La obra de Louis Wain (1860-1939) es el más claro ejemplo artístico de enfermedad progresiva. La sociedad nunca ha entendido que la locura que se apodera de un individuo es ajena a él. La esquizofrenia hurga en la mente de la persona haciendo aflorar miedos primarios. Un enfermo mental es esclavo de sus propias miserias. El trastorno se esconde en forma de personalidad y rompe la estrecha línea de la razón capturando a su presa vilmente y mostrándose ante el resto de la misma forma que se mostraba aquél que ya no está. El enfermo se encuentra una realidad que ve, que oye y que cree. Él piensa que tan solo un loco daría la espalda a esa realidad. Nosotros, los cuerdos, jamás dudaríamos de nuestros sentidos; Ellos, los locos, tampoco. ¿Pastillas para qué? Mientras tanto, los gatos felices que antaño pintaba Louis Wain se disfrazaban de miedos geométricos. La esquizofrenia se apoderaba del pincel de Louis, cortaba las formas, ensangrentaba los colores e inquietaba al observador. Si la locura tuviera cara sería el último felino que dibujó Wain.
lunes, 22 de octubre de 2007
La cara de la locura
La obra de Louis Wain (1860-1939) es el más claro ejemplo artístico de enfermedad progresiva. La sociedad nunca ha entendido que la locura que se apodera de un individuo es ajena a él. La esquizofrenia hurga en la mente de la persona haciendo aflorar miedos primarios. Un enfermo mental es esclavo de sus propias miserias. El trastorno se esconde en forma de personalidad y rompe la estrecha línea de la razón capturando a su presa vilmente y mostrándose ante el resto de la misma forma que se mostraba aquél que ya no está. El enfermo se encuentra una realidad que ve, que oye y que cree. Él piensa que tan solo un loco daría la espalda a esa realidad. Nosotros, los cuerdos, jamás dudaríamos de nuestros sentidos; Ellos, los locos, tampoco. ¿Pastillas para qué? Mientras tanto, los gatos felices que antaño pintaba Louis Wain se disfrazaban de miedos geométricos. La esquizofrenia se apoderaba del pincel de Louis, cortaba las formas, ensangrentaba los colores e inquietaba al observador. Si la locura tuviera cara sería el último felino que dibujó Wain.
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2 comentarios:
Después de leer esto, no puedo menos, que llegar a la conclusión de que tod@s podemos llegar a ser un poco esquizofrénic@s.
Es realmente duro vivir algo así de cerca...
Saludos..!!
Pues casi que prefiero su época de esquizoide.
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