-Tengo que irme. Necesito perderme, dejar esta vida temporalmente. Compréndeme.
-...
-Lo siento. Adiós- dije, contra mi propia voluntad.
Cuando salió esa palabra por mis labios comprendí que ya no había vuelta atrás. Antes de dejar mi vida atrás cerrando la puerta que tantas veces había deseado abrir, pude sentir cómo una lágrima rompía sobre el parqué del recibidor. Lo que ella no supo es que el objetivo de mi marcha era precisamente evitar futuras lágrimas.
Ya eran las diez y media de la noche, y el cambio de temperatura me sorprendió al salir a la calle.Tuve que echar mano a los guantes y subir la cremallera de mi sudadera. La proximidad del invierno se hacía cada vez más evidente.
Comencé a andar hacía la parada de bus más cercana. Las viejas farolas iluminaban el camino, mas no mi mente. Quedaban exactamente diez horas para mi partida y no tenía para nada claro qué despedida era más prescindible. Sería cruel tener que despedirse con una simple y fría llamada. Aunque así resultaría menos doloroso...
(...)
martes, 15 de enero de 2008
Despedida
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1 comentarios:
Las despedidas, siempre tan difíciles. He pasado por demasiadas. Espero que el personaje no tenga que sufrir mucho.
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