hojitas de laurel pegadas con saliva a los sentidos sustosos, un vidrio con aceite de almendras y una cajita con pomada de león. Grande era su fuerza, grande era su danza. Su fuerza eran las flores. Su danza eran las nubes.
lunes, 10 de marzo de 2008
El primer Gaspar Ilóm
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario