En estos días entrañables queremos compartir con nuestros lectores este momento de paz. A todos vosotros está dedicada esta postal-vídeo tan navideña, para que nos sigamos leyendo y nos reencontremos en 2008.
lunes, 24 de diciembre de 2007
Felices fiestas
La rebelión de la Alpujarra
Según Caro Baroja la rebelión de los moriscos de la Alpujarra en 1.568 fue de carácter esencialmente religioso, manifestándose por las persecuciones sistemáticas de los cristianos. Este juicio ha sido compartido por la mayoría de los cronistas e historiadores. El estudio más reciente de la cuestión morisca caracteriza la rebelión como la venganza atroz de los moriscos enfurecidos. Volvamos la mirada a la península ibérica y descubramos el proceso de hechos que desencadenaron la tragedia de la guerra de la Alpujarra y el consecuente exterminio de los moriscos granadinos. Proponiendo una nueva lectura de Luis del Mármol Carvajal, mayor cronista de la guerra, examinaremos la llamada matanza de Nochebuena subrayando el papel que tuvo el imaginario cristiano en los acontecimientos que produjeron la rebelión morisca.
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Los Moros y Cristianos de Granada.
Como dice Márquez Villanueva "La política que se aplicó a los moriscos no fue asimiladora, sino de persecución religiosa y genocidio cultural." Convertidos por la fuerza al catolicismo a raíz de las iniciativas de Jiménez de Cisneros los granadinos musulmanes fueron objeto de discriminaciones crecientes por parte de la Inquisición, de la Iglesia y de la administración real. Mientras tanto, se les quitaban las tierras y padecían la crisis de la industria sedera. Mármol Carvajal nos informa que por estas opresiones muchos moriscos pacíficos se dieron a los montes haciéndose monfies, o sea bandoleros.
En la segunda mitad del siglo XVI el peligro turco tuvo un papel decisivo en la política internacional de los Austrias. Los desembarcos de corsarios musulmanes en la costa y los intentos de moriscos de pasarse a África alimentaron el mito de una quinta columna morisca conspirando para entregar España a los turcos. En 1.567 se proclamó una pragmática real prohibiendo varias costumbres moriscas y sometiendo a los conversos al escrutinio permanente de los castellanos viejos para eliminar la supuesta supervivencia de su fe musulmana. Ésta fue una etapa decisiva en el proceso de la rebelión. En 1.568, los estragos de los monfíes parecían que iban en aumento y rumores de una inminente insurreción de todos los moriscos se apoderaron de la Granada castellana. Según Mármol Carvajal ,la élite morisca de la capital era parte de la conjura y esperaban que con los disturbios lograrían la suspensión de la pragmática. La insurrección estaba fechada el Jueves Santo, 15 de Abril 1 .568, pero el capitán general del reino de Granada, marqués de Mondéjar, fue informado del complot y los moriscos tuvieron que retrasarlo. En la noche del 16 de Abril, debido a una falsa alarma, se tocó un rebato en la fortaleza de la Alhambra, y los vecinos castellanos estuvieron a punto de saquear el barrio morisco del Albaicín y matar a sus habitantes "porque con la sospecha que se tenía, creyeron que se alzaban" (Mármol Carvajal). Después de aquel incidente los moriscos alarmados se quejaron a Mondéjar de los peligros que les hubiera podido ocasionar la alarma mientras que el cabildo empezaba a repartir armas entre los castellanos. Un embajador francés escribía en mayo que la alarma había sido causada por una conspiración entre moriscos y piratas argelinos, pero notaba también que existían proyectos de deportar a todos los moriscos granadinos al norte de la península . El 24 de junio Mondéjar mandaba a Felipe II dos cartas moriscas dirigidas al rey de Fez que se habían intervenido y le rogaba darle refuerzos militares o suspender la pragmática. Desde el año anterior Mondéjar (defensor de los intereses feudales y desde luego "amigo" de los moriscos) había manifestado al rey su oposición a la aplicación de la pragmática porque temía que pudiera ocasionar una rebelión y "se quejaba de que se hubiese tomado resolución... sin pedirle su parecer". En la corte real no se creía en la conspiración y se atribuía la conmoción a unos monfies, pero en Granada todos los castellanos esperaban una rebelión para la Navidad.
La conjura de Nochebuena
"...acordaron que fuese en la fuerza del invierno... la noche de Navidad, que la gente de todos los pueblos está en las iglesias, solas las casas, y las personas ocupadas en oraciones y sacrificios; cuando descuidados, desarmados, torpes con el frio, suspensos con la devoción, fácilmente podían ser oprimidos de gente atenta, armada, suelta y acostumbrada a saltos semejantes." (Hurtado de Mendoza).
Poco antes de la Pascua en Granada se rumoreaba que los turcos llegarían en la Nochebuena para iniciar la rebelión del Albaicín. Mármol interpreta este rumor como una maquinación morisca; unos 8.000 moriscos procedentes de la Vega, del valle de Lecrín y de la Alpujarra asaltarían la capital, llevando tocados turcos con el fin de que viendo a estos "turcos" los moriscos granadinos ilusionados por los rumores de desembarco turco se sumarían inmediatamente a la insurección. Mármol Carvajal, afirma haber visto las confesiones escritas de unos presos moriscos y da el plan de la conjura, incluido una lista de los varios comandos que iban apoderarse de la ciudad. Según Bermudez de Pedraza, se vió entoces en Granada "por muchos días en el Poniente... sangrientas batallas de hombres peleando a caballo´´ y se interpretó que el Cielo confirmaba con señales las sospechas que los castellanos tenían contra los moriscos.
Los días del Movimiento.
Según Mármol Carvajal, el jueves 23 de Diciembre, novedades en la Alpujarra adelantaron la rebelión: en Poqueira una partida de monfíes emboscaron a unos funcionarios de Ugíjar que volvían a Granada para la Pascua y habían robado las bestias de unos moriscos. Los mismos monfies mataron luego a cinco soldados de Motril los cuales tambien robaban a los moriscos para llevarse "regalos" a Granada. Enardecidos por estos sucesos los monfies emboscaron la misma noche en Cádiar todo un destacamento de guardas que iban a Adra despojando de paso a los campesinos moriscos. De concierto con Fernando El Zaguer, alguacil morisco de Cádiar, los monfíes mataron a estos soldados mientras pernoctaban en las casas del pueblo. Los moriscos de Cádiar mandaron entoces a sus familiar y a sus animales a la sierra y los jovenes del pueblo acompañaron a los monfies a Ugíjar. El Zaguer y un jefe monfí fueron a juntar más gente en los pueblos vecinos para luego concentrarse todos en Ugíjar.
Granada celebró el nacimiento de Jesús con soldados en las calles. La mañana del Sábado 25, dos moriscos llegaron de Orgiva e informaron a Mondéjar que la Alpujarra estaba en rebelión. Según Mármol Carvajal, Mondéjar pensó que unos piratas desembarcados actuaban con los monfíes y mandó que se formara una fuerza para salir a la costa si era necesario. En la noche del 25 al 26 ocurrió la famosa entrada en el Albaicín del jefe de los conjurados Farax Aben Farax con unos 150 monfíes. Los miles de alpujarreños que venían a asaltar Granada no pudieron cruzar la sierra por las fuertes nieves. Farax no logró convencer a los líderes moriscos de la capital de rebelarse y salió a la calle con su pequeña fuerza antes del amanecer:
"... hizo que todos los compañeros dejasen los sombreros y monteras que llevaban, y se pusiesen bonetes colorados a la turques, y sus toquillas blancas encima, para que parecieses turcos." (Mármol Carvajal).
