Un poema de Boris Vian
No quisiera morir
Sin haber conocido
Los perros negros de Méjico
Que duermen sin soñar
Los monos de culo pelado
Devoradores de trópicos
Las arañas de plata
En el nido trufado de burbujas
No quisiera morir
Sin saber que la luna
Con su falso aire de moneda
Tiene un lado puntiagudo
Si el sol está frío
Si las cuatro estaciones
No son en realidad más que cuatro
Sin haber intentado
Llevar un vestido
En los grandes bulevares
Sin haber mirado
En una alcantarilla
Sin haber puesto el sexo
En rincones extraños
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No quisiera acabar
Sin conocer la lepra
O las siete enfermedades
Que se atrapan allí
El bueno como el malo
No me darían pena
Si si yo supiera
Que lo iba a estrenar
Y está también
Todo lo que conozco
Todo lo que aprecio
Que sé que me gusta
El fondo verde del mar
Donde danzan las briznas de algas
En la arena ondulada
La hierba tostada de junio
La tierra que se agrieta
El olor de las coníferas
Y los besos de la
Que si tal que si cual
La bella que ahí está
Mi Osezno, Úrsula
No quisiera morir
Antes de haber gastado
Su boca con mi boca
Su cuerpo con mis manos
El resto con mis ojos
Ya no digo más es mejor
No ser irreverente
No quisiera morir
Sin que hayan inventado
Las rosas eternas
La jornada de dos horas
El mar en la montaña
La montaña en el mar
El fin del dolor
Los diarios en color
La alegría de los niños
Y tantas cosas más
Que duermen en los cráneos
De geniales ingenieros
De jardineros joviales
De inquietos socialistas
De urbanos urbanistas
Y de pensativos pensadores
Tantas cosas que ver
Que ver y oír
Tanto tiempo esperando
Buscando en la oscuridad
Y yo veo el final
Que bulle y que se acerca
Con su cara horrorosa
Y que me abre sus brazos
De rana patituerta
No quisiera morir
No señor no señora
Antes de haber palpado
El sabor que es más fuerte
No quisiera morir
Antes de haber probado
El sabor de la muerte...
miércoles, 25 de noviembre de 2009
No quisiera morir
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