lunes, 29 de octubre de 2007

Las moscas de San Narciso

La narración de las moscas de San Narciso se basa en un texto de 1288 del cronista Bernat Desclot . En él se hace referencia a una plaga de moscas durante la invasión de las tropas francesas en Gerona en junio de 1285. Los invasores ocuparon la colegiata de San Félix donde se veneraba el cuerpo de San Narciso, profanaron el templo y de repente empezaron a salir gran cantidad de moscas que picaron a los soldados y a los caballos con gran rapidez. Esto motivó que el ejército francés abandonase la ciudad de inmediato. Bernat Desclot escribe que las moscas entraron por las fosas nasales y por el ano de los caballos, lo que motivaba que los pobres animales cayeran al suelo desmayados por el dolor. Murieron cuatro mil caballos y 20 mil soldados, ya que éstos también sufrieron los ataques de las moscas en la cara. Esta narración fue recogida por historiadores franceses a finales del siglo XIII y principios del XIV y por otros cronistas catalanes e italianos.
-En la obra "Gesta Comitum Barcinonensium" escrita entre el 1303 y 1314, se menciona la profanación del sepulcro de San Narciso pero no lo relaciona con las moscas, ya que las moscas son un castigo divino.
-En 1438, en ""Històries e conquestes" de Pere Tomich, las moscas salen de la nariz de San Narciso, pican a los franceses y son venenosas. Por primera vez se dice que las moscas salen de la nariz del santo que descansa en la iglesia de San Félix.
Pero las moscas no solamente ayudaron a los gerundenses en el sitio del siglo XIII, sino también en otra ocupación que sufrió la ciudad en 1653. El texto que nos habla del suceso es un documento firmado por unos oficiales franceses ante el notario real de Sant Feliu de Guíxols. Estos oficiales juraron que un enjambre de moscas azules y verdes diezmó la caballería francesa. Se asegura también que la ciudad habría sido tomada si los gerundenses no hubieran puesto una caja o sepulcro del santo sobre la muralla, lo que provocó una plaga de moscas que asustaron a los caballos y los hicieron fallecer en medio de terribles males. Las moscas salieron del interior del sepulcro del santo que estaba instalado en la muralla. Parece que los gerundenses sacaron el sepulcro para llevarlo a la muralla y allí invocar la ayuda.
Bernat Boadas, en la publicación "Llibre de fets d'armes de Catalunya" editado entre los años 1672 y 1675, da otro dato: "Los franceses profanaron el sepulcro de San Narciso, y de la nariz del santo salieron moscas azules, blancas, verdes, rojas y negras. Eran más grandes que una bellota y venenosas".
La tradición popular es que, aunque Bernat Desclot no dice en ningún momento que las moscas salieran del cuerpo del santo, cuando los franceses profanaron la iglesia de San Félix, San Narciso ayudó a los gerundenses enviando desde su cuerpo una gran cantidad de moscas grandes y gruesas y de todos los colores que picaron a los soldados y a los caballos, que una buena parte de ellos murieron, y que el ejército tuvo que retirarse a "toque de trompeta".
La filóloga catalana Anna Cortadellas Vallès compara el texto de Bernat Desclot con otra leyenda oriental. Para Anna Cortadellas, el texto de las moscas de San Narciso estaría en consonancia con una obra de Casiodoro del siglo V que describe el sitio que sufrió la ciudad de Nisibis, sitiada por Sapor II, rey de Persia. Según Casiodoro, el obispo de Nisibis subió a la muralla para invocar ayuda y solicitó por la intercesión de San Efrén, que el Señor enviara moscas y mosquitos contra los invasores. Inmediatamente, una nube de moscas y mosquitos cayeron sobre el ejército persa, introduciéndose en las trompas y orejas de los elefantes así como en las narices de los caballos. Este es un fragmente de Casiodoro:
"Conmovido, pues, el venerable hombre subió a la torre y cuando vio el ejército de millares de hombres, no pidió otra cosa para ellos que mosquitos y tábanos para que conocieran el poder de Dios manifestado por los animales más pequeños. En efecto, su oración fue sucedida por nubes de mosquitos y tábanos, los cuales llenaron las trompas de los elefantes y las orejas y narices de los caballos y otras bestias de carga. La fuerza de las armas fue inútil contra aquellos pequeños animales, y los elefantes y los caballos hicieron caer al suelo a sus jinetes y conductores, provocando la confusión y la ruptura de las escuadras".

1 comentarios:

Uno, trino y plural dijo...

¿No era el diablo el señor de las moscas? ¿Éstas eran moscas disidentes, ángeles rebeldes y caídos?

Caosmeando

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