Como se dice hoy en las fiestas de moros y cristianos los "turcos" iban "pidiendo la guerra" desfilando con sus banderas al son de música mora en las calles vacías del Albaicin. Se enfrentaron con una patrulla cristiana y, después de otros incidentes menores, se detuvieron en una loma encima del Albaicín donde uno de ellos proclamó la rebelión:
"«No hay más que Dios y Mahoma, su mensajero. Todos los moros que quisieren vengar las injurias que los cristianos han hecho a sus personas y ley, véngase a juntar con estas banderas, porque el rey de Argel y el Jerife, a quien Dios ensalce, nos favorecen, y nos han enviado toda esta gente y la que nos está aguardando allí arriba. Ea, ea, venid, venid; que ya es llegada nuestra hora, y toda la tierra de los moros está levantada.»" (Mármol Carvajal).
La patrulla agredida avisó a Mondéjar en la Alhambra, pero él se negó a bajar sus soldados al Albaicín y a dar la alarma, alegando que carecía de tropas. Hurtado de Mendoza pretende que Mondéjar impidió así la llegada de los moriscos de la Vega quienes esperaban los tiros de alarma de los cañones de la Alhambra para acudir en masa al combate.Aceptando la realidad de la intentona de Farax, el caso es que los moriscos del Albaicín y de la Vega no se sumaron a la revuelta. Por la mañana los castellanos viejos subieron con las armas al Albaicín para matar moriscos pero Mondéjar y sus soldados se lo impidieron. Mondéjar salió por fin de Granada detras de los monfies de Farax pero sólo les alcanzó cuando desaparecían en la sierra. Los monfíes cruzaron Sierra Nevada en la noche y el día 27 provocaron la rebelión de unos pueblos del valle de Lecrín afirmando que "los moros" habían tomado Granada.
Mártires en la Alpujarra.
Mármol Carvajal reseña que casi toda la Alpujarra se alzó directamente después de la emboscada de Cádiar. En los días 24 o 25 escuadras de monfíes y de jóvenes (los gandules) fueron de pueblo en pueblo enarbolando las banderas de la rebelión, atacando a los vecinos castellanos, saqueando sus casas y la iglesia del lugar. Las fuentes castellanas describen la matanza de los cristianos como acontecimiento salvaje que incluye casos de canibalismo y niños sacrificados. La masacre de los llamados "Mártires de la Alpujarra" ocurre antes de cualquier intervención armada cristiana y sus víctimas caen desarmadas en tiempo de fiestas: "hechos" que aumentan la barbarie de los crímenes y justifican la consecuente represión. Las reseñas del martirio establecen la responsabilidad colectiva de los alpujarreños por haberse todos (mujeres y niños incluidos) manchado las manos en la sangre de los cristianos. La matanza se representa como una fiesta de la sangre hecha por el pueblo entero.
El miedo causó la guerra.
En su narración de la rebelión, Mármol nos presenta moriscos y mártires actuando en casi el mismo drama en cada pueblo de la Alpujarra, pero él menciona también acontecimientos locales muy específicos que nos ayudan a entender la dinámica que causó la "revolución morisca". Después de los ataques monfíes del 23 de diciembre, el pánico se apodera de los castellanos y éstos se encierran en las iglesias fortificadas. Las violencias parecen cometidas por monfíes y grupos de forasteros. Frecuentemente la matanza de los cristianos ocurre más tarde. Presento aquí el resumen de un guión en que el "miedo de los cristianos" fue una causa principal de la "revolución". En un clima de tensión internacional, rumores de revuelta general y de desembarco turco aumentan el sentimiento de inseguridad de los colonizadores. Estas quimeras de conspiración y de matanza general les empujan a tomar medidas contra los moriscos. Tales manifestaciones hostiles, precisamente cuando los colonizados se ven acosados por abusos crecientes, favorecen o provocan la reacción morisca, desencadenando la guerra civil. Aquí están unos ejemplos en apoyo de mi tesis.
Por la tarde del 23 de diciembre dos supervivientes de la emboscada de Poqueira dieron la alarma en Órgiva y al día siguiente se avisó a todos los castellanos de los alrededores, que se concentraron en Órgiva, donde se había fortificado una torre para casos de insurrección o de incursión de piratas. Los castellanos cogieron luego a mujeres y niños moriscos como rehenes y se encerraron con ellos en su "castillo". Los moriscos del pueblo se alzaron entoces y enarbolando sus banderas, cercaron la torre mientras familias y animales subían a la sierra y sitiaban el castillo hasta la llegada del ejército de Mondéjar.
