Espero al último baile.
Cera sellando cartas de amantes,
busqué los zapatos más lindos del vertedero,
los regueros de polvo de ángel
en la comisura de mis labios.
Y aquí estoy. Sin calabazas de algodón
ni ratones mordisqueando entre los dedos de mis pies.
Como pedigüeña entre sandwiches y Pepsis,
arrastrando las cadenas de rafia,
enumerando a las mercenarias
de aros gigantes y zapatos de vainilla.
Ya no quedan príncipes azules para mis vaqueros.
Jamás, me juro, seré tan asquerosamente bella.
Elena Medel
jueves, 13 de diciembre de 2007
Cenicienta
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