viernes, 3 de octubre de 2008

Las once mil vergas (XV)

Las hizo sentar en una silla enfrente suyo y, después de reflexionar un instante, les dijo:

–Señoritas, acabo de notar que no llevan bragas. Deberían avergonzarse. Corran a ponerse una.
Cuando volvieron, comenzó la clase.

–Señorita Alexine Mangetout, ¿cómo se llama el rey de Italia?

–Si crees que me importa, ¡no tengo ni idea! –dijo Alexine.

–Tiéndase en la cama –gritó el profesor.

La hizo colocar de rodillas y de espaldas sobre la cama, le hizo levantar las faldas y abrir la raja de los calzones de los que emergieron los globos radiantes de blancura de las nalgas. Entonces empezó a golpearlas con la palma de la mano; pronto el trasero empezó a enrojecer. Esto excitaba a Alexine que hacía muy buen culo, pero enseguida el mismo príncipe no pudo contenerse. Pasando sus manos alrededor del busto de la joven, le agarró los pechos por debajo del peinador, luego haciendo descender una mano, le acarició el clítoris y notó lo mojado que tenía el coño.

Las manos de ella no permanecían inactivas; habían agarrado el miembro del príncipe conduciéndolo por el angosto sendero de Sodoma. Alexine se inclinaba para que su culo sobresaliera mejor y para facilitar la entrada a la verga de Mony.
El glande estuvo dentro muy pronto, el resto le siguió y los testículos iban a pegar contra la base de las nalgas de la joven. Culculine, que se aburría, también se echó sobre la cama y lamió el coño de Alexine que, festejada por los dos lados, gozaba hasta llorar. Su cuerpo sacudido por la voluptuosidad se retorcía como si estuviera sufriendo atrozmente. Estertores voluptuosos se escapaban de su garganta. El enorme instrumento le llenaba el culo y yendo hacia delante y hacia atrás, chocaba contra la membrana que lo separaba de la lengua de Culculine que recogía el líquido provocado por este pasatiempo. El vientre de Mony embestía el culo de Alexine. Luego el príncipe culeó más deprisa.

Empezó a morder el cuello de Alexine. El miembro se hinchó. Alexine no pudo soportar tanta felicidad; se dejó caer sobre la cara de Culculine que no cesó en sus lameteos, mientras que el príncipe la seguía en su caída, la verga introducida en su culo. Unas arremetidas más, luego Mony soltó su semen. Ella permaneció tendida en la cama mientras Mony iba a lavarse y Culculine se levantaba para orinar. Ella tomó un cubo, se sentó a horcajadas en él, las piernas muy separadas, se levantó la falda y orinó copiosamente, luego, para quitarse las últimas gotas que habían quedado entre los pelos, soltó un pedo pequeño, tierno y discreto que excitó considerablemente a Mony.

–¡Cágate en mis manos, cágate en mis manos! –exclamaba.

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Tacoma Narrows Bridge

El puente Tacoma Narrows empezó a tomar cuerpo a finales del siglo XIX cuando el Northern Pacific Railway realizó una propuesta para unir Tacoma (Península de Kitsap) y Gig Harbor (en el Estado de Washington), aunque el tema económico siempre fue un obstáculo importante para su ejecución, por lo que la construcción del puente acabó quedando en papel mojado.

En 1920 fue cuando la idea resurgió con el interés de la Cámara de Comercio de Tacoma y en 1929 se le encarga realizar una propuesta para la construcción del puente a David Steinman, aunque la Cámara de Comercio echa atrás el proyecto en 1931 'por falta de interés de Steinman para conseguir recursos para ejecutar el puente'.

En 1937 se le da el impulso definitivo a la creación del puente mediante la Washington State Toll Bridge Authority. Se hizo el proyecto del puente con un presupuesto de 11 millones de dólares, con unas vigas de 7.6 metros de espesor para sostenerlo; entonces Moisseiff (diseñador del Golden Gate Bridge) lanza una propuesta de reducir el espesor de las vigas a 2.6m con el objetivo de dotar de mayor delgadez y elegancia al puente, y con un coste de 7.5 millones de dólares.

Pero no es este el motivo por el cual el puente pasa a la historia.

El 7 de noviembre de 1940, fue un día de fuertes vientos en la zona, y así lo describe Leonard Coatsworth (un conductor que pasaba por el puente cuando ocurrieron los hechos.

Apenas había atravesado las torres, el puente comenzó a retorcerse en forma violenta de lado a lado. Antes de que pudiera darme cuenta, la inclinación se hizo de tal magnitud que perdí el control de mi auto... Frené y salí del vehículo, y caí de cara sobre el pavimento... Podía escuchar el sonido del hormigón resquebrajándose... El auto comenzó a desplazarse de lado a lado de la ruta.

Me arrastré sobre mis manos y rodillas durante 450 m hasta llegar a las torres... Estaba muy agitado; mis rodillas estaban peladas y sangraban, tenía las manos lastimadas e hinchadas de intentar agarrarme al pavimento de cemento... Hacia el final, me arriesgué a ponerme de pie y correr en pequeños tramos... Una vez que alcancé la seguridad del puesto de peaje presencié el colapso final del puente y cómo mi auto se precipitaba en el Narrows.


Por suerte, sus comentarios pueden ser contrastados con una filmación.



La causa: en los diseños previos el viento podía atravesar la estructura, pero en el nuevo diseño el viento sería redirigido por arriba y por debajo de la estructura. Al poco tiempo de haber concluido la construcción a finales de junio (fue abierto al tráfico el 1 de julio de 1940), se descubrió que el puente se deformaba y ondulaba en forma peligrosa aún en condiciones de viento relativamente benignas para la zona. Esta resonancia era de tipo longitudinal, por lo que el puente se deformaba en dirección longitudinal, con la calzada elevándose y descendiendo alternativamente en ciertas zonas. La mitad de la luz principal se elevaba mientras que la otra porción descendía.

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Caosmeando

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