En Ugíjar el alguacil mayor fue informado de la rebelión tres días antes por el párroco de Darrical (el cual había informado a Mondéjar de la rebelión de Semana Santa) y ordenó entoces a los vecinos castellanos congregarse todos en la iglesia previamente fortificada:
"y porque esto se hiciese con brevedad y sin escándalo, había echado
fama que tenía nueva cierta que venían mas de mil turcos y moros de
Berbería a llevarse aquel lugar." (Mármol Carvajal).
Pero los vecinos no le hicieron caso por no creer en la posibilidad de un desembarco musulmán en pleno invierno. El viernes la noticia de la matanza de Cádiar les alarmó y de repente todos se hicieron fuertes en la torres de la iglesia y de dos casas cercanas:
"Estas tres torres estaban en triángulo, puestas de manera que los de dentro no dejaban asomar á nadie por las calles, que los enclavaban luego con los arcabuces, y tenian mucha municion que tirar, porque les habian traido dos dias antes catorce arrobas de pólvora de Málaga, y el alcalde mayor habla repartídola entre los arcabuceros." (Mármol.
Los monfíes llegaron a Ugíjar en la noche, abriendo la cárcel y quemando el archivo judicial local. La mañana del sábado 25 los habitantes moriscos abandonaron el pueblo, cuyas calles dominaban los tiradores de las torres. Un superviviente de la emboscada de Cádiar alarmó al comandante de la guardia de Dalias y éste, pensando en un ataque de piratas o de turcos, pidió auxilio a Almería y salió con su fuerza a Adra, donde no encontró noticia de desembarco. Pasó luego por Berja y Darrícal y fue a Ugijar
"...llegó á vista de Ugíjar el domingo por la mañana, y se puso en un viso adonde le podían descubrir muy bien los cristianos de las torres; los cuales comenzaron á hacer gran fiesta y regocijo con los arcabuces á los enemigos; porque viendo gente á caballo, entendieron que les iba socorro. Los moros, creyendo lo mesmo, se pusieron en huida por aquellas sierras...". (Mármol Carvajal 1.924:197).
Viendo muchos "moros" en los cerros el oficial concluyó que toda la comarca se habia alzado y por miedo a encontrarse cercado, se retiro a Adra. Los moriscos atacaron de noche y prendieron fuego a una torre que era de madera, quemándose vivos la mayoría de sus defensores. La otra torre se rindió y se negoció la entrega de la iglesia. Los moriscos pedían a los castellanos les entregaran sus armas y pagaran un rescate para conducirles hasta Guadix. Pero el alcalde mayor rechazó el acuerdo e insultó a los "moros", que hicieron un gran fuego en la puerta de la torre y los "cristianos" tuvieron que rendirse. Muchos moriscos de otros pueblos habían acudido a la contienda y se maltrató a los castellanos mientras bajaban de la torre con cuerdas. Al día siguiente, cumpliendo con una orden de Farax, gandules y monfíes ejecutaron a todos los presos en el cementerio.
Varios pueblos del valle de Lecrín no se sumaron a los monfíes de Aben Farax y sus habitantes huyeron a la sierra. Los soldados que Mondéjar mandó a tomar el puente de la Alpujarra en Tablate se dedicaron al saqueo del pueblo y fueron asaltados y derrotados por los moriscos . Después de la emboscada de Poqueira los moriscos de la zona de los Guájares se fueron a la sierra por verse atacados por bandas de castellanos de Motril y Salobreña. Muchos se refugiaron en Guájar-Fondón, adonde el día 30 de Diciembre llegó el señor del pueblo con unos 150 soldados para defenderse de los monfíes. Amenazó con saquear el pueblo sino se le entregaba comida y dinero y el párroco no logró convencerle de irse con sus tropas. De noche, los moriscos botaron fuego a la iglesia que servía de cuartel al señor y a sus soldados y los mataron a todos. Luego escoltaron el sacerdote hasta Motril (Mármol Carvajal).
Guerra a fuego y a sangre.
Enfurecidos por las noticias que llegaban de la Alpujarra, los castellanos de Granada se incorporaron en masa en las milicias. Un alto cargo propuso la deportación de todos los moriscos para evitar una revuelta en la ciudad. Asustados por la noticia de una intervención militar del gobernador de Murcia, el marqués de los Vélez, los moriscos protestaron delante de Mondéjar que cumplían con la Pragmatica y querían ayudar a la corona contra los monfies, verdaderos responsables de la conmoción. Las milicias concejiles castellanas se concentraron en Granada hasta el día 3 de enero, cuando Mondéjar salió a la Apujarra. Las tropas acamparon primero en el valle de Lecrín e inaguraron la campaña saqueando los pueblos cercanos, matando a muchos moriscos y tomando a sus mujeres como esclavas (Hurtado de Mendoza). Los milicianos tenían poco valor militar e iban motivados por el afán de botín. Los moriscos mandaron varias embajadas pidiendo la paz: Mármol Carvajal menciona embajadores de El Zaguer informando a Mondéjar de que los moriscos querían entregarse y acusando a los monfíes de los estragos cometidos. Salvo el rechazo de estas iniciativas de paz por Mondéjar, la campaña se caracteriza por los saqueos sistemáticos y unas masacres ejemplares: así en Juviles cientos de moriscas cautivas fueron matadas delante de la iglesia (Hurtado de Mendoza) o la matanza de los defensores de los Guájares (mujeres y niños incluidos) ordenada por Mondéjar (Hurtado de Mendoza), sin olvidar las masacres en Félix y Ohanes por el marqués de los Vélez. Al final de febrero la pacificación parecía completa y la mayoría de los moriscos habían entregado sus armas.
Enigmas de la rebelión.
Si la rebelión fue tan bien preparada e involucró a todo el pueblo morisco, ¿cómo explicar su pronta derrota por los milicianos de Mondéjar y de los Vélez? En contraste más tarde en la guerra don Juan y el duque de Sesa necesitarán a soldados profesionales para contener a los rebeldes. Parece difícil conciliar la falta de verdadera batalla o la rapidez de la campaña de Mondéjar con la teoría de la conspiración. En esta primera fase de la guerra, la magnitud y la extensión de la rebelión eran bastante restringidas. El conflicto sólo se extendió más tarde al resto del reino y en general después de la entrada de tropas castellanas en zonas hasta entonces pacíficas. Quizá la progresión de los ejércitos castellanos y los estragos descontrolados fueran el factor decisivo en la propagación de la insurrección. La historia de los mártires de la Nochebuena justificaba el genocidio de los autóctonos por los castellanos. Durante esta llamada matanza los moriscos de Turón escoltaron a los castellanos del pueblo hasta Adra para salvarlos de los monfíes (Mármol Carvajal). La visión oficial de la rebelión desbarata la variedad de actitudes de los moriscos que no eran partidarios unánimes de la "revolución" pero fueron todos tratados como enemigos o sospechosos. Lo que Marquéz Villanueva llama "el mito conspiratorio" es muy distinto de la existencia de conspiraciones porque incrimina a todo el pueblo morisco y justifica su destierro. En realidad no hubo unión entre los moriscos durante la guerra ni siquiera dentro del reino de Granada. Por los estragos del marqués de los Vélez y de los soldados de Mondéjar (Lároles, Válor) o la masacre de los prisioneros volvieron a alzarse, encontrando que la paz no era posible.
Conclusión
Los hechos no parecen la crónica de una rebelión anunciada sino de una provocación para justificar un genocidio. Descartando la idea de un complot de los cristianos, lo cierto es que ellos se preparan para la rebelión así desencadenan un proceso que transforma la ficción en tragedia. De la actuación del mito conspiratorio surge la historia.